8 señales de alarma que no puedes ignorar en el posparto
Después de dar a luz, debes estar atenta a cualquier alerta que te envíe el cuerpo de que algo no está bien. Veamos cuáles son las señales de alarma en el posparto.
Cuando llega tu bebé al mundo, seguramente vas a estar muy preocupada con que él se sienta lo más cómodo posible en este nuevo ambiente. Pero, de la misma forma en que cuidas de su bienestar, deberás prestar atención al tuyo porque en esta etapa pueden ocurrir ciertas complicaciones que comprometen tu estabilidad.
Fueron nueve largos meses en los que tu organismo le dio todo lo que pudo para que ese chiquitín que llevas en brazos naciera sano y fuerte. Esto implicó dedicarle un gran esfuerzo para que lo tuvieras junto a ti, sin ningún inconveniente, feliz arropado en el regazo cálido de mamá y preparado para crecer.
Si tuviste un embarazo de alto riesgo, debes estar más atenta a estas señales
Ahora bien, después de que pasas por este hermoso proceso del parto, vas a experimentar muchísimos cambios que necesitas vigilar. Durante la cuarentena, podrían surgir algunos trastornos, que no guardan relación con el embarazo y el nacimiento del chiquitín; es decir, que aparecen incluso en situaciones normales en las que no hubo problemas.
Por lo tanto, es importante que conozcas cuáles son esas señales de alarma que te indicarán algún desequilibrio corporal y que tendrán que ser atendidas por el especialista. Conocer esta información te ayudará a estar pendiente con los diferentes escenarios y a enfrentarlos adecuadamente.
Señales de alarma en el puerperio
La vigilancia médica debe continuar luego de que nazca tu bebecito, para garantizar que te encuentras en perfectas condiciones. Por supuesto, si en la gestación pasaste por situaciones de alto riesgo o tuviste un parto complicado, tendrás que estar más atenta a estas señales de alarma del posparto.
Para que no te tome desprevenida y sepas qué hacer en estas circunstancias, te presentamos una lista de factores que no son positivos para ti en este instante:
Sangrado vaginal:
Es normal que sangres en el posparto, por el desprendimiento de la placenta en el útero y la sangre que se acumuló en este período. Esto durará aproximadamente unos 20 días, como si tuvieras la menstruación (en la primera semana); y, luego, se irá degradando el color hacia un tono marrón, hasta desaparecer.
Si observas que sigues sangrando con la misma intensidad o vuelves a presentar un sangrado hemorrágico, hay que preocuparse pues pudo haber quedado restos en el útero.
Hipertensión arterial:
Es posible que la tensión se mantenga en niveles bajos, incluso si antes se encontraba en rangos altos y haya tenido que recibir tratamiento. Lo que es anormal es que supere el límite 140/90, debido a que produce fuertes dolores de cabeza y en la parte alta del vientre y destellos en la visión.
Fiebre alta:
La subida de la leche a los senos suele elevar la temperatura a un rango de 37,5 ºC; pero si traspasa este límite, en cualquier instante del posparto, es una señal de alarma de una infección.
Fatiga:
Sentir un cansancio extremo es una señal de que algo no está bien. Quizás haya una amenaza de anemia, que te impedirá atender de tu retoñito correctamente.
Dolor:
Si no aguantas las molestias de las heridas del posparto (cesárea, episiotomía o desgarre), visita a tu médico pronto puesto que se podría tratar de una infección, hematoma o dehiscencia (pérdida de puntos).
Molestias en las mamas:
Si tu pecho tiene zonas enrojecidas calientes y muy dolorosas (mastitis) o los pezones están muy rojos, consulta a un especialista para que revise el agarre.
Mal olor:
Los olores fuertes que no se soporten tienen que ser revisados porque es una señal de una posible infección.
Tristeza:
Si te impide cuidar a tu bebecito y supera el mes, necesitarás una orientación especial porque puede ser una depresión posparto.
Cuida de tu salud en el posparto: una ley de oro
El posparto es una bella etapa de reencuentro contigo misma, donde además conocerás al amor más puro que existe en la vida. Seguramente, vas a dar todo para que ese chiquitico se sienta a gusto en su nuevo espacio, pero recuerda que si tú no estás bien, él tampoco.
Cuida de ti con la misma intensidad que proteges a tu chiquitín
En este sentido, no te pierdas de vista a ti misma, cuídate mejor que antes y entrega tu corazón. No olvides que ahora eres la fuente de inspiración para ese angelito.