Por qué no ocultar a los niños situaciones difíciles

Ante una situación familiar complicada, mantener a los menores al margen puede generar desconfianza y entorpecer su desarrollo emocional. Te contamos por qué no hay que ocultarles a los niños lo que ocurre.
Por qué no ocultar a los niños situaciones difíciles
Elena Sanz Martín

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz Martín.

Última actualización: 17 noviembre, 2022

Desafortunadamente, la vida no siempre es sencilla ni justa. Todas las personas y las familias, en algún momento, pueden atravesar etapas complicadas que incluso para los adultos son difíciles de gestionar. Entonces, en un intento por preservar la inocencia y la tranquilidad de los más pequeños, podemos sentirnos tentados de mantenerlos a un lado y no compartirles lo que ocurre. Sin embargo, hoy queremos contarte por qué es importante no ocultar a los niños las situaciones difíciles.

Hay diversas experiencias que pueden ponernos en este dilema. Por ejemplo, una enfermedad grave, la muerte de un familiar, un despido laboral, un divorcio o una separación. En definitiva, las situaciones adversas que pueden causar dolor y preocupación, pero que inevitablemente afectan a los niños como parte del núcleo familiar. ¿Cómo podemos gestionarlas sin ocultarles lo que sucede, pero sin causarles daños innecesarios? Lo exploramos a continuación.

Conoce por qué no debes ocultar a los niños las situaciones difíciles

En primer lugar, es comprensible que hayas tenido la idea de apartar a tus hijos del conflicto que tiene lugar. Sabemos que lo haces con la mejor de las intenciones y en procura de evitarles el sufrimiento. Ahora bien, la decisión que tomes al respecto puede afectar a vuestra relación y también al desarrollo emocional de tu hijo. Por esto, para que puedas decidir con información, te contamos qué ocurre al ocultar a los niños situaciones difíciles.

Se agrava la preocupación

Aunque pensemos que ocultándoles la información les protegemos de la preocupación, lo cierto es que podemos incluso agravarla. Tengamos en cuenta que los niños son muy perceptivos y se darán cuenta de que algo ocurre.

Los menores notarán los cambios derivados del problema en su día a día y en sus rutinas. Del mismo modo, se percatarán del estado de ánimo de sus padres, que quizá estén más tristes, más irascibles o más ausentes que antes. Quizá no sepan por qué, pero sabrán que ahora todo es diferente y esto les llevará a buscar explicaciones.

Así, en esta búsqueda, pueden concluir que ellos son los causantes del problema y desarrollar un gran sentimiento de culpa. También, pueden preocuparse más de lo debido al imaginar algunas posibles explicaciones catastróficas muy alejadas de la realidad.

Aunque le ocultemos al niño que nos han despedido del trabajo o que hay otro problema, él se dará cuenta de que algo ocurre, ya que es muy perceptivo, y esto podría afectarle mucho más.

Se daña la confianza

Un vínculo sano y sólido con los hijos necesita que exista confianza por ambos lados. Al ocultarles la verdad, podemos dañar esa confianza. Cuando descubran lo que ocurre, y sepan que les hemos mentido, pueden sentirse traicionados. Pero esta sensación puede aparecer incluso si solo perciben que evadimos el tema u ofrecemos explicaciones poco convincentes. Si los pequeños sienten que no confiamos en ellos para compartir la verdad, tampoco confiarán en nosotros.

La sobreprotección no es el camino

Por otro lado, es importante considerar que no podremos protegerles siempre y que la vida, inevitablemente, les traerá situaciones complicadas. Por ello, podemos usar esta oportunidad para ayudarles a desarrollar resiliencia y enseñarles cómo gestionar sus emociones en momentos difíciles. Sin duda, este será un aprendizaje muy valioso del que les privamos al ocultarles la realidad.

¿Qué podemos hacer en lugar de ocultar a los niños situaciones difíciles?

Como ves, ocultar a los niños situaciones difíciles no es la mejor política. Pero sí es importante tratar de evitarles el sufrimiento en la medida de lo posible. Para esto, hemos de saber cómo gestionar la comunicación con ellos. A continuación, te ofrecemos algunas valiosas pautas al respecto.

Decir la verdad de una forma adecuada

Hemos de escoger las palabras apropiadas en función de la edad y la madurez del niño. La clave es decir siempre la verdad, pero no aportar datos innecesarios que puedan confundirles o abrumarles. Es decir, crear un discurso que les informe de forma concreta de lo que ocurre y de cómo afecta esto a la familia y a ellos mismos.

Escoge un lugar privado y un momento íntimo en que los padres podáis comunicar la noticia con tranquilidad y cercanía. Procura que el niño no esté muy cansado, hambriento o irritable en ese momento y elimina todas las distracciones, como ser la televisión. Igualmente, sobre todo con los más pequeños, es importante mirarles a los ojos y ofrecer contacto físico, como por ejemplo dándoles la mano.

Mostrar emociones

Es importante dar la noticia con calma, ya que el niño no debe vernos totalmente desbordados o fuera de control. Sin embargo, sí es positivo expresar nuestras emociones y compartir con él si nos sentimos tristes o preocupados. Esto le ayudará a ver que es natural sentirse así y se generará una intimidad emocional muy beneficiosa entre las dos partes.

Ante un problema, lo mejor será comunicarle al niño lo que ocurre y permitirle expresar sus emociones y dar su parecer al respecto.

Permitir la expresión de los niños

Tras comunicar lo que ocurre, hemos de darles un espacio para expresarse, tal vez para hacer preguntas sobre algún aspecto que les preocupe o necesiten aclarar. Pero, sobre todo, para que puedan expresar sus emociones.

Si surge en ellos miedo, tristeza o ira, si rompen en llanto o se muestran enfadados, la labor de los adultos será acompañar esas emociones. Muchas veces restringimos a los niños diciéndoles que no es para tanto o que deben ser fuertes, pero es fundamental validar su sentir.

Desarrollar la resiliencia

Ahora bien, lo anterior no significa que dejemos a los niños a merced de su malestar. Es un momento idóneo para enseñarles a lidiar con sus emociones. Por ejemplo, podemos animarles a pintar o a escribir para canalizar su malestar, ayudarles a poner nombre a lo que sienten y modelar para ellos una actitud optimista. La forma en que vean a sus adultos de referencia hacer frente a la adversidad será interiorizada como propia y utilizada también por ellos.

La familia es un equipo

Por último, es una buena idea dejar que los niños se sientan partícipes no solo del problema, sino también de la solución. Escuchar sus ideas para mejorar la situación familiar puede hacerles sentir valiosos, útiles e importantes y fortalece su sentido de pertenencia. Por ejemplo, si todos los viernes se cena fuera, el menor puede proponer hacer hamburguesas caseras para ahorrar dinero tras el despido laboral.

Sin embargo, siempre deben tener claro que no es su labor preocuparse de arreglar el problema y que los adultos se harán cargo y lo protegerán. Cargarles con un peso que no les corresponde, como tener que animar a sus padres tras un divorcio, puede ser muy perjudicial.

En lugar de ocultar a los niños situaciones difíciles, crea una oportunidad de aprendizaje

En definitiva, pese a que sea duro compartir con los niños la verdad de ciertas situaciones, es la mejor alternativa. Esto fortalecerá la confianza, les permitirá comprender qué ocurre a su alrededor y será una oportunidad para volverse más fuertes e inteligentes a nivel emocional.

La resiliencia, el optimismo, la capacidad de apoyarse en los seres queridos, entre otras, son estrategias muy necesarias para lidiar con el dolor y la adversidad a lo largo de la vida. Este puede ser un buen momento para que tu hijo las adquiera de tu mano.


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