Neuroeducación: conociendo el cerebro infantil para educar niños felices

Neuroeducación: conociendo el cerebro infantil para educar niños felices
María Alejandra Castro Arbeláez

Revisado y aprobado por la psicóloga María Alejandra Castro Arbeláez.

Escrito por Valeria Sabater

Última actualización: 04 abril, 2020

La neuroeducación es algo más que una nueva herramienta, es otro enfoque, una nueva sensibilidad más abierta e intuitiva hacia el desarrollo cerebral y emocional del niño. Porque nuestra función no es educar niños iguales, sino personas únicas, hábiles, libres  y capaces de luchar cada día por su felicidad.

El término “neuro” está de plena actualidad. El campo de muchas disciplinas se ha abierto un poco más para tomar conciencia de un aspecto esencial a la vez que maravilloso: es necesario comprender el funcionamiento del cerebro humano para vivir mejor, para ser más productivos y llevar una existencia más acorde con nuestras emociones y las capacidades excepcionales de cada uno de nosotros.

Hoy en día, es común encontrarnos términos como “neuromárketing”, “neurocreatividad”,  “neuroeconomía”, “neurocultura”, “neuropsicología” y cómo no, la “neuroeducación”. Ahora bien, lo más probable es que como madres, como padres o educadores nos preguntemos qué tipo de utilidad tiene para nosotros y sobre todo para nuestros hijos. ¿Es que quizá, hemos estado educando mal hasta el momento presente? En absoluto.

En realidad, no se trata de educar bien o mal, se trata de comprender qué etapas de desarrollo pasan nuestros hijos, qué necesidades tienen en cada momento y saber ante todo, qué podemos hacer para obtener el máximo potencial en esas fases “clave” donde el niño disfruta más que nunca de una inmensa plasticidad cerebral.

Educar es por encima de todo comprender a nuestros hijos. No podemos olvidar que algo tan valioso como educar en felicidad,  hará que el cerebro de los niños ofrezca siempre lo mejor de sí. Porque en realidad, el buen padre o la buena madre no tiene como principal objetivo tener un genio en casa, lo único que anhelamos es que sean felices, valientes y capaces de crear su propio porvenir el día de mañana.

Neuroeducación: 5 principios que debes conocer

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1. La emoción y el conocimiento van juntos

Seguro que tú mismo lo habrás experimentado en más de una ocasión: cuando te sientes bien y tu interior goza de una calma y una satisfacción adecuada, eres más receptivo a todo lo que te envuelve.

Esto es algo que todos hemos experimentado. Ahora, ponte en el lugar de un niño de dos años que está descubriendo el mundo.

  • Sus primeras palabras, sus primeros pasos, esas emociones desbordantes que a instantes lo llevan a la risa y otras al llanto denotan un instante maravilloso en su desarrollo.
  • La neuroeducación se nutre de la psicología, la sociología y la medicina con un fin último: potenciar tanto los procesos de aprendizaje de los niños partiendo de la base de que la emoción y el conocimiento van juntos.
  • Ahora bien, cuando hablamos de emociones no nos referimos solo a la de este niño de dos años. Nos referimos también a nosotros, quienes como madres, padres o profesores, educamos a los niños a través de nuestras propias emociones.
  • Si ofreces gritos, amenazas y desconfianzas, educas con miedo y dejas traumas. Si lo haces con respeto, cercanía y amor, el niño dará lo mejor de sí.

2. Es necesario entender el cerebro del niño

Hay un error en el que se cae muy a menudo: pensar que al niño de 3 años se le puede iniciar con éxito en la lectura, la escritura y las matemáticas.

  • Pensamos que al “acelerar” competencias potenciamos su coeficiente intelectual, y que así, garantizamos su éxito futuro. Es un error.
  • El cerebro de los niños sigue un tiempo de maduración donde será capaz de integrar unas cosas y no otras. Aún más, existen también muchas diferencias  individuales. Habrá niños un poco más lentos y otros que sí sean más receptivos a nuevos aprendizajes.

La neuroeducación busca ante todo comprender cómo funciona el cerebro de los más pequeños para dar respuesta a sus necesidades y a la vez, potenciar al máximo sus capacidades.

3. La neuroplasticidad neuronal

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La plasticidad cerebral hace referencia a la capacidad del sistema nervioso para cambiar su estructura y su funcionamiento a lo largo de su vida, como reacción a determinados estímulos favorecedores del entorno.

Los niños de entre 0 y 6 años muestran una neuroplasticidad asombrosa que necesita de múltiples refuerzos, de palabras, oportunidades, de la seguridad de un mundo emocional donde el niño se sienta querido para afinar al máximo sus habilidades psicológicas.

4. El cerebro del niño aprende de muy diversas formas

Nuestros hijos no aprenden solo sentados en un pupitre. Tampoco lo hacen en exclusiva cuando los sientas frente a ti y les enseñas a hablar, o les lees un cuento, o los ayudas a resolver un problema de mates.

  • El cerebro es un órgano multifacético con múltiples tipos de inteligencia: musical, artística, matemática… Todo ello son estímulos, caminos que explorar.
  • Por ello, recuerda: para educar en felicidad a un niño dale oportunidades nuevas de aprendizaje cada día.

5. Tú debes convertirte en un neuroeducador

Neuroeducador es quien tiene las herramientas básicas para no limitarse solo a “educar un cerebro”. Buscamos educar personas felices y hábiles sean cuáles sean sus capacidades cognitivas.

  • Por ello, no lo dudes, a veces no basta con “creer saberlo todo”. Para educar hay que cuidar de nuestro mundo emocional,y  saber así conectar con el niño a través de la empatía, la cercanía y la confianza.
  • La neuroeducación busca despertar la curiosidad en el niño, darle confianza, potenciar su memoria, entender sus procesos internos para gestionar miedos, preocupaciones…
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La neuroeducación es una maravillosa propuesta que merece tenerse en cuenta tanto en el día a día con nuestros hijos pero sobre todo, en las aulas donde acuden cada día. Porque innovar en la educación es un modo de ser más sensibles a las necesidades reales y sobre todo, de dar al mundo personas más bellas y capaces de hacer de esta realidad un escenario mucho mejor.

Imágenes cortesía de Claudia Tremblay

 


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