Comunicación no violenta con los hijos: 5 claves y recomendaciones

La comunicación no violenta apuesta por tratar a los niños con compasión y respeto. Y les enseña a los padres a expresarse de una forma sana y eficaz. Mira cómo puede ayudarte.
Comunicación no violenta con los hijos: 5 claves y recomendaciones
Elena Sanz Martín

Revisado y aprobado por la psicóloga Elena Sanz Martín.

Escrito por Elena Sanz Martín

Última actualización: 05 junio, 2022

Muchos padres y madres sienten que la comunicación con sus hijos es todo un desafío. Sin saber muy bien cómo, su hogar se ha convertido en un auténtico campo de batalla, lleno de gritos y luchas de poder. Repiten constantemente las mismas frases, órdenes y peticiones, sin lograr el cambio de conducta que buscan. Si esta es tu situación, tal vez te interese conocer cómo aplicar la comunicación no violenta con los hijos.

La clave de esta propuesta se centra en lograr diálogos y conversaciones conscientes, en las que no se hable en piloto automático, sino eligiendo deliberadamente el tono y las palabras a emplear. Se parte desde la empatía, de la compasión y del respeto, para intentar comprender los propios sentimientos y necesidades, así como los de los hijos.

Para alcanzar el entendimiento común, existen una serie de pautas que podemos aplicar en el día a día y de esto te vamos a hablar hoy. ¡No dejes de leer!

¿Qué es la comunicación no violenta?

Los principios de la comunicación no violenta fueron descritos por el psicólogo estadounidense Marshall Rosenberg y buscan, nada menos, que lograr la comunicación efectiva. Esto es, un intercambio que no solo nos permita expresarnos, sino que también nos permita hacernos entender y lograr el objetivo que buscamos en nuestro interlocutor.

Desafortunadamente, muchas de las interacciones con los hijos no solo son poco útiles, sino también bastante dañinas. Los gritos, las burlas, las amenazas, los chantajes y las críticas están mucho más presentes en las casas de lo que deberían y con frecuencia no somos conscientes de ello.

Pero además de esto, también ejercemos violencia comunicativa cuando somos indiferentes y fríos con el otro, cuando minimizamos sus emociones y menospreciamos sus peticiones. En definitiva, cuando hablamos sin pensar, movidos por los impulsos y centrándonos únicamente en nosotros.

Todos estos elementos son los que la comunicación no violenta pretende erradicar. Y para ello, se proponen una serie de pautas que hemos de contemplar y de implementar. ¡Apunta!

Madre e hijo riéndose.
Cuando la comunicación se basa en el respeto, en la empatía y en la asertividad, los resultados marcan la diferencia en el bienestar individual y familiar.

1. Aplica los cuatro pasos de la comunicación no violenta con tus hijos

Para comunicarnos de una forma sana y adecuada, debemos seguir una secuencia de cuatro pasos en cualquier interacción. Asegúrate de ponerla en práctica y veras grandes cambios positivos:

  1. Observa la situación, sin realizar juicios ni evaluaciones, de una manera objetiva. Por ejemplo: tu hijo ha dejado los platos sucios sobre la mesa de la cocina.
  2. Analiza tus propios sentimientos. ¿Cómo te hace sentir lo ocurrido? En lugar de dejarte llevar por ese impulso emocional, tómate un momento para verlo, para reconocerlo y para identificarlo. En este caso podría ser: Me siento irritada y furiosa.
  3. Identifica tus necesidades. ¿Por qué este evento te ha hecho sentir así? Si te ha causado malestar y conflicto es porque va en contra de alguno de tus deseos o necesidades. ¿Cuáles son? Por ejemplo: necesito que las zonas comunes de la casa estén limpias y ordenadas.
  4. Expresa peticiones concretas. En este cuarto punto ya podemos comunicarle al otro cómo nos sentimos y lo que pretendemos de él, pero solo debemos hacerlo tras completar el proceso anterior. Ahora bien, esta expresión debe ser asertiva, centrada en nuestros sentimientos y no en lo que el otro ha hecho mal. Y además, la petición que realicemos debe ser clara. Si seguimos el ejemplo anterior, sería de la siguiente forma: ver los platos sucios sobre la mesa me irrita, porque necesito que la casa esté ordenada. Me gustaría que los pusieras en el lavaplatos.


2. Cuida las formas

Como ves, es fundamental emplear unas formas adecuadas para transmitir el mensaje. Así, los gritos y los actos impulsivos no tienen cabida.

Procura calmarte antes de hablar, emplea un tono de voz acorde y crea una situación propicia. Así, si tus hijos son pequeños, colócate a su altura al hablarles, mírales a los ojos y asegúrate de que te prestan atención. De poco servirá lo que les digas si están enfrascados en una serie de televisión o en un videojuego.

3. Escoge bien el contenido

Aunque estés furioso por lo que tu hijo ha hecho, o cansado después de un largo día de trabajo, tómate un tiempo para escoger las palabras adecuadas. Recuerda que el objetivo no es desahogarse sino lograr que la comunicación sea efectiva y poder llegar a un entendimiento. Así, evita los reproches, los juicios y las etiquetas (“eres un vago”, “siempre haces lo mismo”, “me tienes harta”) y procura ser clara y objetiva.

4. Ten presentes las consecuencias

La comunicación no violenta con los hijos ha de basarse en la compasión y en la empatía. Por ello, es necesario hablar de forma deliberada, con plena conciencia de lo que las palabras pueden causar en el otro.

Si comparas o humillas a tu hijo, lo haces sentir inferior. Si lo amenazas o chantajeas, le haces sentir miedo y culpa. Si menosprecias sus razones y emociones, le llevas a sentirse poco importante y poco válido.

El objetivo es una comunicación honesta y comprensiva, que resulte constructiva y edificante; que le enseñe a tu hijo a escuchar, a expresarse y a negociar. Causar un daño emocional o buscar únicamente obediencia no resulta aceptable en este paradigma.

5. Aprende a escuchar

Por último, ten presente que la comunicación es bidireccional y que no se trata solo de lograr que tus hijos se comporten como quieres. La idea es poder entenderse mutuamente. Así, del mismo modo que deseas que ellos te escuchen, que te tengan en cuenta y que te hagan caso, tú también has de abrirte a comprenderlos, a escucharlos y a darle espacio a sus razones y a sus emociones.

Madre siendo sobreprotectora, una de las cosas que nunca debes hacer por tus hijos.
Cuando se crea un vínculo sólido entre padres e hijos es mucho más sencillo llegar a acuerdos. Si un niño se siente respetado, escuchado y tenido en cuenta, estará mucho más dispuesto a hacer lo mismo.

Emplear la comunicación no violenta con los hijos es transmitir un gran aprendizaje

Aplicar las anteriores recomendaciones hará que la comunicación con tus hijos sea mucho más sencilla, fluida y efectiva. Se terminarán las luchas de poder, los gritos y los rencores y vuestra relación mejorará notablemente. Pero, además, le darás el ejemplo de la comunicación asertiva, una habilidad que los ayudará en numerosos ámbitos de la vida.

Crecer con este estilo comunicativo les enseñará a los pequeños a no dejarse llevar por los impulsos, a saber seleccionar sus palabras y a escuchar a los otros. Ser buenos comunicadores hará que sus relaciones sociales sean mucho más satisfactorias y les abrirá numerosas puertas en el futuro. Por eso, no dudes en implementar la propuesta de Rosenberg en tu hogar.


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