Amamantar también es nutrir el alma, abrigar el corazón...

Amamantar también es nutrir el alma, abrigar el corazón...
María Alejandra Castro Arbeláez

Revisado y aprobado por la psicóloga María Alejandra Castro Arbeláez.

Escrito por Valeria Sabater

Última actualización: 30 septiembre, 2020

Amamantar es algo más que nutrir al bebé, es alimentar su corazón, es abrigar su alma, apaciguar sus miedos, sus soledades… Es por encima de todo, construir un vínculo que nace de las miradas, de las emociones.

Resulta curioso cómo en ocasiones, actos tan básicos y elementales como dar el pecho o el biberón a un hijo, cumplen en realidad muchas más funciones de las que buscamos en un principio. Los aspectos emocionales que se inscriben detrás de este acto cotidiano al que dedicas de media entre 6 meses o 2 año de tu vida, colman aspectos con los que construir el vínculo, con los que asentar el apego.

Ese tiempo que vivimos a lo largo de la lactancia hace que casi sin saberlo, nuestro bebé vaya madurando en cuanto a centros relacionados con la atención y la percepción, con la visión y también con el proceso comunicativo. Porque si hay algo que toda mamá sabe que hace mientras da el pecho, es hablar con su niño, es susurrarle, cantarle, decirle cuánto lo quiere.

Tampoco podemos dejar a un lado a los papás, porque también él da biberones, también él conecta emocionalmente con su pequeño, lo mece, lo acaricia y le habla. También él nutre el corazón del bebé y le abriga el alma…

 Amamantar, una elección personal, un modo de alimentar la vida

Amamantar, dar el pecho es una elección personal de cada mamá. Solo ella puede decidirse a hacerlo, y solo ella puede decidir también hasta qué momento la da por finalizada para iniciar el destete.

Sabemos que desde organismos como la OMS (Organización Mundial de la Salud) recomiendan la lactancia materna se extienda al menos durante los 6 primeros meses, pudiendo alargarla incluso hasta los 2 años. De este modo fortalecemos el sistema inmunitario del bebé y ponemos también ciertas barreras defensivas ante catarros, meningitis, otitis, bronquiolitos, neumonías…

A su vez, también se sabe que el  proceso de la lactancia tiene muchos beneficios para las mamás, tales como una probabilidad menor de desarrollar cánceres femeninos (entre el 11% y el 20%) o incluso de padecer osteoporosis a edades más tempranas.

Los beneficios son muchos y los costes muy pocos. Es un proceso, eso sí, que requiere tiempo y dedicación, y que necesita mucho de la madre para poder conciliar responsabilidades laborales con las familiares, no hay duda. Sin embargo, quienes lo han logrado, quienes han podido amamantar a sus hijos todo el tiempo que han considerado el adecuado, conservan un gran recuerdo. Un regalo lleno de emociones que perdura para siempre en su memoria.

Yo doy el biberón y también conecto con mi bebé, también acaricio su corazón

No, la mamá que ha elegido el biberón al pecho no es una mala madre. Asímismo, la mamá que ha tenido que recurrir a la leche de fórmula porque no le ha sido posible amamantar tal y como ella quería, tampoco debe lamentar ni echa en falta nada. Porque su bebé se va a sentir igual de amado, igual de seguro, de satisfecho y feliz.

  • Sabemos que la sociedad nos marca muchas veces qué debemos hacer y qué no debemos hacer en cada momento. De ahí, que muchas madres se vean criticadas cuando optan por alimentar a su bebé con leche de fórmula, o que más de uno le diga aquello de que “no va a asentar el vínculo de igual modo que si le diera el pecho”.
  • Amamantar es mágico, no hay duda, pero lo que edifica el auténtico apego es el hecho de tener bien cerca a nuestros bebés, de ser ese calor cotidiano, esa voz suave que arropa y que estimula, que apaga miedos, que canta, que hace reír y que susurra palabras bonitas.

Ese contacto entre madre e hijo también se construye con biberón en el centro, ahí donde las miradas se encuentran, donde la manos se acarician, donde hay sonrisas y hay un amor sincero que crea un entorno de paz y equilibrio.

Te daré el pecho hasta que yo quiera, hasta que tú me digas…

Se va a malcriar. Lo tienes pegado a tus faldas. Se va a volver consentido. No comerá de todo. Te va a quitar fuerzas. Será un niño tiránico e infantil…

Estas son las frases más comunes que escuchan muchas madres cuando dicen “no” al destete cuando su amiga, su madre, su vecina le recomienda que lo haga, porque está malcriando. Muchas de esas personas no saben que a veces, eso que algunos llaman “malcriar” es “bien-criar”.

Si desea alargar la lactancia más allá del año, es una elección personal. Si desea amamantar a dos niños a la vez, es ella quien ha considerado su decisión, ella quien lleva a cabo tal tarea. Si el niño ya anda y ya corre y aún pide teta, es cosa de la madre y de su niño el continuar con esa práctica, con esa unión fisiológica que tarde o temprano terminará por sí misma, de modo natural…

Para concluir, el acto de dar el pecho es una tarea maravillosa, algo que nos permite afianzar ese vínculo mágico con nuestro hijo. Es una elección personal, como también lo es el decidir cuándo se deja. Dejemos que cada mujer sea libre a la hora de elegir cómo criar a sus pequeños…

Imágenes cortesía app tree of life


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