La alimentación infantil en verano
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La alimentación infantil sufre una serie de modificaciones en verano, sobre todo, debido al protagonismo de productos frescos y dulces. Sin embargo, es importante seguir una serie de normas básicas para asegurar el adecuado aporte de nutrientes esenciales y evitar que los comestibles situacionales sustituyan a los alimentos de mayor calidad.
Está claro que para garantizar un buen desarrollo es clave consolidar una pauta dietética armónica y promover un estilo de vida saludable. Aunque ciertos comestibles tienen cabida dentro de la dieta equilibrada, conviene no abusar de ellos para no sobrepasar la ingesta recomendada de azúcares simples del día. Sigue leyendo para conocer más sobre la alimentación infantil en verano.
Hay que planificar las comidas principales en el verano
A la hora de abordar la alimentación infantil en verano es fundamental centrarse en la planificación de las comidas principales. Estas han de asegurar la presencia de proteínas de alta calidad, idealmente aquellas que provienen de los alimentos de origen animal. Dichos nutrientes cuentan con todos los aminoácidos esenciales en su interior y presentan una puntuación óptima en cuanto a su digestibilidad. Además, son importantes para el crecimiento de los pequeños, según apunta un estudio publicado en la revista Nutrients.
Incluir una buena ración de frutas y verduras
Por otra parte, marca la diferencia el hecho de incluir vegetales en cantidades abundantes. Los expertos en nutrición aconsejan la presencia de al menos 5 raciones de frutas y verduras en la dieta diaria, ya que suponen una fuente de antioxidantes de la más alta calidad. Hablamos de una serie de compuestos que neutralizan la formación de los radicales libres y evitan su acumulación en los tejidos del organismo. En este sentido, se ha demostrado que contribuyen en la reducción del riesgo de sufrir enfermedades a futuro.
Limitar la presencia de ultraprocesados en la alimentación infantil en verano
En verano, es frecuente que aparezcan más ultraprocesados en la pauta infantil, principalmente, los helados. Lo importante es que estos se incluyan en el contexto de una dieta variada y equilibrada. Está claro que la concentración en azúcares de estos comestibles es elevada, pero no resultará del todo problemático si se garantiza la actividad física todos los días.
A la hora de elegir procesados para los niños, lo más importante es observar en el etiquetado que no cuenten con grasas trans de mala calidad. Dichos compuestos son capaces de incrementar los niveles de inflamación en el medio interno y de aumentar el riesgo de padecer enfermedades metabólicas.
Hidratarse con agua en cantidades suficientes
Una vez consolidado el aporte de proteínas y de vegetales, es fundamental hacer especial hincapié en el estado de hidratación. Y es que durante la época de calor se pierden más líquidos de lo habitual por medio del sudor. Así, es determinante compensar las pérdidas con la ingesta de agua mineral natural para mantener un óptimo balance hídrico.
Evitar las bebidas carbonatadas
Como norma general, conviene evitar la ingesta de zumos y de refrescos, debido a su alta concentración de azúcares simples. Cuando estas bebidas son consumidas en grandes cantidades y de manera regular, sus carbohidratos pueden incrementar el riesgo de desarrollar patologías metabólicas como la diabetes de tipo 2. Por este motivo, hay que moderar su presencia en la pauta y apostar siempre por los glúcidos de tipo complejo como el almidón.
La alimentación de los niños en el verano cambia sustancialmente
Como has visto, la alimentación de los niños suele sufrir una serie de modificaciones en verano que es bueno revisar. Adaptar la pauta a fin de garantizar la variedad y el equilibrio nutricional es el principal objetivo. En definitiva, lo más importante es asegurar que no existan déficits ni excesos para que el organismo pueda funcionar correctamente.
Ahora bien, en cuanto a la prevención de enfermedades, no solo importa lo que se come, sino también el mantenimiento de una serie de hábitos saludables adicionales. En este sentido, conviene promover la práctica regular de ejercicio físico y un buen descanso nocturno. Incluso, la exposición a la luz solar conseguirá marcar la diferencia con el paso de los años y asegurar así una síntesis óptima de vitamina D.
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