Cuando te dicen: ¿Y si le pasa algo a tu hijo?

Cuando te dicen: ¿Y si le pasa algo a tu hijo?
María Alejandra Castro Arbeláez

Revisado y aprobado por la psicóloga María Alejandra Castro Arbeláez.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 16 abril, 2020

La presión social llega a límites insospechados. Ese inicial “¿para cuándo el novio?” fue reemplazado por el “¿Para cuándo la boda?”. Superada esa etapa, sigue la pregunta por la llegada del primer hijo y, luego, necesariamente por el hermanito. Si la respuesta es negativa, es posible enfrentar el cruel “¿Y si le pasa algo a tu hijo?”.

Ahí entiendes que opinar es un deporte gratuito para muchas personas que no miden sus palabras. Además muchos creen resolver tus inexistentes problemas cuando no pueden siquiera solucionar los suyos propios. Lo más grave del caso es que se refiere a los hijos como si de figuritas para intercambiar se tratara.

Sí, la gente definitivamente es capaz de preguntar e incluso afirmar atrocidades como éstas. Lo peor de la situación es que lo dicen con una arrolladora naturalidad y liviandad. Ahora bien, en el silencio mental uno queda en stand by para reflexionar. “¿Y si le pasa algo a tu hijo?”, ¿algo como qué debería ser, qué es lo que tendría que esperar?

Una especie de reemplazo, por “si le pasa algo a tu hijo”

Podrán existir enfermedades que ponen en riesgo la salud de los niños, accidentes domésticos o vehiculares e incluso peligros insospechados. Sin embargo, no se trata de pensar -absurdamente- “si le pasa algo a tu hijo, te quedarás sin nada ni nadie”.

niña besando mamá

Pues cada hijo -como cada persona de este mundo- es única y diferente. Cada uno de esos retoños escribe una historia diversa en la historia de su madre. Por lo tanto, bajo ningún concepto se puede tener un hijo para formar una especie de banco de suplentes sanguínea.

Ciertamente, jamás un pequeño podría suplantar o reemplazar a otro. Mucho menos el amor y alegría que ese pequeño aporte podrá apagar el incendio que supone la pérdida ese otro hijo. Por ello, este nefasto pensamiento tan instalado socialmente carece completamente de sentido.

No necesito esa suerte de mini plan B en caso de que le suceda algo a mi pedacito de cielo. Me niego a pensar o decretar por esas ondas negativas algo malo para mi pequeñito amor. Si elegí no tener más hijos o considero que solo así mi niño estará muy bien, no necesito aferrarme a teorías conspirativas crueles y despiadadas.

¿Procrear por las dudas? ¡No, gracias!

Sí, muchas veces es bueno tener reemplazo para algún que otro objeto en caso de que falle, se rompa, se pierda y demás eventualidades. En tal caso, el rol del segundo bien material es de mero sustituto o auxilio del primero. Ahora bien, cuando dices “si le pasa algo a tu hijo” hablas de un tesoro inmaterial e irrecuperable de cualquier forma.

Ahora bien, ¿procrear por si acaso? ¡No, gracias, paso! Pues cualquier persona que ame con todo su corazón a sus hijos bien sabrá que si le pasa algo, nadie podrá ocupar su lugar. No hay quien pueda heredar el amor que le tenías guardado para él, ni te brindará el mismo cariño.

Un segundo hermano jamás podría devolver a este mundo la sensación que causaba ese primero. Simplemente porque son seres diferentes. No es que se ame más a uno que al otro. Simplemente se quiere a los dos con un ardor inexplicable, pero son dos seres completamente diferentes, con sus particularidades y características distintivas.

Cuando di vida a dos hijos no lo hice a través de la clonación, por tanto no puede ser lo mismo para mí tener a uno o a otro a mi lado. En el fondo de tu corazón comprenderás que te has quedado solamente con uno. Y al haber perdido al otro, ya todo te dará igual, dado que no hay tristeza y dolor más grande que el que causa la muerte de un hijo.

Nadie tiene, o al menos no debería, tener dos hijos por si uno enferma o muere. Los hijos por lo general se eligen por amor, por deseo, como parte de un sueño. Se busca formar una familia, tener un hijo a quien cuidar y proteger por y para siempre.


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