La importancia de la alimentación del bebé en su desarrollo maxilofacial
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A medida que crecemos, todo nuestro cuerpo, incluida la boca, se forma y adquiere características propias, según las funciones que le demos. Es así que el tipo y la forma de alimentación de los primeros años de vida influye en el desarrollo maxilofacial. Se debe tener en cuenta que algunas prácticas en la manera de comer pueden dificultar el crecimiento de las estructuras orales y predisponer a sufrir maloclusiones en el futuro. Te lo contamos con más detalles.
¿Cómo la alimentación influye en el desarrollo maxilofacial?
El acto de comer es una fuente de estímulos capaces de modelar las formas y las posiciones de las estructuras orales. Las necesidades alimenticias no son las mismas en un recién nacido que en un pequeño de seis meses o en uno de más de un año. Pero no solo desde el punto de vista nutricional, sino también a nivel funcional.
Los requerimientos alimenticios cambian también para que los niños puedan fortalecer las funciones de su boca. De estas prácticas y de cómo se utiliza y posiciona la boca para su ejecución, dependen el crecimiento, la forma y la posición que adquieren las estructuras orofaciales.
A través de la lactancia y con la incorporación de los alimentos blandos y sólidos, el niño practica y perfecciona las funciones orales. Con los cambios graduales en su alimentación, el pequeño tiene la posibilidad de desarrollar la succión, la deglución y la masticación, y así sincronizar una respiración adecuada.
Estas actividades permiten que los huesos, los músculos maxilares, las piezas dentarias y las articulaciones se desarrollen de manera adecuada. De esta manera, se previenen los problemas de oclusión y del desarrollo del lenguaje en el futuro. Por otra parte, cuando la alimentación no sigue una progresión natural y persisten ciertas prácticas en el tiempo, las funciones de la boca no logran evolucionar y fortalecerse. Con esto, las estructuras orales pueden resultar afectadas y no desarrollarse de manera adecuada.
El papel de la lactancia en el desarrollo maxilofacial del niño
Desde el nacimiento y en los primeros seis meses de vida del bebé, la lactancia cumple un rol fundamental para el desarrollo del pequeño. La alimentación a través del pecho es la alternativa más saludable y beneficiosa tanto para el niño como para la madre. Esta aporta los requerimientos nutricionales, inmunitarios y afectivos que necesita el menor. Además, el acto de succionar el pecho implica un esfuerzo bucal que estimula la acción muscular y favorece el correcto desarrollo de los maxilares. Con el tiempo, esto se traduce en una adecuada oclusión dental.
¿Qué pasa con el biberón?
Algunas familias, por diferentes razones, optan por la alimentación del bebé a través del biberón. Más allá del contenido, que puede ser leche materna extraída o fórmulas artificiales, el mecanismo de succión no es el mismo que el del pecho. Al usar este accesorio, la leche llega más fácil y con menos esfuerzo a la boca del bebé. La mandíbula no necesita moverse mucho, la lengua permanece en una posición más baja y los músculos no trabajan con tanta intensidad.
Con la alimentación artificial se corre el riesgo de afectar el correcto desarrollo maxilofacial del bebé. Con esto, aumentan las posibilidades de que aparezcan problemas para morder, respirar, hablar o deglutir. En este sentido, si la lactancia materna no es una posibilidad, es importante elegir una tetina de biberón adecuada para contrarrestar estos efectos. La forma y el tamaño similar al pezón del pecho materno y un orificio pequeño que favorezca el esfuerzo muscular son algunas estrategias a considerar.
Por último, retirar el biberón a tiempo es otro aspecto importante. Por el contrario, prolongar la alimentación con este elemento más allá del año de vida puede volverse un estímulo negativo para el desarrollo maxilofacial.
La alimentación complementaria y el desarrollo maxilofacial
A partir de los seis meses, los bebés comienzan la etapa de la alimentación complementaria. En ella, incorporan alimentos blandos, semisólidos y sólidos a su dieta. La lactancia materna aún aporta nutrientes y favorece el desarrollo maxilofacial, pero las nuevas comidas comienzan a tomar protagonismo.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda empezar a ofrecerles pequeñas cantidades de alimentos a los seis meses del bebé, que aumentarán de manera gradual a medida que el niño crezca. La consistencia y la variedad de las comidas también deben incrementarse de forma progresiva. Esta variedad de nutrientes, sabores y, sobre todo, consistencias y texturas, favorecen el desarrollo de las estructuras bucales. El niño explora los nuevos alimentos y practica la masticación.
Es importante que los bebés tengan una alimentación variada en sabores y nutrientes, pero también en texturas. Lo mejor será comenzar con una alimentación más blanda, pero es pertinente ofrecer comidas cada vez más sólidas y duras para que mastiquen. De lo contrario, la falta de entrenamiento en las funciones orales podría ocasionar maloclusiones, dientes torcidos y problemas para comer y para hablar. Es entonces más probable que sea necesario solucionar dichos trastornos con tratamientos de ortodoncia.
Prestar atención a lo que comen los niños
Como te contamos, la alimentación es un factor determinante en el desarrollo maxilofacial de los niños. Siempre que sea posible, te recomendamos optar por aquellos nutrientes que favorezcan la salud general de tu bebé y, a la vez, que promuevan las funciones bucales. Por ejemplo, la lactancia materna beneficia el adecuado desarrollo de la boca y ayuda a prevenir maloclusiones. Además, consumir comestibles variados y con diferentes texturas también determina el crecimiento de las estructuras bucales.
Cuidar la boca de los más pequeños no solo implica cepillarles los dientes y reducir el consumo de azúcar. También es muy importante ofrecerles una alimentación equilibrada, nutritiva y variada que maximice las funciones orales y favorezca el desarrollo maxilofacial.
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