Las doulas, una dulce compañía

Las doulas, una dulce compañía
Raquel Aldana

Escrito y verificado por la psicóloga Raquel Aldana.

Última actualización: 13 febrero, 2020

La figura de “las doulas” existe desde las épocas más remotas de la especie humana. Entonces se trataba de mujeres experimentadas que se instalan durante el puerperio (los cuarenta días posteriores al parto) en la casa de la reciente mamá para acompañarla y ofrecerle apoyo emocional durante estos días.

Digamos que las doulas actúan como las “grandes madres” de las madres más jóvenes e inexpertas. En este sentido, hoy en día son especialmente necesarias ya que vivimos en un gran aislamiento sociofamiliar y, por lo tanto, carecemos de referentes internos y externos.

Actualmente esta figura de apoyo emocional y “espiritual” está profesionalizándose con el objetivo de crear una conciencia femenina para garantizar la salud física y psicológica durante el puerperio.

Fomentar el equilibrio emocional en la madre por medio de las doulas garantizará del mismo modo una mejor cuidado al bebé, el cual depende de su progenitora a todos los niveles.

Doula apoyando a la madre

Características de las doulas

Una doula debe estar en condiciones de asistir a la mujer durante largo tiempo. Esto requiere, además, de una gran disponibilidad emocional que le permita captar y manejar las sutilezas y los matices del sentir de la madre reciente.

En estos momentos en los que todo parece volverse caótico, el sostén, el apoyo, la escucha, la contención y la solidaridad de estas mujeres es esencial. Gracias a ello se revalorizan todas las sensaciones y consideran la historia personal de cada madre, de cada parto y de cada realidad social de la que se parte.

Las mujeres debemos recuperar ciertas costumbres que nos ayuden a pensarnos como reinas, a sentirnos arropadas y a evitar los sacrificios innecesarios que nos conducen al derrumbe final por la resistencia a “pedir ayuda”.

doula-ayudando-a-la-madre

¿Por qué una doula?

Porque a veces el pánico y el caos es ensordecedor. Porque a veces llegamos al límite, porque nos puede desbordar la sensación de peligro. Porque a veces es imposible calmar a un bebé que llora. Porque los pechos pueden sangrar, doler o no responder como necesitamos.

Porque a veces tenemos ganas de llorar y llorar. Porque necesitamos sentirnos mujeres. Porque tenemos que darnos cuenta de que somos personas, no superheroínas que tienen que salvar el mundo.

Porque debemos reconocernos en la nueva identidad de mama-bebé y eso en soledad es doblemente complicado. Porque a veces no sabemos a quién consultar las dudas, porque a veces la culpa y el desconcierto nos hace pensar que todo lo estamos haciendo al revés.

Por eso, si tuviéramos una doula a la que poder recurrir y que nos pueda asistir, la crianza de nuestros niños y la aceptación de una misma sería un proceso menos doloroso en mejores condiciones.

Doula con la madre

Queda claro, entonces, que la doula no atiende y asiste al bebé, sino a la madre. Gracias a este apoyo la díada madre e hijo se fortalece y se protege a sí misma. Estas mujeres deben trabajar muchísimo los aspectos personales referidos a la maternidad, así como su capacidad de escucha, de generosidad y de trascendencia emocional.

Esto es importante porque una doula se acerca hasta el interior del mundo sentimental de una madre para calmarlo. En esta labor no defiende ideas o consejos preconcebidos, sino que se manifiesta como mantenedora de la frescura dentro de los juegos familiares.

Por eso, la restauración de la figura de las doulas está en la actualidad justificada por la necesidad de una red de solidaridad femenina que nos haga tomar conciencia y caminar de manera pacífica por el puerperio, sosteniéndonos así en aquellos momentos en los que nos sentimos en otro mundo.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.