Tengo un hijo favorito: ¿qué hago?
Si son preguntados de forma directa, todos los padres niegan tener un hijo favorito. Admitirlo puede resultar sumamente incómodo, doloroso y desalentador, ya que se espera que los progenitores sean justos, afectuosos y ecuánimes con todos sus hijos. Sin embargo, el vínculo paterno-filial no es más que una relación entre seres humanos y, por ello, es natural que existan diferentes grados de afinidad.
Aunque este sea un tema tabú, algunas investigaciones han encontrado que más del 70 % de los padres sienten preferencia por alguno de sus vástagos. Y, si preguntamos a los hijos, muchos de ellos señalarán que perciben una clara diferencia en la actitud y el trato que reciben ellos y sus hermanos. Ante evidencias tan claras, ¿qué podemos hacer al respecto?
¿Qué significa tener un hijo favorito?
En primer lugar, es importante definir qué significa tener un hijo favorito, pues solo de este modo podremos tomar consciencia de si es nuestro caso. Esto implica sentir una mayor atracción, simpatía o afinidad hacia alguno de ellos. Bien sea porque compartimos aficiones e intereses o porque su personalidad se complementa mejor con la nuestra.
Un padre más activo, espontáneo y deportista se sentirá más cercano con aquel de sus hijos que muestre también estas cualidades. Y una madre más serena y reflexiva encontrará más sencillo relacionarse con ese niño tranquilo que adora la lectura y prefiere los espacios poco estimulantes.
¿Cómo actuar si tienes un hijo favorito?
Tener un hijo favorito no representa un problema en sí mismo. Sin embargo, sí lo es cuando esta preferencia natural se manifiesta en un trato injusto y poco adecuado hacia los niños. Por eso, te brindamos algunos consejos que te pueden ayudar al respecto.
Acepta lo que sientes
Reconocer esta cierta preferencia es necesario para no terminar reflejándola involuntariamente y dañar a alguno de tus hijos. Desecha la culpa, ya que este sentimiento es natural y comprensible. Y, si alguno de los niños lo percibe y te lo hace saber, trata de validar sus emociones, explícale lo que sucede y recuérdale que tu amor por él es incondicional.
Puedes utilizar frases como: “comprendo que estás dolido porque sientes que prefiero a tu hermano, pero os quiero a ambos por igual. Lo que sucede es que a él le gustan los deportes como a mí y por eso compartimos más momentos, pero me encantaría pasar más tiempo contigo y puedes unirte siempre que quieras“.
Desarrolla un vínculo sólido con todos tus hijos
Aunque te sientas más cercano a alguno de tus hijos, es importante que te esfuerces por conocerlos a todos en profundidad. Procura dedicarles unos minutos al día a todos ellos y organiza salidas especiales con cada uno de forma periódica.
Si cada niño puede escoger la actividad a realizar en estas salidas, podrás adentrarte en sus intereses. Es probable que al incrementar el tiempo compartido, la cercanía emocional y la confianza también aumenten.
Aporta un trato justo
El sentir cierta preferencia por uno de tus hijos puede llevarte a pasar por alto sus faltas o elogiarle en mayor medida que al resto. No obstante, es importante que trates de ser justa y ecuánime a la hora de establecer límites y consecuencias.
Todos tus hijos han de tener similares derechos y responsabilidades, siempre que sean adecuados para su edad. Y, además, has de tratar de reforzar las conductas positivas que presencies en todos ellos, pese a que en algunos sean más visibles que en otros.
Sé la mejor madre para cada uno de ellos
En lugar de comparar el trato que ofreces a tus hijos, enfócate en ser la mejor madre para cada uno de ellos. Cada niño tiene unas necesidades emocionales diferentes. Así, algunos son más demandantes y otros más independientes. Puede que uno de ellos requiera más apoyo emocional y otro precise más ayuda con sus tareas escolares.
Evita las consecuencias de tener un hijo favorito
Tener un hijo favorito y demostrarlo de forma patente resulta perjudicial para todos los miembros de la familia. Los niños que no son los preferidos de sus padres pueden sentirse rechazados e invalidados, mientras que el escogido puede crecer sin límites y con una presión añadida debido a las expectativas de sus padres.
Además, el ambiente en el hogar puede tornarse tenso y poco armónico, manteniéndose malas relaciones fraternas y entre padres e hijos. Por lo mismo, resulta fundamental que te hagas consciente de tus preferencias y de cómo estas se manifiestan en el día a día. De esa forma, podrás tratar de realizar los cambios adecuados. Recuerda que todos tus hijos necesitan amor, aceptación, atención y soporte.
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