Nutre tu maternidad de confianza, aliento y seguridad

Nutre tu maternidad de confianza, aliento y seguridad
María Alejandra Castro Arbeláez

Revisado y aprobado por la psicóloga María Alejandra Castro Arbeláez.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 04 abril, 2020

Todas las mamás necesitamos ayuda, sobre todo al inicio de ese peregrinaje llamado maternidad, pero más que nada en esos momentos en los que muchas nos sentimos confundidas, agobiadas o con miedo necesitamos altas dosis de confianza, aliento y seguridad.

Quienes se inician en este apostolado de vida llamado maternidad siendo muy jóvenes precisan de mucho apoyo y guía de otras madres, especialmente de su madre quien puede desempeñar un papel fundamental en el crecimiento de su hija como mujer, sobre todo si sabe acompañar el inicio de este proceso con respeto, generosidad y madurez.

Y si somos honestas, la verdad es que todas durante este proceso necesitamos toneladas de confianza que nos ayuden a conectar con nuestro mundo interior para saber escuchar nuestro instinto femenino, el cual nos ayudará a tomar decisiones acertadas respecto a la crianza de nuestros hijos. Una madre que se siente angustiada cuando su bebé llora y toma a su hijo en sus brazos para consolarlo es una mujer que está siguiendo su instinto materno.

Esa confianza que todas las madres necesitamos muchas veces se consolida cuando nos sentimos alentadas por nuestras madres o por alguna mujer que haya tenido hijos antes que nosotras, pues su cobijo o a veces su sola presencia nos ayuda a vincularnos de manera mucho más amorosa con nuestro hijo.

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Tu confianza se alimenta de tu voz interna

De la confianza que albergamos en nuestro interior deriva la seguridad que le brindamos a ese pequeñito ser que nació hace tampoco tiempo y que necesita de nuestros cuidados para crecer sano; es más para sobrevivir, porque los seres humanos necesitamos con más ahínco que otras especies de los cuidados de una madre dedicada para asegurar nuestra existencia.

Somos una especie muy vulnerable, muy delicada; por eso el rol de nuestra madre es tan fundamental en nuestras vidas y no solo desde el aspecto físico, pues aunque si bien es cierto que necesitamos del calor y de los alimentos que nos provee el cuerpo siempre cobijante de nuestra madre, no es menos cierto es que también precisamos de su amor para crecer de manera integral.

Y justamente por eso es que una madre que está enfrentando la etapa de puerperio necesita compañía y ayuda, pues cuando tiene cerca manos aliadas resulta menos fácil caer presa del cansancio y del agobio cotidiano que conlleva ocuparse de un bebé recién nacido mientras se recupera del parto.

Nutre tu corazón de madre con amor

Todas las madres necesitamos nutrir nuestra maternidad de confianza, de aliento y de la seguridad que nos pueden proveer los seres que nos aman. ¿Y quien mejor que nuestra generosa madre y nuestra pareja para nutrirnos de esa manera? Ellos son las personas más indicadas incluso para librarnos, al menos los 40 días de recuperación del parto, de los menesteres que implican atender una casa, para dejarnos centradas o mejor dicho disponibles para dedicarnos a nuestro bebé quien en ese momento nos necesita a nosotras más que a nadie en el mundo.

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Nutre tu maternidad de confianza, de aliento y seguridad que te proveen los abrazos y las caricias de los seres amados que te acompañan en este apostolado que significa ser la mamá de alguien.

Resulta muy reconfortante tener cerca a alguien que te ayude a nombrar esas sensaciones ambivalentes que se experimentan después del parto, las cuales nos pueden llevar del éxtasis a la soledad, de la locura al amor, de la pasión a la desesperación. Todos esos sentimientos son naturales y surgen a partir de experiencias tan íntimas como el contacto de una madre con su bebé.

Rodearnos de personas que nos ayuden a contener nuestras emociones que nos provean el altruismo y amor que necesitamos nos nutrirá con los sentimientos adecuados o con la serenidad y confianza suficiente como para que nuestra experiencia como madres sea lo más suave y llevadera posible.

Llénate de quienes pueden acompañarte de manera incondicional, de quienes pueden asegurarte que no hay nada que temer porque, por ejemplo, la leche fluirá con abundancia, porque tú estás dotada de todo lo necesario para ser una excelente madre y porque tienes personas que te aman y que te pueden acompañar sin opinar, que te pueden guiar suavemente para librar victoriosamente todas esas noches en las que se duerme poco pero se da mucho amor.


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