¿Debo disciplinar a mi hijo en público?

Disciplinar a tu hijo en público jamás será sinónimo de gritarle o humillarle. Por el contrario, debes mantenerte firme pero cálido, teniendo presentes los límites que ya impartes desde casa.
¿Debo disciplinar a mi hijo en público?
Maria Fátima Seppi Vinuales

Escrito y verificado por la psicóloga Maria Fátima Seppi Vinuales.

Última actualización: 02 junio, 2023

Si le preguntas a un padre cuál es su «escena temida», con seguridad algunos coincidirán en el «berrinche o pataleta» de sus hijos en público. De repente, un paseo por la plaza o la visita a un centro comercial puede acabar convirtiéndose en un momento de tensión y estrés. Entonces surge en ellos la pregunta, «¿debo disciplinar a mi hijo en público?»

Y es que, en ocasiones, es mayor la reacción del padre que el problema en sí mismo. Por eso, quizás te resulte conveniente seguir leyendo para saber si deberías disciplinar a tu hijo en público y de hacerlo, cuál es la mejor forma de llevarlo a cabo.

¿Es correcto disciplinar a tu hijo en público?

La respuesta a esta pregunta es sí. ¿Sorprendido?

Sí, debes poner un límite a un comportamiento inadecuado de tu hijo en público. Ahora bien, debe quedar claro qué entiendes por disciplinar. La disciplina no se trata de gritar, humillar o avergonzar a un niño, ni en público ni en privado.

Por el contrario, la disciplina implica educación y aprendizaje, que empiezan mucho antes que una salida en público. Se trata de hacer que respete normas, previamente conocidas y acordadas.

En este sentido, si van a realizar planes, es conveniente que antes de salir de casa puedas anticiparle a tu hijo qué harán, cómo esperas que actúe, qué conductas están permitidas y cuáles no.  Esto, sin dudas, ayuda a darle cierta seguridad y previsibilidad.

Por último, una razón más por la cual es importante disciplinar a tu hijo en público: la conducta indeseada está transcurriendo en ese preciso instante . Si esperas a llegar a casa, es posible que no lo comprenda.



Claves para disciplinar a tu hijo en público

A continuación, algunas sugerencias para intervenir de manera positiva ante un mal comportamiento de tu hijo en público.

Intenta bajarte a su altura

Si se trata de un niño pequeño, una forma de captar su atención desde la empatía es bajando a su altura. Es como intentar generar una situación de «tú a tú» en lugar de que parezca que alguien «desde lo alto» da órdenes.

¿Qué quiere decir esto? Que debes agacharte, mirarlo a los ojos y explicarle lo que está haciendo mal y por qué no debe hacerlo.

Recuerda las normas

Dado que los límites se trabajan desde antes, puedes señalarle a tu hijo aquello que acordaron y cuáles son las consecuencias ante el incumplimiento. No esperes que el niño sepa que está haciendo algo malo sin antes habérselo explicado.

Habla de una manera tranquila pero firme

Los gritos no son necesarios para lograr el respeto. Mantener un vínculo cálido y afectuoso proporciona un mejor contexto para el aprendizaje. Incluso, si le gritas o humillas, podrías crear una situación que en un futuro tu hijo todavía podría recordar con «resentimiento».

Pregúntale qué necesita y empatiza

Ayudarlo a identificar qué le sucede te permitirá tener la «llave maestra» para darle aquello que necesita. Una vez que lo sepas, demuestra que lo comprendes y proponerle un plan alternativo.

Por ejemplo, si tu hijo quiere un refresco dulce, pero durante la semana no le permites beberlo, puedes decirle: «Entiendo que quieres un refresco, pero recuerda que durante la semana, no acostumbramos a beberlos. ¿Te parece que apuntamos este deseo en un papel para cumplirlo el fin de semana?».

¿Qué evitar al intentar disciplinar a tu hijo en público?

También existen algunas acciones que debes evitar si lo que quieres es que tu hijo aprenda.

Compararlo con otros niños

Por ejemplo, si estás en un cumpleaños infantil y tu hijo se comporta mal, evita ponerlo en una situación de inferioridad respecto a otros chicos. Es muy común que esto suceda: «¡Mira qué bien se comporta Juan! En cambio, tú eres desobediente».

Estos comentarios no solo no resultan constructivos, ya que no orientan hacia el comportamiento deseado, sino que incluso pueden resultar hirientes. Piensa cómo te sentirías si tu jefe en una reunión de equipo te dejara en evidencia al compararte con un colega. ¿Te sentirías mal, cierto? Entonces, evita hacérselo a tu hijo.

Gritar o emplear la violencia

Si quieres frenar un comportamiento inadecuado, la violencia jamás será el camino. El maltrato y la violencia no educan, sino que preparan para la defensa. Además, generan rencor. En este estado, un niño no está en condiciones de «frenarse» sino que su enojo escalará aún más.

Ridiculizar al niño o burlarse

Las burlas son muy ofensivas y en cierto modo, también es un abuso de poder por parte del adulto. En cuanto al uso del sarcasmo, en general, no lo entienden y, por lo tanto, no es efectivo.

Decir que «sí» a aquello que siempre dices que no

Con tal de resolver el conflicto cuanto antes, es fácil caer en la tentación de ceder. Por ejemplo, usar el móvil durante la comida. Esto envía un mensaje confuso y luego será complejo «dar marcha atrás». Ahora bien, si vas a comer con tus amigas y tu hijo te acompaña, es lógico que se aburra. Por eso, lo mejor será llevarle algún juguete para que se entretenga.



Conocerse para anticiparse

Cuando son pequeños, los adultos funcionan como interlocutores de las necesidades de sus hijos. Aprenden a decodificar sus gestos, el significado de cada llanto. «Es que tiene sueño», «lo que le pasa es que tiene hambre»… son algunas de las frases que suelen decir madres y padres cuando explican qué le pasa a su niño. Y es cierto, forman parte de las causas más frecuentes de un estallido emocional.

Esto es así porque los chicos aún tienen que recorrer el largo camino del crecimiento y del desarrollo emocional. Este implica que ellos puedan identificar qué sienten y si necesitan pedir ayuda para resolverlo. El famoso «berrinche» es, en realidad, esa vía de expresión.

Por eso, es necesario que conozcas a tu hijo para poder identificar cuándo está llegando a su límite. De esta manera, podrás actuar antes y evitar que se desencadene un conflicto.

Al momento de disciplinar, ponte en su lugar

Piensa en esta situación: llevan toda la mañana haciendo mandados, compras, visitas a la abuela, paseo con la mascota. Cerca del mediodía, queda un último pendiente, retirar un pedido de la tienda. Quizás, a simple vista, es cómodo hacerlo, ya que están cerca del lugar. Pero si piensas un momento, quizás no sea tan conveniente porque es la hora de la comida, tu hijo no ha comido nada y llevan varias horas andando.

¿Qué decisión crees que podrías tomar? Por un lado, parar y comprar algo para saciar de manera momentánea su hambre. A lo mejor, decides volver a casa. La respuesta dependerá de aquello que crees que puede tolerar tu hijo.

Por último, también es importante que seas capaz de detectar tus propios estados emocionales. Si has tenido un día difícil y tu hijo insiste en ir a la plaza, antes de decir que sí, detente a pensar.

Quizás sea conveniente que le propongas realizar otro plan, en lugar de llevarlo y enojarte por situaciones que, en otro momento, no te molestarían. Respetarte y conocer tu «umbral de tolerancia» te permitirá ser coherente a la hora de aplicar disciplina y te ayudará a cuidar el vínculo con tu hijo.


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