5 riesgos del verano para tu hijo
La época de verano es propicia para la realización de muchas actividades distintas de lo que acostumbramos, por eso es probable que también nos expongamos a nuevos riesgos. Ahora que somos padres podemos comprender todas las advertencias de mamá y todas aquellas precauciones que debimos tomar en esta temporada; por eso nos toca cuidar a nuestros pequeños de las complicaciones veraniegas.
Algunos problemas que aparecen en verano difícilmente podrán presentarse durante otra época del año; por ejemplo una sobreexposición al sol, la picadura de una medusa o la aparición de un hongo. En este post te explicamos cuáles son los principales riesgos que enfrentan nuestros pequeños y cómo podemos actuar en caso de contingencia.
¿Cuáles son los riesgos que corre tu hijo en el verano?
Existen cuidados básicos que conviene tener con los niños, en especial cuando son menores de cuatro años. Como sabemos, durante el verano aprovechamos para planificar actividades diferentes, la mayoría de estas al aire libre. Los viajes a la playa o la piscina son comunes, y desde luego, tienen mucho riesgo.
Existen peligros más graves que otros, nadie quiere padecer una dermatitis originada por el sol, pero ahogarse sería mucho peor. De manera que, es recomendable extremar la vigilancia y la prevención cuando nuestro destino de verano incluye mucha agua alrededor. También es importante tener cuidado con los siguientes peligros.
Golpe de calor
Las altas temperaturas de verano pueden provocar golpes de calor, que a diferencia del agotamiento característico, es mucho más grave porque eleva la temperatura del cuerpo a más de 40ºC, es decir, una medida que indica fiebre. El agotamiento por calor es muy frecuente, sugiere pérdida de agua y sales minerales, en cambio el golpe de calor es un cuadro clínico importante.
Los síntomas del golpe de calor, son pérdida de conciencia, resequedad en la piel, calentamiento corporal y temperatura alta. Para prevenir esta consecuencia del sol, es importante la hidratación, el descanso en lugares frescos, evitar la exposición al sol o calor extremo y disminuir la realización de actividades al aire libre en las horas más centrales del día.
Ante un golpe de calor se recomienda llevar al niño a un lugar fresco y ventilado, hidratarlo y comenzar a disminuir el calor del cuerpo por medio de compresas de agua. Si los cuidados básicos no fueran suficientes para recuperar al pequeño, se aconseja llevarlo inmediatamente a urgencias.
Dermatitis solar
La radiación UV puede ocasionar graves daños a la piel, en ocasiones es suficiente con que algunos pocos rayos difusos en las nubes nos alcancen, por eso, tomar el sol debe hacerse con extrema precaución. Una exposición solar prolongada debe evitarse en todo momento, de igual manera, cualquier corto período de tiempo debe hacerse usando bloqueadores solares físicos o químicos.
Si usamos protectores químicos conviene que estos tengan con un factor superior a 15, y su aplicación debe realizarse al menos 20 minutos antes de exponerse al sol. Si vamos a la piscina o la playa, es recomendable además que los bloqueadores sean resistentes al agua y en el caso de los bebés menores de dos años, es preferible usar filtros físicos, es decir, sombrillas y ropa especial.
En caso de que nos dispongamos a exponernos al sol por tiempo prolongado (que no es lo recomendable) se sugiere la reaplicación de filtros solares cada dos horas. De igual manera, es apropiado que usemos ropa que nos cubra la mayor área corporal posible y nos coloquemos gafas con filtro UV.
Cambio de rutina
Es habitual que durante el verano modifiquemos los horarios y rutinas de la familia. Un niño puede comenzar a levantarse tarde durante el verano y quizá sus horas de comida también se alteren. No se recomienda que salten comidas o dejen de dormir su siesta, pues se pierden el beneficio respectivo y al mismo tiempo comprometen sus hábitos adquiridos.
En tal sentido, los especialistas no recomiendan que el sueño y la comida se modifiquen drásticamente, pues esto podría ser perjudicial para el hábito del niño. Aunque no lo notemos, pasa mucho tiempo para que los pequeños se adapten a las sanas rutinas de la familia, por eso romperlas no es provechoso.
Hidrocución
La hidrocución se refiere a un choque de temperaturas muy común durante el verano, con frecuencia pasamos largo tiempo bajo el sol antes de meternos al agua, algo más riesgoso de lo que pensamos. Un cambio brusco de temperatura puede producir pérdida del conocimiento, ahogamiento o paro cardiaco, por eso conviene refrescar el cuerpo antes de meterse al agua fría.
A veces esta situación es relacionada con la digestión, por ejemplo, la advertencia de esperar por lo menos un par de horas antes de darnos un baño después de comer. Sin embargo, los especialistas advierten que solo es un problema cuando hemos comido mucho, el resto solo se trata de protección contra la temperatura corporal en relación a la del agua.
Enfermedades típicas
Algunas enfermedades resultan más frecuentes en verano. Los oídos, la piel y los ojos tienden a ser los más afectados, hablamos de la aparición de hongos debido a la humedad y la exposición a superficies contaminadas; también es común las infecciones en el oído, como la otitis y la irritación ocular a causa del contacto con el cloro u otros químicos, además de las bacterias.
Para proteger ojos, piel y oído, es importante utilizar accesorios destinados a cuidar que entre agua; con el fin de mantener secas las mucosas. También es importante el uso de ropa adecuada, lentillas y tapones para oído.
Imagen principal cortesía de © wikiHow.com
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