Virus respiratorio sincitial en niños

El virus respiratorio sincitial es responsable de, aproximadamente, el 50 % de las bronquiolitis, así como del 25 % de las neumonías. ¡Conócelo!
Virus respiratorio sincitial en niños

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 31 octubre, 2019

El virus respiratorio sincitial o VRS es un virus que provoca enfermedades respiratorias de manera frecuente en los niños. Generalmente, provoca un resfriado que puede derivar en bronquiolitis o, incluso, neumonía. Es común que aparezca en los meses de invierno, o bien a finales del otoño o principios de la primavera.

¿Qué es el virus respiratorio sincitial?

El virus respiratorio sincitial es un virus RNA, de la familia Paramyxoviridae y del género Pneumovirus. Otros virus de esta misma familia son los del sarampión y las paperas, aunque estos se caracterizan por producir infecciones generalizadas en vez de localizadas en el aparato respiratorio.

Es un virus muy contagioso y se difunde a través de las secreciones nasofaríngeas. Generalmente, entra por la mucosa nasal u oral con las gotas de saliva. También se puede contagiar ocularmente o, incluso, a través de objetos contaminados que tocamos con las manos.

Puede afectar a todas las edades, pero es especialmente grave en niños pequeños. En concreto, los niños menores de 2 años son los que mayor riesgo tienen de presentar complicaciones graves. Sin embargo, en adultos, esta infección puede llegar a pasar inadvertida o confundirse con un resfriado común.

Bebé con el virus respiratorio sincitial.

La infección por este virus no provoca inmunidad completa, por lo que puede producirse una reinfección, es decir, se puede contraer varias veces. No obstante, la segunda vez o sucesivas no suelen ser tan graves como la primera.

Síntomas del virus respiratorio sincitial

Los síntomas más comunes de la infección por el virus respiratorio sincitial son similares a las de un resfriado o afección respiratoria. Suelen aparecer entre 4 y 6 días después de la infección con el virus. Los más frecuentes son:

No obstante, pueden producirse otros síntomas más graves en aquellos pacientes de riesgo como, por ejemplo:

  • Cianosis o coloración azulada.
  • Disnea o dificultad para respirar.
  • Taquipnea o respiración rápida.
  • Sibilancias.
  • Aleteo nasal.

En los niños pequeños, estos síntomas, generalmente, van acompañados de irritabilidad, cansancio, problemas de alimentación, falta de apetito, disminución de los niveles de actividad, sueño inquieto e intermitente, etc.

Las formas más graves de infección suelen producirse en bebés prematuros, en menores de 6 meses o en niños con enfermedades congénitas. En ellos, generalmente, el virus llega con facilidad al tracto respiratorio inferior, provocando una inflamación de los bronquiolos.

Suele producirse una secreción exagerada de mucosidad, unida a un edema de la mucosa y a una descamación del tejido epitelial de las células. Esto lleva a un cuadro típico de bronquiolitis. Se considera que el virus respiratorio sincitial es responsable de, aproximadamente, el 50 % de las bronquiolitis, así como del 25 % de las neumonías.

Bebé con virus respiratorio sincitial al que le intentan despejar las fosas nasales.

Prevención y tratamiento

Actualmente, no existe ninguna vacuna contra este virus, aunque se está investigando en ello. Como medida preventiva está la posibilidad de aplicar anticuerpos monoclonales. El fármaco utilizado es el Palivizumab y se administra por vía intramuscular. Esto se lleva a cabo, exclusivamente, en niños con alto riesgo.

La forma más efectiva de prevención es evitar el contagio con niños infectados, por ejemplo, en guarderías. Es importante tener en cuenta una serie de medidas higiénicas, como el lavado frecuente de las manos, la desinfección de las superficies o el uso de pañuelos reutilizables.

Las infecciones leves suelen desaparecer sin necesidad de tratamiento. Sin embargo, en los casos más graves, puede ser necesaria la hospitalización. En los niños más sensibles a este tipo de infecciones suele requerirse la administración de oxígeno.

En cualquier caso, es importante asegurar la hidratación de los más pequeños. Conviene ofrecerles líquidos con frecuencia, así como lavar sus fosas nasales con solución salina. Si aparece fiebre, el médico puede recomendar algún antitérmico, como el paracetamol.

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