7 juegos para compartir con tu hijo

Jugar con nuestros hijos es la mejor forma de crear una relación de amor, amistad y cooperación. Además, favorece al desarrollo mental y físico de los pequeños.

Ser libre, poder reírse, explotar la curiosidad y la imaginación son algunos de los beneficios que trae el juego para el niño, los cuales pueden verse duplicados cuando te vuelves su compañero de juego, así sean solo un par de horas.

Compartir ratos de juegos con tu hijo lo ayuda a desarrollarse de forma armónica, a relacionarse, a estar sano y a prevenir la obesidad, por ejemplo. En los primeros años de vida, el juego es la única manera que tiene tu hijo de hacer ejercicio. Mucho antes de que aprendan a practicar algún deporte, lo primero que tendrán serán los juegos.

Cuando llevas a tu bebé de paseo en brazos, le animas a chapotear en la bañera o le dejas que repte y gatee en el suelo estás sembrando semillas de vida, que se traducen en un adolescente o un adulto con costumbre y facilidad para la actividad física.

La riqueza motriz de tu niño dependerá de la oportunidad que le des de moverse. Y estas experiencias mejoran su capacidad intelectual, su concentración, su sentido del equilibrio y su capacidad de comunicarse, todo un abanico de cosas buenas.

Para incorporar a tu hijo en actividades físicas es necesario ir paso a paso. No tiene sentido pasar de decir a un niño todo el día “estate quieto” a apuntarle en el fútbol con seis años y esperar que se coma el balón, corra, sude, se ría, planifique el juego, y que al llegar a casa luego de una jornada como esa se quede tranquilito en el sofá.

Los juegos compartidos unen a la familia

Si compartes juegos con tu hijo desde el principio, verá que tú, su modelo de referencia, también es activo, y el ejercicio se convertirá en un espacio de comunicación y disfrute compartido.

Aquí tienes unos juegos de movimiento para diez minutos o un poco más:

Lo que mejor funciona siempre es lo más sencillo: gatear, arrastrarse, agacharse y levantarse o saltar son juegos demasiado sencillos en los que se trata de conectar con el niño y divertirse juntos.

  • Circuito de psicomotricidad. Ponemos en el suelo almohadas, cojines, una manta, entre otros como si se tratara de un rally, a través de esto pueden pasar por encima o por debajo, sortear obstáculos, rodar, arrastrarse, gatear o caminar hacia atrás, te garantizo que tu hijo se sentirá todo un atleta.
  • Simón dice. Este es un juego de agilidad sencillo y fácil de compartir entre padres e hijos. El que dirige el juego dice: «Simón dice» y propone un movimiento o un gesto que los demás tienen que imitar: ir a cuatro patas, corriendo, de puntillas, etc. Otra versión es: «Me pica (la rodilla, el pie, la nuca.), me rasco».

  • Bolas en el pasillo. Pones algo de música, cierras las puertas y sueltas todas las pelotas. Cuando se pare la música, hay que recogerlas en el menor tiempo posible. También puedes hacer un tragabolas con una caja de cartón: básicamente la idea es acertar las pelotas haciéndolas rodar, golpeando con la mano, con el pie, con el codo o la cabeza.
  • Tenis con globos. Sustituye las raquetas por platos de cartón. Aquí la misión es que los globos no toquen el suelo, sencillo y divertido.
  • Aros. ¿Quién conseguirá capturar al otro utilizando un aro? Si lo colocamos en el suelo, se convierte en una isla. Mamá o papá es un náufrago, y el niño, un tiburón. En cuanto uno salga de la isla el otro tendrá que intentar atraparlo, pero si consigue llegar a tierra firme está salvado.
  • Bailar, por supuesto pon tu música favorita y déjate llevar, lo más seguro es que aprendas un par de pasos nuevos de baile enseñados por tu pequeño.
  • Ensartar la anilla, bolos, y cualquier otro juego de puntería son excelentes para compartir con tu hijo, rápido de organizar y recoger cuando se ha terminado.

La idea de todo lo expuesto es tratar de ir introduciendo y planificando pequeñas rutinas. Una escena típica del día a día de los padres es: llegar cansados del trabajo, poner unos dibujos animados al niño, mientras hacen la cena y ponen una carga a la lavadora.

Si elaboramos una lista de planes alternativos de cinco o diez minutos, es más fácil terminar haciendo otras cosas con el pequeño y compartir momentos de calidad más allá de la cantidad.

Scroll al inicio