Todos tenemos que lidiar a lo largo de nuestra vida con situaciones que distan mucho de lo que habíamos imaginado. Relaciones que se rompen, amistades que no están a la altura, proyectos frustrados… La decepción es parte intrínseca de la vida, y ni siquiera la infancia se libra de su presencia. Por ello, es importante ayudar a los niños a gestionar la decepción.
Como padres, nuestro mayor deseo es mantener a nuestros pequeños a salvo. No solo a nivel físico, sino también emocional. Tratamos de evitarles cualquier dolor, cualquier sufrimiento, para que puedan gozar de una infancia tranquila y feliz.
Desafortunadamente, no podemos controlar todo lo que ocurre e, inevitablemente, la decepción un día llamará a su puerta. Por tanto, hemos de estar preparados para enseñarles a afrontarla de una forma sana, para darles los recursos que les permitan aprender y salir fortalecidos de estas situaciones.
¿Por qué ocurre la decepción?
Podríamos definir la decepción como el conjunto de emociones negativas que se disparan cuando algo no sucede de la forma que habíamos planeado. En todos los casos, la decepción está íntimamente ligada a las expectativas.
Es esa ilusión que habíamos creado en nuestra mente la que se rompe ante un desengaño. Sufrimos la pérdida de algo que habíamos vislumbrado como real. Es la diferencia entre lo que esperamos y lo que verdaderamente ocurre lo que desata la tristeza, la rabia y la frustración.
Es cierto que las expectativas son inevitables. Para movernos por el mundo necesitamos prever lo que va a ocurrir. Pero cuando nuestras expectativas son inflexibles y poco realistas, surge el problema. Si no estamos preparados para aceptar que las cosas pueden cambiar, la decepción nos golpeará más duro.
Por otro lado, es importante tener en cuenta que el impacto será mayor cuanta mayor implicación emocional tengamos con la situación. Es decir, nos dolerá más el desengaño de una persona cuanto más cercana sea esta a nosotros. Igualmente, la desilusión por un proyecto frustrado será mayor cuanto más tiempo y esfuerzo hayamos invertido en él.
La decepción en los niños
A pesar de que la infancia nos parezca una etapa maravillosa a la que muchos desearíamos volver, no debemos olvidar que los pequeños también enfrentan muchos retos. Por mucho que tratemos de protegerlos, la decepción hará acto de presencia en la forma de un profesor que suspende su trabajo, un amigo que le traiciona o las pruebas de un equipo para las que no es seleccionado.
Es importante acompañar al niño durante estos momentos y guiarle para afrontar estas experiencias de una forma adecuada. A continuación, te presentamos algunas pautas que pueden serte de ayuda.
Pautas para ayudar a los niños a gestionar la decepción
- Enséñale a generar expectativas realistas. El pensamiento positivo y la autoestima son dos aspectos de inestimable valor para un niño en desarrollo. Sin embargo, no debemos caer en la ilusión de que el mundo es perfecto y nosotros también. Hemos de analizar la realidad tal cual es y ajustar nuestros pensamientos. Es importante saber lo que puede ocurrir y estar preparados para afrontarlo.
- Trabaja la flexibilidad mental. Las personas rígidas suelen sufrir mucho más ante los imprevistos de la vida. Ayudemos a nuestros niños a entender que las circunstancias cambian y nosotros hemos de fluir con ellas. Saber adaptar nuestros pensamientos y nuestra conducta a las variaciones del presente es importante.
- Edúcale en la aceptación de las emociones negativas. Cuéntale el papel que estas cumplen en nosotros y que hemos de saber acogerlas y tolerar el malestar que nos producen. La decepción es parte de la vida y es su derecho sentir tristeza, frustración o rabia en algunos momentos.
- Ayúdale, sin embargo, a no quedarse estancado en el dolor. Las emociones nos traen una información y, una vez escuchada, hemos de salir adelante. No refuerces el acto de regodearse en el sufrimiento, sino impúlsale a levantarse sintiéndose más fuerte y más sabio.
- Guíale para que sepa reinterpretar la decepción y verla desde un prisma más amplio. No es saludable pensar que la otra persona es malvada o que nosotros no somos lo suficientemente buenos. Cada experiencia nos trae un aprendizaje y nuestra tarea no es juzgar a los demás, sino salir fortalecidos de ella.
Bibliografía
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- Aragón, R. (2019, 23 junio). Las expectativas nos aseguran frustración. Recuperado 15 octubre, 2019, de https://lamenteesmaravillosa.com/las-expectativas-nos-aseguran-frustracion/