Así puede afectar el cambio de rutina de la Navidad a tu hijo
Todas las rutinas conllevan ciertas ventajas y son muy valoradas en el día a día familiar. Estas, por ejemplo, permiten planificar y organizarse. También, dan un marco de seguridad al saber que las cosas suceden de cierta manera. Así, en general, las mantenemos durante todo el año, pero hay momentos que ameritan romperlas y desestructurarse un poco. Sigue leyendo para saber cómo puede afectar a tu hijo el cambio de rutina en Navidad.
Conoce cómo puede afectar el cambio de rutina por la Navidad a tu hijo
La Navidad y las fiestas de fin año suelen ser una interrupción en el calendario escolar y en la actividad diaria de tu hijo. Las mismas provocan algunos cambios en los horarios, las comidas y los eventos sociales. Si bien es una época esperada y que se vive con mucha alegría, también puede provocar cierto estrés o confusión en los más pequeños.
Por ejemplo, quienes reciben a parientes o amigos de otros lugares, muchas veces ubican a las visitas en el cuarto de los niños, con lo cual ellos pierden por algunos días su intimidad y pasan a compartir la habitación con otros hermanos. Esto puede afectar su descanso con alteraciones en el sueño e incluso su juego, al no tener sus juguetes al alcance.
También, los niños perciben el estrés de sus padres por las despedidas de fin de año, el menú navideño y las compras en el supermercado. Además, a veces son el blanco de descarga de enojos que no tienen que ver con ellos, ya que los adultos suelen perder la paciencia más fácilmente que en otras épocas del año. Así, estas semanas de vacaciones no suelen pasar inadvertidas.
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Cómo abordar el cambio de rutina con tu hijo
A continuación, te contamos algunas recomendaciones para evitar que el cambio de rutina afecte demasiado a tu hijo.
Modificar la rutina con sentido
La Navidad es una excelente ocasión para compartir y pasar tiempo con tu hijo. También, es una opción organizar planes en familia para salir de casa. En este sentido, se sugiere preguntarle al menor qué le gustaría hacer y que sea parte del diseño de este cronograma familiar. Así, es ideal promover un cambio de rutina con sentido.
Hablar y anticiparse
Una rutina se caracteriza porque nos permite entender qué es lo que va a pasar, planificar y anticiparnos. De modo que si durante las vacaciones de Navidad estaremos ausentes de casa o vendrán visitas, es conveniente conversar con el chico y contarle al respecto. De este modo, él podrá procesar la situación y adaptarse.
Compensar algunos cambios de rutina
Por ejemplo, si el niño nunca duerme siesta porque se acuesta temprano, se puede promover un descanso por la tarde para que se pueda acostar más tarde en la celebración. No se recomienda fomentar que pase de largo durante el día para que llegue agotados a la noche, ya que podría alterarse y estar de mal humor, como le pasaría a cualquier persona.
Regular la alimentación
Si bien es momento de ser flexibles, tampoco hay que olvidarse de que los niños necesitan cierto equilibrio, puesto que están en etapa de crecimiento. Entonces, no es posible comer platos chatarra todos los días que duran las vacaciones o permitirles bebidas con azúcar a diario. Algunos gustos y deseos pueden ser concedidos, pero es importante no perder de vista las pautas básicas de alimentación.
Preguntar cómo se sienten y observar sus conductas
En el caso de que el niño ya sea capaz de verbalizar sus emociones, es importante consultar cómo se siente ante los cambios y los planes familiares. También, la conducta será un indicador de como está pasándola. En algunos casos, si lo notamos muy nervioso, se pueden aplicar algunas técnicas de relajación, como la respiración, para ayudarlo a calmarse e incluso para predisponer al sueño si está muy activo.
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Respetar los tiempos de cada niño
Las fiestas son especiales porque están llenas de rituales y tradiciones que se repiten en las familias. Incluso, muchas veces buscamos repetirlas a rajatabla y nos olvidamos de las necesidades actuales y reales que tienen los niños. Por ejemplo, ¿a un menor de corta edad le interesa quedarse despierto hasta la medianoche para la llegada de Papá Noel o de los Reyes Magos? Quizá a algunos sí, pero otros extrañarán su cama, su biberón y preferirán dormir temprano.
Es importante que los adultos sepan reconocer cuánto es emoción propia y cuánto hay de interés de los niños y si se respetan sus tiempos y sus deseos. Quizás, en algún momento estén interesados en participar más de esa tradición tan importante, pero obligarlos o incluso enojarnos porque prefieren dormirse, es una mala forma de generar esa emoción o de hacer que lo vivan con interés.
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