¿Qué es ser permisivo? Según el diccionario de la Real Academia Española la permisividad significa tolerancia excesiva. Así, la permisividad, un rasgo que caracteriza la personalidad de algunos padres, provoca que los niños crezcan sin reglas claras y se sientan confundidos e infelices.
Una de las consecuencias de la permisividad de los padres es que sus hijos se conviertan en niños malcriados, acostumbrados a manipular a las personas que tienen a su alrededor. Pero sobre todo, la peor de las consecuencias de la permisividad es que a la larga hace que los niños se sientan perdidos y poco amados.
Eso se debe a que los niños esperan que sus padres los guíen y los enseñen, por lo que permitirles todo hace que sientan que no les prestan atención, y eso les crea baja estima hacia sí mismos.
La permisividad causa perjuicios
Este daño, causado por el hecho de no establecer límites, es el resultado de la falta de herramientas que algunos padres tienen para imponer disciplina de manera equilibrada.
Y es que la permisividad -o la falta de normas claras- es una conducta que Carlos González, autor del libro Bésame Mucho, ejemplifica de esta manera:
“Lo que hoy está permitido, mañana provoca una respuesta desmesurada, con el resultado de que el niño está confuso y es desgraciado”
Consecuencias de la permisividad
Problemas de conducta
Una de las consecuencias más graves de la permisividad en la crianza es que los niños desarrollen problemas de conducta. Esto es -insistimos- resultado directo de no haber fijado normas y límites desde temprana edad.
Baja autoestima
El abuso de libertad y la falta de límites y normas, además de la ausencia de una relación sana con los niños que se base en el respeto y en el entendimiento del niño como ser humano, puede traer consecuencias como la baja autoestima.
“Un padre permisivo o desconectado del cuidado de sus hijos cría a niños que se convierten en personas inseguras y con baja estima hacia sí mismas”
Pereza
La falta de normas y de rutinas claras trae como resultado que los niños se conviertan en personas sin conciencia de sus responsabilidades, y que por lo tanto fomenten el mal hábito de la procrastinación o la pereza.
No saber resolver sus propios problemas
El exceso de permisividad conlleva en muchos casos que los niños no aprendan a desarrollar las habilidades sociales y emocionales necesarias para resolver problemas de manera independiente.
Algunas de estas habilidades se consiguen fomentando la inteligencia emocional, para lo cual indudablemente es necesaria la guía de los padres.
Impulsividad
Como se puede observar, la falta de normas claras crea secuelas muy negativas sobre los más pequeños. Otra de ellas es que la permisividad fomenta una personalidad impulsiva inmadura y descontrolada.
La importancia del equilibrio entre el autoritarismo y la permisividad
En su texto, González también interpela al lector y le pregunta: ¿Qué habrá que hacer para ser «firme»? Y explica que ser firme no significa ser autoritario. Lejos de eso, para crecer sano, un niño necesita de padres que lo respeten, que lo traten como niño (no como a un adulto prematuro) y que lo enseñen a manejarse en el mundo.
Y, ciertamente, para manejarse sanamente es necesario aprender a dialogar y a llegar a acuerdos, pero también aprender a seguir normas y a respetarlas de manera consciente, no por temor o miedo a las consecuencias. Además, es importante que los padres sepan que las normas de la casa no deben negociarse a capricho ni de los padres ni de los niños; en ese aspecto ser coherentes es la clave.
Algunos consejos para mantener el equilibrio
Ningún padre en el mundo quiere de manera deliberada hacerle daño a sus hijos; no obstante, de manera inconsciente muchos confunden el amor que sienten hacia sus hijos con el hecho de ceder ante todos sus caprichos. Lo ideal es que los padres decidan de manera ecuánime qué le hace bien al niño y qué no. De esta manera los niños comprenderán mejor de qué modo deben regular su comportamiento.
Además de ello, tener unos padres que sepan disciplinarlos de manera respetuosa hace que los niños vean en ellos una sana referencia de autoridad y de valores. La mayoría de expertos en crianza coincide en que las normas y los límites lejos de ser negativos son absolutamente necesarios, pues son una herramienta que ayuda a los hijos a que entiendan que sus actos tienen consecuencias.
Es vital que los padres consigan establecer límites claros y oportunos para sus hijos, que las normas de la casa sean discutidas en pareja para que sean coherentes y que estas sean dictadas de manera respetuosa a los niños.
Seguir estas recomendaciones y profundizar en ellas con la ayuda de tu pareja o de un experto te puede ayudar a mantener a tu familia lejos de las nefastas consecuencias de la permisividad.
Es muy importante que, como madre, revises si en ti o en tu pareja existe una obsesión en darle a tu hijo todo lo que no tuvisteis cuando erais niños. Si es así, trabaja en ello con alguna terapia. Darle comodidades a tu hijo no está mal; sin embargo, todas las personas deben cultivar el logro al mérito, es decir, deben esforzarse para conseguir sus propias metas y privilegios.
Bibliografía
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