Cómo hablar para que tu hijo piense

Los padres y educadores tienen el reto de conseguir que los niños aprendan procesos de pensamiento más complejos y flexibles. ¿Cómo hablar para que tu hijo piense?
Cómo hablar para que tu hijo piense

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 07 julio, 2020

¿Cómo hablar para que tu hijo piense y lo haga por sí mismo? ¿Existen algunas herramientas que puedan ser de ayuda? Parece ser que el valor educativo de la etapa de educación infantil no es ya objeto de discusión desde hace algunos años. De hecho, enseñar y aprender a pensar es el objetivo prioritario de la educación en la sociedad actual.

Enseñar a que tu hijo piense implica determinados conocimientos, procedimientos y actitudes: conocimientos precisamente sobre el conocimiento mismo, el pensamiento, la inteligencia, la metacognición, en una palabra; procedimientos, métodos y estrategias para desarrollar las capacidades intelectuales; actitudes de búsqueda, curiosidad, admiración y satisfacción ante la misma actividad mental, sus procesos y conquistas”. (García-García, E., 1994)

Estamos inmersos en una sociedad con continuos cambios científicos, tecnológicos, económicos, políticos, de nuevos valores y pautas de comportamiento sociocultural. Los aprendizajes repetitivos no son los apropiados para que los niños se desenvuelvan es este mundo.

La sociedad y el ser humano de hoy necesitan una educación que desarrolle la capacidad de aprender, la capacidad de pensar. Es por ello que, aprender a aprender y aprender a pensar sean objetivos prioritarios.

De esta manera, es preciso desarrollar en cada persona la capacidad de aprender y de pensar por sí misma, potenciar la autonomía intelectual y moral del individuo y el respeto de esa misma autonomía en el prójimo. Además, es imprescindible, a la hora de enseñar y aprender a pensar, el no establecer con “antelación” límites a las capacidades mentales de las personas.

Niño con un post-it en la cabeza como muestra de pensamiento crítico.

“Conocimientos puede tenerlos cualquiera, pero el arte de pensar es el regalo más escaso de la naturaleza”.

– Rey Federico II El Grande –

¿Existe alguna fórmula al hablar para que tu hijo piense?

Los padres y educadores tienen el reto de conseguir que los niños aprendan procesos de pensamiento más complejos y flexibles, y que les sea posible expresar y traer esos pensamientos a la conciencia para tomar decisiones sobre su pertinencia en diversos contextos.

Para poder lograrlo, en la mayoría de los casos, supone un cambio en las intenciones de los padres o educadores para que su intervención se dirija a que los niños aprendan a tomar sus propias decisiones de una forma más consciente.

Durante esta etapa, y prácticamente desde el primer año de vida, el niño se va apropiando de distintos procedimientos de planificación y regulación de su propia conducta. Es, entonces, cuando los niños aprenden los procedimientos básicos de juego, de expresión y de comunicación o de conocimiento de su entorno inmediato.

Los distintos medios de conocimiento o de experiencias en los que se organizan los contenidos de esta etapa nos puede favorecer a la hora de diseñar actividades globales, interesantes y suficientemente complejas para que los niños, ayudados por sus padres y educadores, aumenten su capacidad de actuación reflexiva.

“Pensar es el trabajo más difícil que existe. Quizá esa sea la razón por la que haya tan pocas personas que lo practiquen”.

– Henry Ford –

A modo de ejemplo

Si observas el ámbito relativo al descubrimiento físico y social de tu hijo, puedes desarrollar actividades a partir de la formación de preguntas interesantes que permitan que el niño establezca posibles cursos de acción para resolverlas y que sienten las bases para aprender a planificar y regular su propia actuación. Esto contribuirá, sin lugar a dudas, al desarrollo posterior de habilidades metacognoscitivas.

Madre teniendo una conversación con su niña y aprendiendo a hablar para que su hijo piense.

Las actividades que permiten un uso reflexivo en el ámbito de la comunicación y la representación resultan particularmente ejemplares. Así, se podría realizar un análisis de las manifestaciones de diferentes estados de ánimo con los más pequeños a través de vídeos cortos, imágenes o cuentos y, más tarde, preguntarles cómo se siente en ese momento, por qué creen que se siente así, y un sinfín de preguntas.

“La experiencia del mundo no consiste en el número de cosas que se han visto, sino en el número de cosas sobre las que se ha reflexionado con fruto”.

La reflexión sobre distintas situaciones de comunicación con los padres o educadores contribuyen al desarrollo del pensamiento estratégico y de las habilidades de planificación y regulación antes mencionadas, por otra parte, estrechamente relacionadas con el desarrollo del lenguaje en los infantes.

Si estás dispuesto o dispuesta a hablar para que tu hijo piense, no lo dudes y ponte a ello. Con el ejemplo anterior, tienes acceso a multitud de modos de fomentar el pensamiento propio en tus hijos. !Anímate a hacerlo con tu pequeño!


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  • García García, E. (1994). Enseñar y aprender a pensar. El Programa de Filosofía para Niños.

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