El castigo físico afecta el coeficiente intelectual de los hijos
Cuando nacemos, los seres humanos poseemos similares respuestas a estímulos que tenemos cuando ya somos mayores: el placer, la sorpresa, la ira, la angustia y la vergüenza entre otras. A medida que crecemos, estas respuestas se combinan con la experiencia para formar una vida emocional más compleja.
La parte afectiva de los niños se ve deteriorada cuando son maltratados, en la gran mayoría cuando los golpes van acompañados con palabras bruscas, que hacen que el chico pierda su autoestima, se deprima y evite estar en contacto con cualquier miembro de su familia y amigos. El cuadro de ansiedad y el pensamiento negativo hacia sí mismo desarrolla y disminuye un concepto de lo que el pequeño es como persona.
La inseguridad hace que no tenga buen rendimiento académico y no entienda lo que está estudiando, creando lagunas académicas graves. Esta situación genera malestar en los padres y se rinicia el ciclo de maltratos y golpes.
Aún en países desarrollados, todavía hay muchísimos adultos que aprueban el castigo físico a pesar de que las evidencias apuntan a que, no solo no funciona, sino que empeora las cosas; sin contar que hay otras alternativas eficaces.
El castigo físico implica el uso de la fuerza corporal con la intención de que el niño experimente incomodidad y dolor con el fin de corregir su conducta.
Es importante que tengas en cuenta que la gran mayoría de los padres que son golpeadores fueron golpeados también.
Todo castigo es malicia; todos castigo en sí mismo es malo.
Jeremy Bentham
El castigo físico no sólo causa dolor en el niño; también puede originar traumas que lo acompañarán toda la vida. Uno de ellos es, según un estudio realizado por científicos estadounidenses, una reducción del coeficiente intelectual que perjudicará su rendimiento en cualquier actividad que emprenda en la juventud y en la vida adulta.
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