5 alternativas a los deberes para los niños en vacaciones

En vacaciones, debemos evitar reemplazar la agenda de actividades anuales de los niños por la de ocio. Como alternativas a los deberes, podemos ofrecer propuestas variadas, pero también dar lugar al descanso y al aburrimiento.
5 alternativas a los deberes para los niños en vacaciones
Maria Fátima Seppi Vinuales

Revisado y aprobado por la psicóloga Maria Fátima Seppi Vinuales.

Última actualización: 02 julio, 2023

Las vacaciones son un momento perfecto para hacer una pausa y disfrutar de otras actividades sin el rigor de la rutina. Sin embargo, no quiere decir que no sean una posibilidad para continuar con al aprendizaje y con la curiosidad en los niños. Por el contrario, este período habilita otras formas de hacerlo, especialmente a través de la gamificación, en donde el conocimiento y el juego van de la mano. Te presentamos 5 alternativas a los deberes para los niños en vacaciones.



5 alternativas a los deberes para los niños en vacaciones

Es muy importante poder marcar un ritmo diferente durante las vacaciones respecto a la rutina del resto del año. Es un momento para dar tiempo al descanso y a formas menos regladas de tomar contacto con las cosas que nos interesan. Veamos algunas de estas alternativas a los deberes en vacaciones.

1. Organiza actividades al aire libre

Pueden realizar actividades tales como caminatas, pícnic o campamentos. También, podemos estimular o acompañar en el interés de un tema previo, pero con una propuesta diferente. Por ejemplo, a una niña que le interesan los insectos, le podemos proponer una excursión al aire libre para descubrir, investigar y aprender sobre ellos. Al hacerlo, le ofrecemos una experiencia en vivo, muy enriquecedora y que reemplaza la visualización de imágenes en un libro, que es algo más propio del resto del año.

Las actividades al aire libre ofrecen experiencias enriquecedoras a los niños. Es bueno conocer sus gustos e intereses para elaborar propuestas en consecuencia.

2. Descubre sus intereses

Una buena opción es dar lugar a la siguiente pregunta: ¿qué quieres hacer hoy? De este modo, no solo aportamos un espacio para dialogar y descubrir los intereses de los niños, sino que también los ayudamos a conectar con sus deseos y a ejercitar su autonomía. A veces surgen datos interesantes, como que les gustaría dormir hasta más tarde o desayunar algún día en la cama.

3. Organiza esas actividades que “siempre son para otro día”

En el año, a veces no accedemos a buscar del fondo del armario un determinado juego de mesa porque es muy largo o porque después tardamos mucho en ordenar. Solemos descartar el puzzle de muchísimas piezas porque no hay espacio para tenerlo hasta que lo terminemos de armar. Para estos casos, las vacaciones en casa son una ocasión perfecta para concretar las propuestas.

4. Refuerza lo aprendido desde lo cotidiano

Cuando las vacaciones son prolongadas, como las de verano, se pueden crear momentos para reforzar algunos conceptos o para retomar lo aprendido. Sin embargo, no se debe hacer como algo primordial, sino en paralelo a la actividad central. Por ejemplo, podemos ejercitar la memoria, la organización y algunas operaciones matemáticas al pedirles a los niños que nos ayuden con la lista y con las compras del supermercado. O bien, se pueden fortalecer la lectura y la comprensión al compartir con ellos un cuento por la noche.

5. Prepara una lista de propuestas 

Cada miembro de la familia puede elegir una actividad y consensuar entre todos qué día realizarla. Aquí la clave es la colaboración, la lluvia de ideas que aporta diversidad y también la alternancia entre un calendario de planes y el tiempo de no hacer nada.

Más allá de esta serie de alternativas a los deberes en verano, no hay que cometer el error de buscar el reemplazo de una agenda por otra. Debemos evitar trasladar hacia las infancias la propia incomodidad que nos genera la incertidumbre de no saber qué hacer con ellos. En este sentido, no es necesario completar un cuaderno de actividades en vacaciones. También se trata de que haya tiempo libre, de que los chicos puedan conectarse con ese desafío de adaptarse, de decidir cómo quieren entretenerse e incluso de aburrirse. El aburrimiento también es un puntapié para crear y para pensar en cómo divertirse.



Actividades como cocinar también son una forma de aprendizaje. Esto le permite a los niños adquirir otras habilidades y disfrutar de compartir un momento en familia.

Promover otras formas de aprendizaje

Tal como señalamos, las vacaciones pueden ser una oportunidad para reforzar algunos conocimientos o dar respuestas a las inquietudes de los niños. Sin embargo, no hay confundir el sentido de cada tiempo. Las vacaciones invitan a otros ritmos y a movernos a nuestro antojo. Mientras tanto, el resto del año, respetamos los horarios, cumplimos con las rutinas y hacemos los deberes.

Por otro lado, también debemos ampliar nuestra propia concepción sobre el aprendizaje. Por ejemplo, nadar, andar en bici o cocinar también son actividades que ponen en funcionamiento nuestro cerebro y nos permiten adquirir otras habilidades. Aprender, no se reduce únicamente al tiempo y espacio escolar, sino todo lo contrario. Cualquier vivencia puede ser de potencial aprendizaje.

No pueden faltar los momentos de ocio

Es importante que los niños aprendan desde temprana edad que el ocio también es productivo. En él podemos conocernos y dar lugar a la creatividad, que muchas veces es silenciada o tapada bajo un listado de obligaciones por cumplir. Caso contrario, podemos llevarlos a pensar que el único tiempo que vale es aquel en donde hacemos ciertas cosas (como estudiar o trabajar), lo cual derive en la culpa por el disfrute y el descanso. Posiblemente, también se trate de que los adultos cambiemos ese chip, ya que la sociedad en la que vivimos nos indica que el éxito y el valor se miden por la cantidad de horas trabajadas.

Sepamos darle a cada actividad su justo lugar para poder disfrutar de todo y no generar rechazo.


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