Entrevista al pediatra Carlos González: ¿cómo ser buenos padres?

El pediatra Carlos González nos explica en la siguiente entrevista que el secreto para ser buenos padres se basa en dos esferas muy claras: tiempo y cariño.
Entrevista al pediatra Carlos González: ¿cómo ser buenos padres?
María Alejandra Castro Arbeláez

Revisado y aprobado por la psicóloga María Alejandra Castro Arbeláez.

Escrito por Carlos González

Última actualización: 24 abril, 2019

Carlos González es ese pediatra que todos desearíamos tener cerca para consultarle casi cualquier cuestión relacionada con el mundo del bebé. Autor de libros como Mi niño no me come, Bésame mucho: Cómo criar a tus hijos con amor o Comer, amar, mamar,  es en la actualidad, toda una referencia en materia de crianza, alimentación y salud infantil.

Si hay algo que sabemos como madres y padres es que la llegada de un hijo va siempre acompañada de un sinfín de dudas y desafíos. La literatura de la que disponemos en materia de pediatría es inmensa, y en ocasiones, podemos sentirnos perdidos o incluso desconcertados al ver información contradictoria.

El doctor Carlos González nos facilita mucho las cosas. Es defensor de la crianza natural y si hay algo que logra en sus libros, es conseguir que los progenitores confíen en ellos mismos. En cada uno de nosotros residen valiosas competencias para criar a un niño, y estas parten del afecto y de ese día a día donde percibir las necesidades de cada pequeño.

Biológicamente, todos los niños establecen una primera relación de apego con un cuidador primero y esa figura primaria de apego casi siempre es la madre

–Carlos González, pediatra–

Entrevista a Carlos González 

La crianza de un hijo está rodeada a menudo de una esfera donde habitan infinitas variables. El trabajo, la relación de pareja, nuestra personalidad, las ideas que nos transmite la sociedad… Todos deseamos hacerlo lo mejor posible, no hay duda, pero para ser buenos padres sin morir en el intento no requiere un manual de instrucciones; implica en realidad, dos cosas muy sencillas que nos señala el doctor Carlos González: tiempo y cariño.

En la actualidad, está ganando terreno una vez más ese enfoque de la crianza natural que nos anima a confiar un poco más en nosotros mismos. Dentro de este contexto, se recupera también el valor de la lentitud, de hacer uso de la paciencia y de ese afecto delicado que sabe estar presente frente a un mundo que en ocasiones, va demasiado deprisa.

Ser buenos padres no es un misterio que desvelar, es un acto de voluntad del día a día basado en la confianza y en el amor. Hablamos sobre ello y de otras interesantes cuestiones con todo un experto, el doctor Carlos González.

Actualmente, existe mucha información sobre cómo aprender a ser buenos padres. Todo el mundo opina, pero ¿cuáles son las consecuencias de este exceso de información?

Pues supongo que depende mucho de qué información encuentra cada cual. Porque algunas son correctas, otras aproximadas y otras completamente falsas. Y para quien quiera leer y contrastar todas las informaciones, la consecuencia bien puede ser falta de tiempo para estar con sus hijos, que es lo realmente importante.

Hoy en día, muchas mujeres optan por la lactancia a demanda. Como profesional, ¿qué puedes decirnos sobre esto?

Hoy en día y siempre. Desde que existen las mujeres –unos 200 000 años si nos limitamos a sapiens, millones si incluimos otros homínidos– casi todas han dado el pecho a demanda. Hace poco más de un siglo, la mayoría de la gente no tenía reloj.

Durante mucho tiempo, la creencia de no coger a los niños en brazos cada vez que lloran se ha considerado como algo positivo. Nos gustaría saber tu opinión como padre de familia sobre ello. ¿Qué ha funcionado en tu caso?

Los niños necesitan estar en brazos. Por eso, todas las culturas humanas –excepto la cultura occidental en algunas décadas del siglo pasado– llevan a sus hijos a la espalda todo el rato. No es ‘cogerlos cada vez que lloran’. Los llevan a la espalda sin esperar a que lloren. Porque saben que, si no lo hicieran, llorarían.

Claves para un porteo seguro.

No siempre es fácil conciliar la vida laboral y familiar. Sabemos que optaste por dedicar tiempo a la crianza de tus hijos. ¿Podrías contarnos qué te llevó a tomar esa decisión?

Recibí una educación tradicional en un colegio de curas. Me explicaron que el trabajo –“ganarás el pan con el sudor de tu frente”– era un castigo divino. Me sorprende esta postura que tienen algunos en la actualidad de identificar ‘vida’ con ‘trabajo’.

Tradicionalmente, el trabajo era lo que hacíamos para ‘ganarnos la vida’. La vida era la que hacías cuando no estabas trabajando. Y criar a mis hijos ha sido lo más importante de mi vida. Si el trabajo no te permite cuidar a tus hijos; es decir, si el trabajo no te permite ganarte la vida, sino que te impide vivir… ¿para qué sirve entonces?

¿Qué se necesita para criar a un hijo?

Tiempo y cariño.

¿Crees que los padres de ahora son más o menos conscientes del rol que tienen tanto en la educación como en la crianza de su hijos?

¿Padres varones, o padres y madres? El español no tiene dos palabras distintas, como fathers y parents, y puede ser confuso. Los padres varones han visto cambiar muchas veces su papel en las últimas décadas. Ahora se considera necesario que cambien pañales y bañen niños. Antes se consideraba necesario que trabajasen horas extras para permitir que la madre pudiera estar con sus hijos y no tuviera que volver al trabajo a los cuatro meses. Ambos papeles son muy dignos.

¿Las nuevas tecnologías son una distracción y un peligro solo para los hijos o también lo son para los padres?

Sobre todo para los padres. Se ha demostrado que los padres que ven mucho la tele (y el móvil, y la tablet, y el ordenador…) hacen menos caso a sus hijos. No podemos esperar que los niños y adolescentes muestren más autocontrol que los adultos.

La educación de los hijos se suele relacionar más con el papel de la madre, pero ¿por qué crees que todavía cuesta que el padre sea una figura relevante en esta labor?

Biológicamente, todos los niños establecen una primera relación de apego con un cuidador primario, y esa figura primaria de apego casi siempre es la madre. La única manera de que el padre fuera ‘primario’ sería que la madre fuera ‘secundaria’. ¿Qué madre querría eso? De modo que durante los primeros meses la relación con la madre es mucho más intensa, y durante años –a veces toda la vida– los niños tienen una preferencia.

Los datos revelan que hoy día hay más separaciones que antes. ¿Cómo afecta esta situación a los hijos?

Muy mal. La separación de los padres, incluso en las mejores circunstancias, es un mal asunto para los hijos. Y, además, las circunstancias muchas veces no son buenas; hay discusiones, peleas, venganzas e insultos mutuos, y los niños se ven atrapados en un conflicto de lealtades.

Hablar sobre el divorcio con los niños puede llegar a ser más difícil que la decisión misma.

En relación a la pregunta anterior, ¿existen alternativas que no afecten tanto a los niños?

Desde luego, lo primero sería evitar esas peleas, insultos y descalificaciones; dejar de intentar hacer daño a la otra parte a través de los niños. Claro que, puestos a ir ‘por las buenas’, sería mejor aún no separarse. Nos quejamos de que se hagan un 25 o 30 % de cesáreas, hablamos de ‘innecesáreas’, reclamamos que las causas médicas reales no justifican  más de un 10 o 15 % de cesáreas… y, sin embargo, aceptamos como normal que haya un 50 % de divorcio.

No puedo creer que todos ellos sean realmente necesarios, que sean causados por abusos y malos tratos. Seguro que muchos se podrían evitar si hiciéramos, desde el primer día, un decidido esfuerzo por mantener la relación. Igual que hacemos con nuestros hijos. Si un hijo de 12 o 15 años nos desobedece, no hace los deberes, nos da malas respuestas, nos miente… no se nos ocurrirá ‘divorciarnos’ de él; aguantaremos lo que sea, y buscaremos ayuda profesional si es preciso.

¿Puedes hablarnos de la importancia de dedicar tiempo a la crianza de los hijos?

Ay, qué pregunta más rara. Pues si tienes hijos, querrás disfrutarlos, ¿no? Hay mucha gente que hace enormes esfuerzos y afronta enormes gastos para tener hijos: fecundaciones in vitro a veces repetidas, largas colas o viajes al extranjero para adoptar… y otros muchos hubiéramos hecho esfuerzos similares de haber encontrado las mismas dificultades. Hemos tenido otros sueños y otros deseos, como ser bombero, modelo o pilotar un avión, pero a esos otros deseos solemos renunciar sin problemas. Claramente, tener hijos es algo que mucha gente desea con mucha intensidad. Y, cuando por fin los tienes, ¿vas a renunciar?


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.