Rebeldía infantil: causas y soluciones

Rebeldía infantil: causas y soluciones
María Alejandra Castro Arbeláez

Revisado y aprobado por la psicóloga María Alejandra Castro Arbeláez.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 10 noviembre, 2020

¿Rebeldía? ¿Por qué elegimos esta palabra para hablar de las dificultades que los niños encuentran, en determinadas épocas de sus vidas, con seguir las instrucciones que les dictan sus padres?¿No sería un buen sustituto para la palabra rebeldía: “actitud cuestionadora“, “cómo hacer entender a mis padres que algo en mí ha cambiado” o incluso “me estoy haciendo autónomo”? 

 

Los niños pasan por cambios rapidísimos a lo largo de la infancia. Cuanto menos edad tienen, mas rápidos son los cambios. Un niño entre 0-3 años pasa por mas cambios que un niño entre 8-11, por ejemplo. Esa condición propia de la infancia agrega un factor más de dificultad a los padres: acompañar ese ritmo.

Errores que evitar

Los padres actuales, al sentirse incapaces de controlar las mudanzas experimentadas por sus hijos, recurren comúnmente a libros o a un experto para entenderlas.

La cuestión es que ponerse en contacto con tanta información nos puede causar confusión a los adultos.

Por ejemplo, puede que en algún momento puntual, nuestro hijo con “rebeldía” esté demandando alguna intervención paterna en el sentido de limitarles, y, por haber leído aquel libro que dice que eso es una fase normal, nosotros no hagamos nada.

Tenemos que tener muchísimo cuidado con el concepto de fase. Es común ver a madres muy angustiadas por no lograr manejar algún comportamiento de su hijo, que han leído en algún lugar que eso es una fase, y que se tranquilizan porque “eso irá pasar”.

El problema ahí es que los padres entonces no se implican en lo que esta pasando a sus hijos. Y se ponen a esperar que la tal “fase” se vaya.

Sí que es verdad que los niños actúan de manera muy parecida en determinadas edades. A todos los bebés les gustan esconderse y volver a aparecer, a todos los bebés ya mayorcitos les gustan tirar objetos por el suelo, está incluso estudiado y se llaman juegos constitutivos del sujeto.

Pero la primera cosa que hay que pensar es que la manera de actuar de nuestros hijos es algo particular a cada familia y si hay algún problema, esto debería ser entendido desde el contexto familiar de cada uno.

La rebeldía puede ser característica del hecho de que el niño se está haciendo autónomo y ya no traga todo lo que le dicen sus padres. El niño cuestiona. Es duro por un lado, porque eso significa nueva readaptación de la parte de los padres.

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Sin embargo, también es algo positivo, ya que el camino de la autonomía es lo que los niños deben perseguir y eso tiene que empezar en algún momento. Puede que la rebeldía sea una manera del niño de luchar por su autonomía.

Las cosas en la vida nunca empiezan en momentos exactos, en los que estamos totalmente preparados, ni para los niños ni para los adultos.

Un niño no empieza a comer cuando sabe ya manejar la cuchara y no ensuciar. O yo, puede que me salga un trabajo que me hace ilusión y que necesite un tiempo para aprender lo que me exige para adaptarme a esta nueva situación.

Puede también que un niño no haga caso a sus padres en puntos que son fundamentales para él o hasta para su seguridad.

Por ejemplo si dices a tu hijo de unos 5 años que va en bicicleta por la calle que él debe parar y mirar antes de cruzar las calles y él no le hace caso y pasa directo. Eso puede representar un problema.

El porqué de la rebeldía

¿Porque entonces los niños no hacen caso?

Aquí es muy importante saber dos cosas:

  • La autoridad NUNCA funciona al 100%. Eso quiere decir que a veces vale más retroceder, principalmente si no se trata de algo fundamental para su hijo, que perderla completamente.

Por ejemplo, mi bebé de apenas un año actúa con “rebeldía” cuando le doy la comida yo, él sólo come si lo coge él con la cuchara. Pues mira, es mejor limpiar luego que acabe, que entrar en un embate innecesario con el niño. Además él tiene razón, ya que está camino de su autonomía.

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  • La segunda cosa, que deriva de la primera, es que esta adaptación a los cambios de nuestros hijos pasa por prever los “sís” y los “nos”.

Si el niño va creciendo, hay cosas que antes él no podía, pero que ahora sí. Nuestros hijos nos agradecen mucho cuando nos vamos adaptando a sus cambios y vamos reconociendo que ellos se están haciendo mayores y ya pueden hacer cosas que antes no. Es una especie de premio “natural”.

La rebeldía puede estar asociada a esta dificultad por parte de los padres con seguir el cambio de sus hijos, no haciendo una nueva evaluación de lo que el niño ya es capaz de hacer.

  • Con dos años y medio no les dejamos a nuestros hijos mover una olla en el fuego, pero con cuatro sí (siempre con nuestra supervisión, ¡Claro!).
  • Con diez años puede que nos cueste dejarlo coger el autobús, pero con doce sí.
  • Con tres puede que no le dejemos elegir su ropa, pero con tres y medio puede haber pasado por un cambio y igual ya puede elegir su ropa.

Hay que estar atentos a los cambios. Es socialmente establecido que las mamás tienen más dificultad de ver que sus hijos están creciendo. No sé si es así. Sea como sea, hay que intentar adaptarse a los cambios y siempre reconsiderar los “síes” y los “nos”.

Nuestros hijos nos agradecerán y puede que su actitud “dada a la rebeldía”  hacia nosotros ablande, mejorando la convivencia.

 


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