¿Cuándo debemos empezar a poner límites a nuestros hijos?

Los límites son necesarios en la educación de los más pequeños. Sin embargo, saber cómo y cuándo ponerlos es también muy importante. Porque ¿cuándo un niño está preparado para interiorizar las normas que se le dicen?
¿Cuándo debemos empezar a poner límites a nuestros hijos?
Úrsula Perona

Revisado y aprobado por la psicóloga Úrsula Perona.

Escrito por Úrsula Perona

Última actualización: 16 julio, 2019

Una metáfora que uso a menudo en consulta cuando explico a los padres los límites y la disciplina es la siguiente:

Cuando compramos un rosal trepador pequeñito y lo plantamos junto a la verja de nuestro jardín, lo sujetamos a la valla atando sus ramitas para se mantengan erguidas y vayan creciendo en la dirección correcta. Si no lo hacemos, el joven rosal crecerá con sus ramas caídas por el suelo, ya que son tiernas y aun no tienen fuerza para sostenerse. Sin embargo, con el paso del tiempo, iremos retirando esas guías y sujeciones, pues el rosal irá creciendo fuerte y llegará un momento en el que se sostendrá sujeto a la valla por él mismo”.

Esta explicación nos ayuda a entender el concepto de andamiaje. Un término acuñado por Vygotsky -uno de los padres de la psicología infantil-, para explicar la necesidad de guías o “andamios” que tienen los niños al principio y que con el paso de los años hay que retirar, poco a poco, porque pueden valerse por sí mismos y habrán interiorizado las normas y valores que les hemos transmitido.

Por lo tanto, la pregunta es poner límites a nuestros hijos ¿sí o no? Los límites son necesarios, evitan que nuestros hijos falten al respeto a otras personas y lleven a cabo conductas de riesgo para sí mismos. Pero no solo sirven para eso: son fundamentales para que se sientan seguros y protegidos.

Cuando no hay límites claros, los niños no saben qué es lo que se espera de ellos, ya que no hay una guía clara que seguir.

Madre hablando hija

¿Cuándo empezar a educar?

Otras preguntas recurrentes que me hacen los padres son las siguientes: “¿cuándo debemos empezar a educarles?”, “¡Es que es muy pequeño!”.

No obstante, desde el nacimiento, sin darnos ni cuenta, empezamos a poner límites a nuestros hijos. Es algo natural. Y totalmente necesario para ellos.

Muchos padres estarán pensando “pero yo le digo que no toque algo y justo cuando se lo digo quiere tocarlo más”, es normal. Los niños a estas edades lo toman todo como un juego, y además, ¡ellos están aprendiendo a poner sus propios límites!

Por eso, es tan importante ser constantes con las normas y sobre todo con el lenguaje corporal que usamos, para que se den cuenta de que no estamos jugando. Hay una serie de señales no verbales que acompañan al lenguaje verbal que son muy importantes, como el tono de voz, la gravedad, la firmeza con la que le transmitimos una norma y la actitud con la que lo hacemos, es fundamental para que nuestro hijo entienda que no puede hacer algo.

¿Cuándo empieza nuestro hijo a interiorizar las normas?

Muchos padres se sienten algo frustrados cuando caen en la conclusión de que son como un disco rayado, es decir, están repitiendo siempre las mismas normas a sus hijos. ¿Cuándo empiezan los niños a internalizar las normas como propias?, ¿cuándo dejan de actuar mal por miedo al castigo?

Padre hablando con su hijo sobre los límites

Educar requiere tiempo y paciencia. Pensemos en nosotros mismos, en nuestras costumbres y manías. En lo difícil que nos resulta cambiarlas, aun poniendo de nuestra parte. Y, a veces, pretendemos que ellos lo aprendan a la primera. Van a necesitar muchas “repeticiones”, muchos “errores” y muchas tentativas hasta ir aprendiendo e interiorizando las conductas deseables.

Por otro lado, no solo educamos los padres. Educa la sociedad, el colegio, los abuelos, los otros niños… Con el desarrollo de la socialización nuestro hijo empezará a recibir la educación de estas normas y valores socialmente deseables no solo de la familia, sino de otros contextos de desarrollo.

El niño necesita una guía clara que seguir y un camino lo suficientemente ancho para desarrollarse con plenitud.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.