Dolor durante la lactancia: qué es normal y qué no

El dolor, las infecciones, el bajo peso del bebé y los problemas de duración de las tomas son algunas situaciones que pueden presentarse durante la lactancia. Descubre por qué se producen, si son normales y cómo solucionarlas.
Dolor durante la lactancia: qué es normal y qué no
Diego Pereira

Escrito y verificado por el médico Diego Pereira.

Última actualización: 20 diciembre, 2022

El dolor durante la lactancia materna, así como otros problemas, son muy comunes, en especial en madres primerizas. En la inmensa mayoría de los casos esto no representa un problema en el bebé, pero si eres parte de la minoría, no te preocupes. Por lo general, ¡todo tiene solución!

Muchas de las recomendaciones que proporcionamos a continuación están basadas en el extenso manual de Consejería en Lactancia Materna, de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Si te interesa saber de forma resumida lo que es normal y lo que no durante este proceso, ¡sigue leyendo!

¿Qué es normal?

Lo que mencionaremos a continuación puede llegar a considerarse normal siempre y cuando no represente un problema para la madre o el bebé. En cada uno de los apartados te explicamos qué significa esto a detalle.

Dolor durante la lactancia

Acto de la lactancia materna
Mientras sea muy breve, el dolor puede ser normal al inicio y al final de la succión.

No estamos diciendo que la lactancia materna sea un proceso doloroso. De hecho, es todo lo contrario. Sin embargo, lo cierto es que en las madres menos experimentadas, durante las primeras sesiones de lactancia, esta práctica puede convertirse en algo doloroso por algunos segundos.

El momento en el que el bebé empieza a succionar puede provocar una leve y corta incomodidad. En caso de que persista, debes interrumpir el proceso y volver a posicionar al pequeño. Si con esto no se soluciona el dolor durante la lactancia, es probable que tenga una mala técnica de agarre.

Grietas

¡Esta es una de las cosas más normales de la lactancia! A pesar de que un recién nacido no tiene dientes, la succión que realiza suele ser lo bastante firme para ocasionar pequeñas lesiones en los pezones. Las famosas grietas son normales y, mientras persista la lactancia, estas estarán ahí.

Es recomendable observar su evolución y estar pendiente de que no existan fisuras en la piel capaces de provocar la salida de sangre. Esto podría facilitar el desarrollo de infecciones locales que, además de entorpecer la lactancia, afectarían a tu calidad de vida.

Pezón blanco

El fenómeno del pezón blanco no sucede en todas las mujeres, pero en algunos casos, después de una sesión de lactancia, es posible que el pezón adquiera una coloración blanquecina. Siempre y cuando esto sea breve y no resulte doloroso, puede considerarse normal.

Una probable explicación es la compresión de los vasos sanguíneos ocasionada por la succión del bebé. Al igual que lo que puede ocurrir en otra parte del cuerpo, la superficie empieza a ponerse pálida. No debe confundirse con la enfermedad de Raynaud, que provoca cambios similares en las extremidades asociadas a dolor.

Baja producción de leche

Solo puede considerarse “normal” la baja producción de leche cuando es consecuencia de una mala técnica de agarre. Si el bebé no está bien posicionado, difícilmente se estimularán las estructuras necesarias para facilitar el proceso de lactancia.

Por otro lado, si estás segura de estar cumpliendo una buena técnica, es recomendable acudir al médico de confianza. Las causas pueden ir desde problemas hormonales en la madre hasta defectos en el proceso de succión del bebé. ¡No dejes pasar mucho tiempo!

¿Qué no es normal?

Cuando algunas de las situaciones anteriores provocan problemas de salud, evidentemente hablamos de algo anormal. Por fortuna, la mayoría de estas condiciones tiene tratamiento, ya sea médico o gracias a la consejería en lactancia materna.

Mastitis

Según una publicación de la Asociación Española de Pediatría, la incidencia de la mastitis se encuentra alrededor del 10 % de las mujeres lactantes. De hecho, es más común en los primeros meses de vida del bebé.

Como su nombre indica, la mastitis es la inflamación del tejido mamario. Sucede que durante la lactancia el bebé puede producir unas microfisuras, las cuales sirven como puerta de entrada para muchos microorganismos. Algunos de ellos habitan en la superficie de la piel, como el Staphylococcus aureus.

¿Cuál es el resultado? Uno de los senos empieza a aumentar de volumen, hacerse doloroso a la palpación y puede que sientas una pequeña masa móvil cuya superficie se encuentre enrojecida. La mastitis es una de las complicaciones más comunes de la lactancia, aunque, por fortuna, suele aliviar con el uso de antimicrobianos.

Sesiones muy cortas o muy largas de amamantamiento

Ambas situaciones pueden ser la expresión de algunas enfermedades y dolor durante la lactancia. Por ejemplo, si la madre no está produciendo la adecuada cantidad de leche, es posible que el bebé succione más tiempo de lo necesario para obtener más nutrientes. Recuerda que este proceso se da a libre demanda, por lo que el bebé permanecerá hasta que “sienta saciedad”.

Las sesiones muy cortas también pueden significar problemas en el funcionamiento del aparato digestivo del pequeño. Esto es especialmente importante cuando se acompaña de pérdida de peso o escasa ganancia del mismo.

Tu bebé aún tiene hambre después de las tomas

Bebé llorando por quedar con hambre luego de lactancia materna
¡Los bebés se expresan de mucha manera cuando tienen hambre!

Los bebés succionan a libre demanda, por lo que si “tiene hambre” después de tomas repetidas, es probable que exista un problema. Puedes detectar esto si el llanto es frecuente, no se queda dormido y las tomas son muy largas, tal y como comentamos en el apartado anterior.

Una de las razones es la escasa producción de leche. Las causas más normales pueden deberse a un agarre poco adecuado, que el horario de las tomas no sea del todo correcto y a factores psicológicos de la madre, como excesiva ansiedad y estrés o falta de confianza.

Tu bebé baja de peso y no moja pañales

A menos que el bebé se encuentre en sus primeros días de vida, la ganancia de peso suele ser más o menos constante. Si pierde peso, quiere decir que hay un problema en la alimentación y, por lo general, se debe a una baja cantidad de leche materna consumida.

Una buena manera de saber si la cantidad de leche que le está llegando al pequeño es suficiente es verificar la cantidad de veces que orina al día a través del cambio de pañales. Lo ideal es que un lactante orine entre 6 y 8 veces al día y que la orina sea de color claro y con olor tolerable.

En cambio, si notas que tu bebé orina unas 4 veces al día o menos, el color es muy amarillo y su olor es intenso, es muy probable que no le esté llegando la cantidad de leche suficiente. Todo esto indica que el líquido que le llega a su cuerpo es escaso, por lo que sus riñones concentran la orina de la mejor forma posible. ¡Lo mismo sucede en los adultos!

El dolor es tan fuerte que interfiere en la lactancia materna

¡El dolor persistente no es nada bueno! Las infecciones locales son causa más que suficiente para buscar ayuda profesional. Las opciones terapéuticas dependen de la causa. En muchos casos existen obstrucciones que pueden solucionarse con la extracción manual de la leche.

En caso de necesitarlo, ¡busca ayuda!

La lactancia es un proceso natural y muy agradable, pero en ocasiones puede resultar difícil. El desconocimiento y algunos problemas de salud pueden jugar en tu contra.

La buena noticia es que hay mucha gente dispuesta ayudar, no solo en los hospitales, sino en las decenas de centros de consejería en lactancia materna que seguro encuentras en tu ciudad. Ya lo sabes, si detectas alguna anormalidad, ¡no olvides consultar con un profesional!

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