La importancia de la función simbólica en los niños

La importancia de la función simbólica en los niños radica en la capacidad que esta le otorga de crecer, aprender y socializar. Al tiempo que se fomenta el desarrollo emocional del pequeño, sus habilidades van quedando al descubierto.
La importancia de la función simbólica en los niños
María Alejandra Castro Arbeláez

Revisado y aprobado por la psicóloga María Alejandra Castro Arbeláez.

Última actualización: 05 enero, 2022

Tiene una gran dosis de ficción que surge de su inquieta imaginación. La importancia de la función simbólica en los niños radica en las posibilidades de desarrollo emocional y cognitivo que les aporta. La capacidad de crear historias en su mundo interno les ayuda a enfrentar sus miedos y también a socializar.

Los niños inventan, relacionan, simbolizan sus vivencias mediante historias. Lo hacen a través de sus juegos o dibujos, en los que representan una realidad surgida de la imitación o de su imaginación. Los gigantes, las muñecas o las hadas suelen tener roles protagónicos, muchas veces basados en sus padres, hermanos, otros familiares o amigos.

La función simbólica: ¿desde cuándo?

Primero que nada, es importante definir que es la función simbólica. Se trata de la capacidad que los niños y niñas desarrollan para crear imágenes mentales de objetos y experiencias, las cuales se manifiestan a través del juego o dibujos.

Es alrededor de los 18 o 24 meses cuando comienza a desarrollarse es e pensamiento simbólico según diversos estudios. Los niños piensan con símbolos, imágenes, gestos, juegos o palabras. Estímulos reales les colocan en contextos distintos y comienza la representación simbólica. Hasta ese momento, es la imitación la que suele regir su comportamiento.

A partir de esa edad, el niño puede imitar comportamientos de personas ausentes o adaptar las funciones de los objetos a sus necesidades. El lenguaje también es una forma de representación cuando el niño evoca hechos que no son del momento.

La función simbólica en los niños les ayuda a generar medios de expresión propios. Muchas veces es la base para resolver conflictos con el mundo de los adultos. La función simbólica también ayuda a los niños a mejorar la comprensión lectora y en situaciones lógica-matemáticas.

Las relaciones con el entorno

Esta capacidad de crear y manejar una amplia variedad de representaciones simbólicas no nace con el niño. Se construye a partir de las relaciones con el entorno y de los cuidados que reciba. Es la función simbólica con la mediación especial de sus padres la que dará sentido a la existencia de esa personita. La herencia genética no garantiza esa condición propia del ser humano.

La importancia de la función simbólica en los niños.

La función simbólica en los hijos tiene que ver con cómo es recibido por sus padres y el resto de la familia. Así, el bebé se va haciendo parte del grupo familiar, de la sociedad y es capaz de entender y respetar creencias y costumbres.

La función simbólica y los padres

El niño necesita comunicarse y son los padres los primeros llamados a escucharlo e interpretar sus peticiones. Esta es la clave que le abre paso al mundo simbólico, lo que transforma sus gestos o gritos en exigencias afectivas. Es también el surgimiento de un ser que desea, se comunica y se relaciona, en especial, con su madre

Con el paso del tiempo, esa comunicación le permite al niño entender que puede expresar bienestar o malestar. Va surgiendo, así, ese ser pensante capaz de asimilar períodos de separación de sus padres. Los compensará con simbolismos, como esconder juguetes o posesiones que sabe que están guardadas.

El juego del escondite es una representación de esa separación que le permite diferenciar entre la realidad y la fantasía. Las dramatizaciones, los dibujos o los mismos juegos adquieren esa función simbólica que le permite desarrollar su imaginación para enfrentar distintas situaciones.

El juego simbólico

Los niños suelen representar distintos roles como parte de esa función simbólica. En el juego se convierten en cualquier personaje, algunos surgidos de situaciones de la vida real. Estas representaciones mentales mejoran el lenguaje y favorecen la socialización, mientras potencian su desarrollo emocional y motor. También le ayudan al pequeño a asimilar su entorno.

En este sentido, los padres deben facilitarle los materiales al pequeño para estimular el juego simbólico. El niño puede tener al alcance hojas, colores, cubos, cuadernos, entre otros objetos que estimulen la imaginación del bebé.

El juego simbólico está precedido por el juego compartido, que se inicia con la madre y luego se extiende a otras personas. A partir de los 18 o 24 meses surgen las simbologías, que con el paso del tiempo se van haciendo más complejas. Al principio, los juegos pueden ser individuales y luego grupales. Esto último influye en su capacidad de socializar.

Niño desarrollando la función simbólica mediante la imitación.

Las ventajas del juego simbólico de los niños

A través de la función simbólica del juego en los niños, los adultos pueden detectar conflictos internos. Si se está atento a cómo proyecta sus miedos, será más fácil ayudarlo. Además, con la representación simbólica de otras personas, el niño aumenta su conocimiento del entorno, ya que para imitarlos, primero debe saber cómo actúan.

El niño aprende mientras juega. La creatividad, la curiosidad y la autonomía se potencian cuando la función simbólica aparece en los niños, quienes también serán más capaces de respetar normas.

En este sentido, resulta fundamental promover la función simbólica en los niños. El simple hecho de jugar e interpretar diferentes roles resulta muy beneficioso para el desarrollo psicomotor del pequeño.


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