Niños que se enfadan por cualquier cosa

Los niños que se enfadan por cualquier cosa necesitan más cuidado y atención.
Niños que se enfadan por cualquier cosa

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 03 octubre, 2019

Los niños que se enfadan por cualquier cosa necesitan una atención y cuidado especial, ya que esta respuesta puede esconder malestares internos ocultos. Vamos a desarrollar más este tema en este artículo.

El enfado

El enfado es una emoción básica del ser humano que surge ante una situación de disconformidad frente a una situación determinada. Los niños se rigen por sus emociones y todas sus manifestaciones son vividas por ellos con una gran intensidad. En el caso del enfado, no es malo que sientan esa emoción. El problema surge cuando la conducta que genera ese enfado es perjudicial o se generaliza.

Niños que se enfadan por cualquier cosa

Si nos paramos a observar con detenimiento, podremos encontrar en los instantes previos la causa que ha generado esa reacción. Una respuesta no esperada, una necesidad no satisfecha, una caricia o atención no recibida u ofrecida a otro, etc., pueden ser los motivos que desencadenen una nueva reacción de enfado en el niño.

Niña que se enfada por cualquier cosa.

Es muy importante prestar especial atención a estos casos, ya que un enfado tan continuado no es algo normal ni saludable. Será importante que iniciemos, solos o con ayuda profesional, un proceso de análisis de su situación personal para detectar qué aspectos pueden generarle esas respuestas de frustración.

Causas que pueden llevar a un niño a estar continuamente enfadado

Existen varias posibles causas desencadenantes de estas conductas:

  • Una situación actual de estrés: el nacimiento de un hermano, un divorcio, la entrada en el colegio, exámenes, etc.
  • Una situación continuada (y muchas veces normalizada) de maltrato físico o psicológico. Estas vivencias provocan dos respuestas en los niños: indefensión aprendida o ataque. En este último caso, los niños exteriorizan su enfado con las personas que le generan el daño y pueden llegar a generalizar esta respuesta ante cualquier otra situación que perciben como amenaza.
  • Situaciones de maltrato o estrés que vivió la madre durante el embarazo y primeros años de crianza. Esta vivencia genera en los niños una reacción de embotamiento emocional y una respuesta automática de desconfianza y ataque ante posibles situaciones hostiles.
  • Un patrón de respuesta familiar basado en la frustración y el enfado. Los niños aprenden por imitación, adoptan el patrón de respuesta familiar y lo generalizan ante situaciones que le generen malestar.
  • Otras.

Resulta de vital importancia para el niño encontrar qué motivos están provocando en él sus respuestas de enfado y actuar consecuentemente para modificar la situación.

Cómo podemos ayudar a los niños que se enfadan

Para intervenir en estos casos, se recomienda que los diferentes ámbitos involucrados en la vida del niño (familiar y escolar, principalmente) implementen de manera coordinada una serie de respuestas para acompañar al niño en la resolución satisfactoria de su problema. Las recomendaciones principales serían:

Niña enfadada con su madre.
  • Adoptar una actitud respetuosa y calmada. Mostrarle, con el propio ejemplo, una nueva alternativa de respuesta. Responder a un enfado con más enfado refuerza la respuesta inicial del niño.
  • Interesarse por él, por sus emociones y por su interpretación personal de la situación. Esto nos permitirá entender un poco más su conducta y ofrecerle acompañamiento afectivo, en muchas ocasiones, una de las causas principales de estos comportamientos.
  • Ofrecerle y animarlo a encontrar alternativas de respuesta más saludables y respetuosas: técnicas de relajación y respiración, elegir objetos sobre los que descargar su ira, cuentos que abordan el tema, etc.
  • Dejarle claros los límites: puede expresar su enfado sin agredir a nadie ni destruir nada.
  • Favorecer su autoconocimiento emocional: cuando el niño consiga responder sin enfadarse, es importante reforzar su nueva conducta e indicarle que observe cómo se siente en comparación con cómo se siente cuando se enfada.
  • Observar qué situaciones le generan la respuesta para evitarlas o, en caso de que se den, ofrecerle las alternativas acordadas. Poco a poco, el niño interiorizará las nuevas respuestas.
  • Incentivar su empatía. En los casos en los que los niños descargan su enfado agrediendo, es importante trabajar con ellos para que puedan entender cómo se siente la persona agredida (“¿Cómo crees que se X se siente ahora?”, “¿Te sientes bien viéndolo así?”, etc.).

Conclusión

Intervenir en los casos de niños que se enfadan por cualquier cosa resulta un tema crucial tanto para favorecer la adaptación actual del niño a su entorno y la tranquilidad de sus familias y maestros, como para evitar problemas mayores a largo plazo de inadaptación social y emocional.

Actuar de este modo dotará a estos niños de recursos más saludables para gestionar sus emociones y resolver satisfactoriamente cualquier problema que pueda presentarse en su vida. Ante la frustración, el enfado dejará de ser su respuesta automática y su salud mental se verá recompensada.


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  • Gutman, Laura. (2008): Crianza. Violencias invisibles y adicciones. Barcelona. Integral
  • Serrano Hortelano Xavier. (2011): Profundizando en el Diván Reichiano. La Vegetoterapia en la Psicoterapia Caracterioanalítica. Madrid. Biblioteca Nueva

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