Mi bebé se chupa el dedo: ¿qué hacer?

Los niños recurren a diversos hábitos para relajarse y obtener satisfacción. Algunas de estas prácticas pueden traer consecuencias perjudiciales para su salud.
Mi bebé se chupa el dedo: ¿qué hacer?
María Alejandra Castro Arbeláez

Revisado y aprobado por la psicóloga María Alejandra Castro Arbeláez.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 11 marzo, 2020

Las madres suelen tener muchas dudas con respecto a ciertas conductas de sus hijos. Una de las preguntas más comunes es: “Mi bebé se chupa el dedo, ¿qué puedo hacer?”. Generalmente, se trata de un hábito que se adquiere desde el vientre materno, por lo que es perfectamente normal en recién nacidos y suele durar por mucho tiempo.

La mayoría de los bebés se meten en la boca un solo dedo y lo succionan; otros, en tanto, prefieren dos y hasta partes del puño. Algunos se frotan con una manta o trapo mientras chupan. Todo esto forma parte de un lindo ritual de relajamiento natural del bebé, pero, ¿hasta cuándo es normal?

¿Por qué mi bebé se chupa el dedo?

Al chupar dedos, chupetes o trapos, se establece un contacto apropiado entre el bebé y el mundo que lo rodea. Este hábito puede prolongarse hasta los 2 o 3 años; si es un niño nervioso, inseguro o muy consentido, entonces podría durar por mucho más tiempo.

¿Hasta cuándo se lo puedo permitir?

Lo recomendable es vigilar esta costumbre y no dejar que se prolongue tanto, ya que puede traer consecuencias para la salud del infante.Muchos niños dejan esta práctica por sí mismos. A otros, en cambio, les cuesta un poco más y necesitan de ayuda, mientras que algunos cambian el dedo por el chupete.

Por lo general, este hábito va asociado a la necesidad de calmarse ante algo que los molesta o que sienten. Podría decirse, entonces, que es su manera de relajarse.

Si tu hijo se chupa el dedo por tiempo prolongado, aumenta la probabilidad de que luego se observen defectos o anormalidades en los dientes y las encías, además de tener problemas en la articulación de la mandíbula.

Algunos bebés nacen con más pelo que otros.

Mi bebé se chupa el dedo, ¿cuáles son las consecuencias?

Los infantes que comienzan a chuparse el dedo desde muy corta edad suelen presentar muchos problemas a nivel odontológico. Tener el dedo de manera permanente en la boca retrasa la salida de algunos dientes y propicia deformidades en ellos. La intensidad de la succión y el empuje de la lengua de seguro traerá como consecuencia la utilización de frenillos en el futuro.

Por otra parte, cuando el niño hace presión en el paladar y lo empuja hacia arriba, produce lo que se llama paladar ojival. Este impulso se roba el espacio que necesitan las fosas nasales para respirar adecuadamente y provoca, en consecuencia, la respiración oral.

Asimismo, el dedo impide que la lengua se mueva libremente;  esto origina el Síndrome de la lengua plana, lo que puede derivar en dificultades en el habla.

Otro problema es que se desplazan los dientes superiores hacia adelante, en especial los dos del centro. Esto se conoce como mordida abierta o malocisión. Para mejorar esta deformidad, es necesario utilizar aparatos dentales especiales.

Sin embargo, no todos los padecimientos son bucales. Este hábito también puede originar ciertos problemas en otras partes del cuerpo, como por ejemplo dolores de cabeza y de oído severos.

Muchos padres preguntan: ¿es bueno que el bebé se chupe el dedo?

¿Cómo ayudar a un niño a que deje de chuparse el dedo?

Considerando todas las consecuencias que provoca la prolongada práctica de este hábito, es de suma importancia que los padres actúen oportunamente. Dejar de chuparse el dedo será siempre un proceso que tomará tiempo, ya que representa muchas sensaciones satisfactorias para el niño.

Si el infante utiliza el dedo en la boca para conciliar el sueño, se puede optar por entregarle un muñeco de tela suave o un peluche que lo ayude a relajarse a través del tacto. Si solo chupa cuando está solo o aburrido, lo mejor es ofrecerle actividades alternativas con las que se sienta acompañado y animado. Por ejemplo, llevarlo de paseo, leerle, personificar un cuento o realizar algún deporte.

“Tener el dedo de manera permanente en la boca retrasa la salida de algunos dientes y propicia deformidades en ellos”

Por su parte, colocarle guantes, tiritas, vendarle el dedo o untar en él sustancias desagradables —como picantes o limón— son alternativas de la vieja escuela que dieron resultado en su momento.

Sin embargo, en la actualidad es mejor trabajar el refuerzo positivo a través de recompensas cada vez que pase un tiempo sin chuparse el dedo. Así, el infante se sentirá incentivado por lograr la meta propuesta para conseguir su premio.

Con esta motivación y con demostraciones de orgullo tras cada período en el que el niño no se lleva el dedo a la boca, tendrás la clave del éxito para minimizar las consecuencias de este hábito adoptado de manera innata. Además, por supuesto, debes acompañar con una buena carga de paciencia y determinación.


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