Esta madre que pide ayuda a su esposo a través de una carta, dejó en evidencia lo laborioso que es atender a los niños y a la casa al mismo tiempo. Si se compartieran las tareas domésticas y de crianza, se podría disminuir el estrés que suelen padecer las mujeres cuando quedan a cargo de todo.
El impactante texto de Celeste, una mujer norteamericana, expone el agotamiento y la desesperación como un grito de auxilio a su esposo. Te invitamos a leerlo con tu familia y reflexionar al respecto.
Carta de una madre que pide ayuda
“Querido esposo,
La última noche fue dura para ti. Te pedí que observaras al bebé para que pudiera irme a la cama temprano. El bebé estaba llorando. Llorando de verdad. Podía escucharlo desde el piso de arriba y mi estómago se anudó por el sonido, preguntándome si debería bajar allí y aliviarte o simplemente, cerrar la puerta para poder dormir desesperadamente. Elegí esto último. Entraste en la habitación 20 minutos más tarde, con el bebé llorando desconsoladamente.
Colocaste al bebé en la cuna y empujaste suavemente la cuna unos pocos centímetros más cerca de mi lado de la cama, un gesto claro de que habías terminado tu tarea.
Yo quería gritarte. Quería comenzar una pelea épica en ese mismo momento. Había estado con el bebé y con nuestro otro hijo todo el día, ¡estaban malitos! Iba a despertarme un rato después para darle el pecho toda la maldita noche. Lo menos que podrías haber hecho era sostenerlo un par de horas por la noche para que pudiera intentar dormir. Solo unas pocas horas de sueño, ¿era mucho pedir?
Sé que ambos observamos a nuestros padres cumplir con los roles típicos de madre y padre mientras crecíamos. Nuestras dos madres fueron las principales cuidadoras y nuestros padres fueron relativamente manos libres. Eran excelentes papás, pero no se esperaba que pasaran una cantidad significativa de tiempo cambiando pañales, alimentando y cuidando a los niños. Nuestras madres fueron las super-mujeres que mantuvieron la dinámica familiar: cocinando, limpiando, y criando a los niños. Cualquier ayuda de papá fue bienvenida, pero inesperada”.
Tal vez nuestras madres sufrieron en silencio
“Cada día nos vemos caer en estas dinámicas familiares. Se asume mi responsabilidad de alimentar a la familia, mantener la casa limpia y cuidar a los niños, incluso cuando regreso del trabajo. Me culpo por la mayor parte también. He establecido el precedente de que puedo hacerlo ¡y en verdad quiero! No te ofendas, pero no estoy segura de querer saber cómo sería la cena de una semana contigo al mando.
También veo a mis amigas y a otras mamás hacerlo todo y hacerlo bien. Sé que tú también lo ves. Sí pueden manejarlo y si nuestras madres lo hicieron tan bien para nosotros, ¿por qué no puedo yo? No lo sé. Tal vez nuestros amigos están haciendo el papel en público y luchando en secreto. Tal vez nuestras madres sufrieron en silencio durante años y ahora, treinta años después, simplemente no recuerdan lo difícil que fue. O tal vez, y esto es algo que me digo cada día, simplemente no estoy tan cualificada para el trabajo como todos los demás. Y por mucho que me estremezca solo de pensarlo, lo voy a decir: necesito más ayuda”.
Importancia de los padres en la crianza
En esta primera parte de la carta de la madre que pide ayuda vemos lo sorprendente que resulta que, en pleno siglo XXI, se menosprecien los esfuerzos que hacen las mujeres. A muchos se les olvida que los padres también son responsables de la crianza y del bienestar emocional de la familia.
Por eso, para llevar a cabo una dinámica equitativa dentro del hogar, puedes ponerte de acuerdo con tu pareja sobre lo siguiente:
- Dividir los quehaceres del hogar y del cuidado del niño, para que ambos puedan contar con tiempo propio y un poco de descanso.
- También pueden compartir una agenda para dividirse las fechas y los horarios donde establezcan quién busca al niño en la escuela y luego le ayuda con las actividades escolares.
- Cada vez que haya una falla o un incumplimiento de los compromisos establecidos en torno al niño, aborden el tema con calma. La buena comunicación es clave para resolver los inconvenientes y continuar.
Es importante recordar que un hijo se concibe entre dos, es porque se necesitan dos personas para encargarse de su bienestar. Si te sientes identificada con la carta que escribió Celeste, seguro querrás leer la última parte, en donde deja claro lo que necesita una madre cuando se siente sola.
Madre que pide ayuda con los niños
“Por la noche, necesito una hora para descomprimirme en la cama, sabiendo que nuestro niño pequeño está dormido en su habitación y que el bebé está bajo tu cuidado. Sé que es difícil escuchar llorar al bebé. Créeme, lo sé, porque lo veo a la mayor parte del día y puedo hacerlo por las noche. Pero por favor, ¡te necesito!
Los fines de semana necesito más descansos. Más momentos en los que pueda salir de la casa sola y sentirme como una persona normal. Incluso, si es únicamente un paseo por la manzana o una visita a la tienda de comestibles. Y algunos días en los que he programado clases de natación o citas para jugar y parece que tengo todo bajo control, necesito que te ofrezcas para echarme una mano. O sugerirme que vaya a acostarme durante la siesta de los niños. O que empieces a guardar los platos sin que yo te lo sugiera. Te necesito.
Por último, necesito escuchar que estás agradecido por todo lo que hago. Quiero saber que notas que la ropa está lista y que he preparado una buena cena. Quiero saber que aprecias que amamanto a todas horas y que me saco la leche cuando estoy en el trabajo, cuando me sería más fácil alimentar al niño con fórmula.
Espero que te des cuenta de que nunca te pido que te quedes en casa después de tus eventos o actividades deportivas. Como mamá, se asume que estaré en casa todo el tiempo y siempre estaré disponible para cuidar a los niños mientras estás fuera y me baso en esa suposición mientras lo hago.
Sé que no es así como lo hicieron nuestros padres y odio incluso preguntar. Desearía poder hacerlo todo y que se vea sin esfuerzo. Y desearía no necesitar felicitaciones por hacer las cosas que la mayoría de las personas esperan de una madre. Pero agito una bandera blanca y admito que soy humana.
Te estoy diciendo cuánto te necesito, pues si sigo al ritmo que he estado, me romperé. Y eso te haría daño a ti, a los niños y a nuestra familia. Porque, seamos sinceros: tú también me necesitas”.
Bibliografía
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- Valencia Marín, A., Vargas Guzmán, L. S., Díaz Castillo, S., & Rangel Paredes, J. D. Maternidad, un sacrificio que pasa desapercibido.