El peligro de querer hijos perfectos

Muchos padres, por nuestro afán de que nuestros niños sean los mejores, nos olvidamos de que estamos sometiéndoles a una presión que les puede perjudicar su salud.
El peligro de querer hijos perfectos
Mara Amor López

Escrito y verificado por la psicóloga Mara Amor López.

Última actualización: 06 noviembre, 2020

Estamos en una sociedad en la que se compite diariamente para ser el mejor o para que nuestros hijos lo sean, pero no nos damos cuenta del peligro de querer hijos perfectos. Este interés excesivo por querer que nuestros hijos sean los mejores les hace daño y puede dañar su salud.

Muchos padres tenemos a nuestros hijos sometidos a mucha presión en un intento de que destaquen en todo lo que hacen. No consideramos el hecho de que nuestros hijos fracasen porque, si lo hacen, nosotros fracasamos. Está claro que los padres no lo hacemos con mala intención, pero sí que estamos dañando la salud de nuestros hijos.

Padres que exigen demasiado: el peligro de querer hijos perfectos

Muchos niños entre los 6 y los 12 años se sienten estresados y agobiados por la cantidad de actividades impuestas por sus padres y que tienen previstas a lo largo de todos los días de la semana. Es verdad que las actividades extraescolares no son un problema y que pueden ser beneficiosas para los niños, pero siempre y cuando estas no sean en exceso.

Niños consultando un mapa en la ciudad.

Muchos padres pensamos que, apuntando a nuestros hijos a varias actividades extraescolares, serán mejores y no nos damos cuenta de que les estamos haciendo daño. Cuando los pequeños tienen una agenda tan apretada, sienten la obligación de responder a ella y presionados por cumplir las expectativas que sus padres tienen sobre ellos, sin cometer ningún error.

Está claro que durante los primeros 6 años de vida de un niño es cuando su cerebro tiene un mayor potencial y capacidad para aprender, pero esto no significa que si los apuntamos a atención temprana, a actividades de inglés, de música, deporte, etc., vayan a ser mejores.

De hecho, se ha demostrado que toda esta sobreestimulación no aporta beneficios a su cerebro en estas edades tan tempranas, sino que, en algunos casos, puede ser muy perjudicial para su desarrollo.

Consecuencias para los niños de querer hijos perfectos

Como hemos dicho anteriormente, cargar a los niños con un exceso de actividades puede traer consecuencias negativas en su desarrollo. Algunas de ellas pueden ser las siguientes:

  • Problemas en su rendimiento debido a la presión que tienen.
  • Sentimientos de frustración, bloqueo y desmotivación si no alcanzan los objetivos que les han impuesto los padres.
  • Problemas de socialización; los niños están tan sumergidos en conseguir llegar a lo más alto que no tienen espacio para el juego y las relaciones sociales.
  • Altos niveles de estrés y ansiedad.
  • Somatizaciones debidas al estrés: dolor de barriga o de cabeza, colon irritable, gastritis, pérdida de peso, cansancio crónico, etc.
  • Desánimo generalizado y pérdida de interés en las cosas que verdaderamente les gustan.
  • Adicción a internet.
  • Mayor irritabilidad, más irascibles.
  • Mayor dependencia hacia sus padres, por lo que pueden llegar a mostrarse inseguros sin su presencia.

Estas son algunas de las consecuencias que pueden producirse en los niños si los sometemos a una presión excesiva por el afán de querer que sean los mejores y que sean perfectos.

Consejos para padres sobre el peligro de querer hijos perfectos

Por supuesto que los padres no queremos hacer daño a nuestros hijos. Muchas veces, por desconocimiento de las consecuencias que tienen estas presiones, en lugar de ayudar, estamos perjudicando a los pequeños. Sin darnos cuenta, estamos creando un futuro adulto sin la capacidad de aceptar sus errores, con complejos y tristeza.

Aun así, podemos poner en práctica algunos consejos para intentar no presionar a los niños para que sean perfectos.

  • Dejar que los pequeños comentan fallos y fracasen. Esto tenemos que verlo como una oportunidad de aprendizaje; gracias a estos errores se aprende.
  • Dejar a los niños que sean libres de elegir las actividades que quieren hacer, no imponerlas nosotros.
  • No debemos vigilar y juzgar de forma severa su rendimiento, ya que, de esta manera, dejarán de estar interesados o ver divertidas esas actividades.
  • Trazar las metas de acuerdo a las capacidades y gustos de nuestros hijos. Los problemas surgirán cuando estas metas no estén en la dirección que tienen que estar.
  • Hablar con ellos y ayudarlos a decidir qué actividad quieren realizar; no hay que imponer nada de forma autoritaria.
    Niño haciendo deberes en casa sin tiempo libre, uno de los peligros de querer hijos perfectos.

Más consejos para padres

  • Dar muestras de cariño y apoyo permanente. Sin esto los niños se sentirán solos e inseguros.
  • Los padres debemos tener expectativas en nuestros hijos, pero no podemos esperar que las consigan de forma inmediata y sin encontrar ningún obstáculo en su camino.
  • Reconocer los avances y logros de los pequeños.
  • Valorar el esfuerzo más que el resultado. Felicitarlos siempre que haya un esfuerzo, aunque la nota no haya sido la mejor.
  • Proporcionar un entorno familiar calmado, amable y respetuoso.
  • Dejarles su propio espacio a medida que crecen; necesitan tiempo para ellos sin que estemos constantemente encima.
  • Dejarles que se aburran, pues el aburrimiento fomenta la creatividad y la imaginación. Si no tienen tiempo de aburrirse, estas áreas no se desarrollarán lo suficiente.

En definitiva, ya hemos visto el peligro de querer hijos perfectos y las consecuencias que esto supone en los niños. Si no ponemos remedio en estas actitudes, estaremos creando una generación sobreestimulada en la que no hay tiempo para aburrirse, sin paciencia y llena de soledad.

Si queremos que nuestros hijos aprendan y sean felices, tenemos que evitar presionarlos con demasiadas tareas o actividades, dejarles tiempo para aburrirse, para no hacer nada y para que den rienda suelta a su creatividad. No debemos preocuparnos tanto para que sean los mejores, sino para que sean felices.


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  • Millet, E. (2018). Hiperniños: ¿Hijos perfectos o hipohijos? Plataforma.
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