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Educa sin gritos, pues daña la autoestima de los niños

4 minutos
¿Sabías que gritar a los niños causa problemas en su autoestima? Los gritos son vistos como un método violento para reprender a los hijos. Por ello se deben evitar por completo para no causar daños en ellos.
Educa sin gritos, pues daña la autoestima de los niños
Escrito por Equipo Editorial
Última actualización: 05 mayo, 2023

Por lo general, muchos padres usan un tono de voz alto y violento para hacerle algún reclamo a sus hijos. Sin embargo, es importante conocer que los gritos pueden traerles problemas a los niños y dañar su autoestima.

La mayoría de los padres le han gritado alguna una vez a sus pequeños, mientras que otros lo hacen de manera constante. De este modo, si eres de esos que alza la voz, tienes que dejar de hacerlo.

Normalmente, se busca educar a los hijos con una personalidad fuerte para que cumplan las órdenes. Sin embargo, lo más recomendable es tener un poco más de autocontrol antes de levantar la voz, ya que es posible sembrarles un daño psicológico irreversible. Esta consecuencia es difícil de superar y ni un abrazo ni un beso pueden curar el trauma.

Gritar a los niños es visto como violencia

Puede que no lo sepas, pero los chantajes, las amenazas y, sobre todo, los gritos son formas de violencia psicológica hacia los niños. Y es que se puede evidenciar una especie de maltrato en ellas, aunque a simple vista cueste creerlo.

El adulto en esta situación eres tú, así que tienes que encontrar la manera de no perder el control. En esta línea, es necesario que sepas cómo controlar tu ira, así como no sobrepasarte en tus acciones, aunque la situación te exceda.

Claro está que cuando se vive con hijos algunos inconvenientes pueden desesperar un poco. De hecho, a menudo los padres tendemos a tomar actitudes muy violentas en estas circunstancias. Pero es aquí donde cabe preguntarse cómo queremos ser vistos por nuestros hijos: como personas violentas o como seres comprensivos.

La parte más difícil de este asunto es que una vez que el daño está hecho, ya no se puede reparar.

Cuando ya le has alzado la voz al pequeño y quieres disculparte con muestras de cariño, no resulta tan fácil revertir el daño.

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Estos efectos están comprobados científicamente

Muchas personas tienden a pensar que con algunos gritos no va a pasar nada, pero esto no es así. Está comprobado con estudios científicos que los gritos en la infancia tiene un gran efecto negativo para el niño.

De acuerdo a una investigación realizada por la Universidad de Pittsburgh y la Universidad de Michigan, publicada en la revista Child Development, se comprobó que la violencia verbal se asocia a problemas de conductas de los hijos.

El estudio evaluó el comportamiento de algunas familias a través de un seguimiento en el tiempo. Estos grupos estaban integrados por el padre, la madre y los hijos (entre 13 y 14 años de edad).

Los resultados reflejaron que el 45 % de las madres y el 42 % de los padres les habían gritado a sus hijos en algún momento e incluso, algunos habían recurrido a los insultos.

Por su parte, los jóvenes manifestaron algunos problemas de conducta y dificultades en el modo de afrontar situaciones difíciles. Por ejemplo, mentiras a los padres, síntomas de tristeza, bajo rendimiento escolar, robos en tiendas, peleas con compañeros, peleas en el colegio, depresión, entre otros.

Los gritos dejan traumas

Se podría decir que estos problemas de comportamiento de los hijos surgen a raíz de los gritos de sus padres, los cuales afectan poco a poco su autoconfianza y su autoestima. Lo mismo ocurre con los insultos (como tonto, vago, torpe, inútil), pues por medio de ellos los jóvenes creen que esto es cierto.

El hecho de alzar la voz no deja ningún tipo de secuela física. Sin embargo, deja secuelas emocionales y traumas psicológicos para toda la vida.

Crecer en un núcleo familiar en donde los gritos son habituales, puede hacer que los pequeños se sientan más inseguros y que crean que esta es la única forma de valerse ante los demás.

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Evitar alzar la voz es posible de lograr

No se ha dicho que sea fácil y menos cuando se ha recibido una educación a base de gritos, ya que esta costumbre tiende a repetirse con los propios hijos.

Aún así, nunca es tarde para modificar las conductas inadecuadas que pueden generar un daño en ese ser querido, al que tanto amas y deseas proteger.

En aquellos momentos la situación te supere y sientas que no puedes más, que estás a punto de perder el control y que la ira se apodera de ti, tienes que decir stop y no explotar. Lo primero que debes hacer es reconocer tu ira, para aprender a controlarla. Lo segundo, es descargar tu molestia de otra manera y no por medio de los gritos.

La moraleja de la historia es que se puede educar sin tener que gritarle a los niños. Alzarles la voz daña su autoestima y deja un trauma imborrable, en una etapa de gran crecimiento y construcción de la personalidad. ¡Evita gritarles!


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