Las mejores alternativas al castigo

Las mejores alternativas al castigo
María Alejandra Castro Arbeláez

Revisado y aprobado por la psicóloga María Alejandra Castro Arbeláez.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 23 enero, 2020

¿Existen alternativas al castigo en la crianza de los niños? Afortunadamente, sí. Pues se ha demostrado que un grito, un azote o enviar al niño al rincón, tienen efectos mágicos solo a corto plazo, ya que no modifican la conducta indeseada de los niños, y además, afectan su salud emocional.

Mediante esta estrategia, no solo humillamos a nuestro hijo y dañamos su autoestima , sino que también generamos resentimiento y rechazo. Además, con esta táctica no aprenden el buen comportamiento sino actos que eviten el regaño, así como contemplar la violencia como medio para resolver conflictos.

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Pero, ¿por qué si el castigo ocasiona efectos negativos aún se utiliza?. ¿Cuáles son las mejores alternativas al castigo? ¿Cómo demostrarle a nuestros hijos que no nos agrada su comportamiento sin castigarlos, humillarlos o hacerlos sentir mal?

Pautas a seguir como alternativas al castigo

Adele Faber y Elaine Mazlish proponen en su libro “Cómo hablar con sus hijos para que estudien en casa y en el colegio” algunas líneas de acción que funcionarían como alternativas al castigo, a saber:

1- Manifestar nuestro total desacuerdo con su conducta. No se trata de atacar o etiquetar al niño, sino a su comportamiento.

2- Expresar lo que esperamos de él. Le hacemos ver lo que nos gustaría que ocurriera o cómo debería comportarse.

             

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3- Mostrarle cómo rectificar y resolver la situación. Le enseñamos la conducta correcta para que la próxima vez no cometa el mismo error.

4- Si el niño continúa con su mal comportamiento y sin rectificar su conducta, será necesario pasar a la práctica, comenzando por presentarle opciones de comportamiento.

5- Finalmente, deben tomase medidas. Se recomienda preferentemente aplicar consecuencias lógicas naturales.

El método de las consecuencias lógicas y naturales.

El objetivo de este régimen es que el niño aprenda a asumir aquellas consecuencias naturales que se derivan espontáneamente de una determinada conducta y no requieren de la intervención de los padres.

La idea es que el chico asuma también las consecuencias lógicas previamente diseñadas con objeto de estimular y contagiar decisiones responsables. Estas permiten al menor experimentar la realidad del mundo social.

En casos donde no haya consecuencias naturales o que representen un peligro para el niño, se recomienda sustituirlas por consecuencias lógicas propuestas por los padres, no como castigo, sino como alternativa. Un ejemplo: “Voy a limpiar tu cuarto. Si hay juguetes en el suelo, no puedo hacerlo, así que los guardaré en el altillo si no los recoges”.

Si bien se trata de un método puesto en tela de juicio, presenta ventajas con respecto al resto ya que, por un lado, responsabiliza al niño por sus propias conductas. Por otro, le permite tomar sus decisiones sobre el comportamiento más adecuado, facilitando la comprensión de sus acciones de modo más amplio, impersonal y social.

Las 8 nociones básicas del método

Muchas veces, al intentar aplicar esta técnica de manera errónea, los padres caemos en una suerte de castigo indirecto. Por ello, hay que tener en cuenta los siguientes principios esenciales para criar de manera adecuada a nuestro hijo apelando a esta alternativa al castigo.

  1. Mantener una relación afectiva entre padres e hijos, de respeto mutuo y estimulación.

    Foto cortesía de inspirulina.com
    Foto cortesía de inspirulina.com
  2. Ser firmes y cariñosos, ambas cosas a la vez. El tono de voz puede indicar el cariño mientras que la firmeza rige en el deseo de acción.
  3. Abstenerse de sobreproteger para permitir que el niño experimente las consecuencias de sus decisiones y evitar asumir sus responsabilidades.
  4. Ser consistentes a fin de actuar siempre con igual criterio.
  5. Estimular la independencia evitando hacer aquello que el niño puede hacer por sus propios medios.
  6. No sentir lástima, pues es una actitud negativa por cuanto indica que el niño es débil e incapaz de resolver problemas. Por el contrario, la comprensión promueve fortaleza.
  7. Hablar menos y actuar más. Sólo así vencerás la “sordera al padre”. Un tono amistoso predispondrá de mejor manera al niño a la hora de escuchar.
  8. Evitar pelear o rendirse. Debes fijar límites y permitir que el niño decida cómo responder a ellos, sin ocasionar un pleito. Tienes que estar dispuesto a seguir las consecuencias lógicas que deriven de esta decisión.

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  • Tabares, X. (1998). El castigo a través de los ojos de los niños. Bogotá. D.C.: CES-Universidad Nacional de Colombia.

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