Enfermedades crónicas: Ayuda a tu hijo a convivir con ellas
Seguramente te cogió por sorpresa, cual verdadero jarro de agua fría. Aun representando un mayor o menor riesgo para la vida de tu hijo, las enfermedades crónicas ponen a prueba al niño que la padece, pero también a su madre, e incluso a toda la familia.
Claramente no esperabas esta noticia y probablemente al inicio te invada el temor de no estar a la altura de las circunstancias.
Así que en este artículo nos adentramos en un mundo poco abordado, el de las enfermedades crónicas, pero centrándonos en los cambios de hábitos y en la manera de ayudar a nuestros hijos a aceptar sus afecciones para poder convivir con ellas, sin frustrarse en el intento.
Infórmate y quítate las dudas
Tu hijo padece una de las enfermedades crónicas que solía conmoverte cuando la presentaba un niño al cual ni siquiera conocías y te invade un regimiento de sensaciones negativas y, especialmente, mucho miedo por lo que pueda enfrentar tu pequeño.
No importa lo grave sea, desde las más “simples” hasta las más peligrosas, las enfermedades crónicas se nos presentan como aquel acérrimo enemigo imbatible, el Goliat de nuestra vida y la de nuestro hijo. No obstante, hay una manera de vencerlo: buscando datos y testimonios.
Siempre evitando dejarte vencer por la adversidad, busca información en portales de salud especializados y periódicos o consulta al médico las veces que sean necesarias. Asimismo, pueden existir grupos y asociaciones de pacientes y familiares con ese mismo padecimiento.
La experiencia de las demás personas, devenidas en útiles testimonios, pueden ser de gran utilidad para prepararte psicológicamente y para conocer pasos a seguir en detalle. Pero ten en cuenta que cada organismo y cada caso es completamente distinto, tómalo como una simple guía pero no como mandamiento.
Enfermedades crónicas: El puntapié inicial es la aceptación
Ya te han dado el diagnóstico y te has informado mediante distintas fuentes sobre el cuadro que presenta tu hijo. Llegó un momento crucial: la aceptación de la condición. Este es, sin lugar a dudas, un momento bisagra por cuanto te arma de la coraza necesaria para comenzar a ayudar a tu hijo como él necesita.
Una vez que aceptas que eso que no esperabas mas está sucediendo e involucra a tu hijo, aún con todo el dolor del alma, entiendes que hay que ser fuertes y positivos. Es el momento de aprender a convivir con eso que simplemente, por mera casualidad o por una mala pasada del destino, les toca enfrentar.
El proceso de aceptación encubre nada más y nada menos que una incansable batalla contra el miedo, ese compañero de viaje no solo del enfermo sino que también del responsable del menor. Se trata entonces de neutralizar el miedo y minimizar la situación a como dé lugar.
No hay lugar para sentir culpa
Uno de los factores comunes que se repite con insistencia en cualquier consultorio donde se informan enfermedades crónicas es que las madres suelen manifestar sentimientos de culpa. Pues esta sensación en el que se hallan inmersas muchas madres es inconsciente e inevitable.
Sin embargo, es obvio que una madre no tiene responsabilidad alguna sobre estos problemas, sean a nivel gástrico, coronario, neurológico, renal, hepático o pulmonar, entre otros. Precisamente, éste es el punto que debe comprender muy bien la mamá del niño enfermo.
No te preguntes por qué, ni sientas culpa por esta lastimosa circunstancia de la vida. Claramente, tú no lo elegiste para tu hijo ni hiciste nada para que esto así suceda. Con estos pensamientos solo consigues autoinmolarte, martirizarte y, con ello, resentir la dinámica familiar.
Junta fuerzas y explícale a tu hijo
¿Quieres ayudar a tu hijo a afrontar como un verdadero Titán su enfermedad crónica?, pues entonces junta tus propios pedazos, ármate y sal a enfrentar el partido de tu vida. Porque, tal como se afirma, estas circunstancias forman parte de ese grupo de adversidades que ponen a prueba a las personas.
Es hora de poner al día a tu hijo, considerando la mejor manera de explicarle lo que implica para su vida cotidiana, si supone algún tipo de tratamiento e incluso si será necesario modificar el estilo de vida o simplemente algún tipo de hábito particular.
Para ello, puedes acudir a cortometrajes animados y libros infantiles que seguramente las asociaciones especializadas en la materia desarrollaron para estos fines. Puedes incluso pactar una cita con su médico de cabecera para que el niño hable sin pruritos con él, a fin de disipar dudas y transmitir tranquilidad.
Modificar los hábitos necesarios
Otro aspecto fundamental para ayudar a tu hijo a convivir con enfermedades crónicas es, principalmente, adherirse al tratamiento para luego modificar todos los hábitos necesarios en pos de conseguir el bienestar del niño.
Este paso implica desde tomar medicamentos tal como fue indicado hasta realizar las dietas necesarias que pueden contribuir a exterminar el malestar respetándolas metódicamente. También es menester que el chico entienda la importancia de acudir a las consultas y realizar los estudios clínicos solicitados.
Y finalmente, el paso siguiente: modificar hábitos como alimentarse adecuadamente, dormir lo suficiente, realizar ejercicio físico, manejarse con viandas y pastilleros al acudir a reuniones e incluso renunciar a aquello para lo cual aún no se está preparado o se desconoce el modo de afrontarlo.
Actitud positiva, clave para convivir con enfermedades crónicas
Parece una obviedad, pero no está de más achacar en un precepto de vital importancia. Una actitud positiva ayuda a aceptar y aprender a convivir con las enfermedades crónicas de los pequeños. La estrategia es simple: fomentar una buena calidad de vida y pensar que vivir vale la vida, no la pena.
¿Cuál es el beneficio de mantener una actitud positiva? Pues nada más y nada menos que sobrellevar la enfermedad de la mejor manera: con la fuerza, entereza y valentía necesarias. Y lo mejor de todo es que no contaminas el ambiente del hogar con el mal sabor de esta situación.
De esta manera, según especialistas en el tema, se consigue:
- El bienestar del pequeño y todo su entorno.
- Un sentimiento de satisfacción.
- Favorecer las relaciones afectivas de una manera positiva como arma infalible contra cualquier enfermedad.
Como reza el dicho popular, el humor y el amor sanan. Por eso, en caso de enfermedades crónicas, se sugiere diversificar las parcelas de felicidad, evitando poner todos los huevos en la misma cesta. Hurga las distintas fuentes de satisfacción de tu hijo para alimentar su ilusión y las ganas de vivir intensamente.
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