
Apelar a los conocimientos previos de los alumnos, a sus deportes o hobbies favoritos, o a los ídolos que ellos tienen es una buena alternativa para trabajar los conocimientos en clase y, por qué no, las emociones. Así, el libro…
Cuando se da un caso de fracaso escolar, se tiende a apuntar al alumno como el principal responsable. Pero hay muchos otros aspectos a tener en cuenta, tanto personales como familiares y culturales.
Se entiende por fracaso escolar al hecho de no completar el grado académico mínimo para el sistema educativo del que se forma parte. Es un fenómeno que se da en un nivel muy alto en varios países. Analizamos algunas causas y factores influyentes.
En primer lugar, vale la pena distinguir la diferencia entre fracaso escolar y abandono o deserción escolar. El primero, como explicamos previamente, significa no alcanzar el nivel mínimo requerido, mientras que el abandono incluye a quienes sí lo consiguieron pero no completaron la Educación Secundaria Obligatoria, como se denomina en España a los años de obligatoriedad en la educación.
El término «fracaso» ha sido cuestionado fuertemente, dado que lleva implícita la idea de que las personas que no tienen el título educativo obligatorio han fracasado en sus vidas. Además, da la sensación de cargar toda la responsabilidad en el alumno, cuando los educadores, los padres y el Estado también cumplen un rol vital en este proceso.
Analizaremos, a continuación, los aspectos más importantes en torno al fracaso escolar:
Además de las causas presentadas con anterioridad, también hay otros agentes que inciden en el correcto desarrollo del proceso educativo.
Primero, podemos considerar las condiciones emocionales que un niño desarrolla. Aquí se incluyen las relaciones interpersonales (con la familia y sus pares), el equilibro emocional y la contención proporcionada.
Asimismo, también influye el modo en que se impulsa el éxito educativo desde el seno familiar. Como padres, es necesario dar el ejemplo, acompañarlo en esta etapa, ser empáticos y valorar sus logros. Los niños deben saber que el colegio no es «una pérdida de tiempo» como todos lo hemos pensado alguna vez. Por el contrario, demuéstrales como los ayudará a planificar un futuro mejor.
Otra lección que los padres debemos aprender es no medir el aprendizaje en base a resultados de exámenes. El colegio es mucho más que eso: es aprender a convivir, socializar, razonar y solucionar problemas. Debemos percibir la educación como algo integral, no como un número estadístico.
En último lugar, algo que indudablemente juega su papel son las condiciones socioeconómicas en las que la educación se da. De acuerdo al estudio Desigualdad: Un análisis de la (in)felicidad colectiva, de Richard Wilkinson y Kate Pickett, existe una relación muy estrecha entre el nivel de pobreza de una comunidad y el éxito educativo de sus infantes.
«Los niños deben saber que el colegio no es «una pérdida de tiempo» como todos lo hemos pensado alguna vez»
Aunque algunas de estas mediciones incluyen también a quienes cayeron en la deserción escolar, existen sondeos que resultan útiles para delimitar el panorama actual.
Estudios de organizaciones oficiales señalan que en España el fracaso escolar llega al 20%, un porcentaje que solo supera Portugal. El lado positivo es que en los últimos diez años este índice disminuyó casi un 10%.
Quienes siguen en el escalafón son Malta (19,8%) y Rumanía (19,1%). Suecia, en cambio, refleja un envidiable 7% en este aspecto. El mismo camino transitan Croacia (2,8%), Eslovenia (5%), Chipre (5,3%) y Polonia (5,3%). También podemos citar entre los países con tasas más bajas a Italia, Grecia, Dinamarca y Francia.