Hernia umbilical en el bebé: todo lo que debes saber

Si luego del nacimiento notas un bulto en el ombligo de tu bebé, ¡no te alarmes! Es probable que se trate de una hernia umbilical y te queremos contar todo al respecto.
Hernia umbilical en el bebé: todo lo que debes saber
Leidy Mora Molina

Revisado y aprobado por la enfermera Leidy Mora Molina.

Escrito por Leidy Mora Molina

Última actualización: 03 febrero, 2022

La hernia umbilical en el bebé es una condición bastante común y se relaciona con las características anatómicas del recién nacido.

Pero ¿qué tan grave es y cómo se trata? A continuación, te vamos a contar todo lo que debes saber sobre este tema. ¡No te lo pierdas!

¿Qué es una hernia umbilical?

Una hernia umbilical es una abertura en la pared anterior del abdomen que se produce por un defecto en el cierre del anillo muscular que rodea al ombligo. Dicho orificio remanente puede hacer que sobresalgan líquidos u órganos abdominales a través suyo.

En general, se observa a partir de la segunda o tercera semana de vida, cuando el cordón umbilical se desprende por completo. Su tamaño puede variar desde un pequeño bultito hasta una verdadera protuberancia, del tamaño de una bola de pingpong. Y a su vez, puede aumentar cuando el bebé hace fuerza con el vientre, como durante el llanto, la defecación o la tos.

En principio, cualquier bebé puede padecer una hernia inguinal por inmadurez de su pared abdominal. Sin embargo, es más frecuente en los niños prematuros, con bajo peso al nacer o con malformaciones congénitas (como el síndrome de Down).

Aunque su aspecto llame la atención, la mayoría las hernias umbilicales son inofensivas e indoloras y tienden a resolverse por sí solas antes de los 5 años. No obstante, hay algunas excepciones que debes conocer y que te vamos a contar en breve.

Cuidados del cordón umbilical en el recién nacido.

Cuando la hernia umbilical se acompaña de síntomas

Como hemos comentado antes, la mayoría de las hernias umbilicales no producen dolencias ni complicaciones en los bebés. Esto es porque el orificio no suele ser lo suficientemente grande como para dejar pasar vísceras enteras, como sí ocurre en otro tipo de hernias.

De esta forma, la presentación más habitual es la de un bulto blando y móvil en la zona del ombligo, de tamaño variable, que al empujarlo se devuelve, pero vuelve a salir.

Ahora bien, cuando el anillo de la hernia es muy grande (mayor a 1,5 cm), puede favorecer a la salida de alguna asa de intestino delgado. Si bien es poco frecuente, podría ocurrir un atascamiento de la víscera ahí mismo. Ante una situación similar, se desarrollarían algunos síntomas como los siguientes:

  • Inflamación y enrojecimiento en la hernia.
  • Dolor en el área.
  • Endurecimiento de la hernia.
  • Imposibilidad de reducirla (es decir, introducirla en el abdomen).
  • Vómitos y malestar general.
  • Fiebre.

Estos síntomas pueden indicar el estrangulamiento del intestino, lo cual implica una situación de urgencia que debe resolverse tan pronto como sea posible. Por ende, si tu niño presenta alguno de los síntomas mencionados, acude al médico de inmediato.



¿Cómo se trata la hernia umbilical en los bebés?

Las hernias umbilicales de la infancia suelen resolverse espontáneamente y se estima que 8 de cada 10 cierran por sí solas antes de los 4 años (AEPed, 2008). Esto ocurre porque el anillo umbilical se contrae gracias al fortalecimiento muscular del abdomen del pequeño.

Claro está que este tiempo guarda estrecha relación con el diámetro de la abertura y cuando son superiores a 1,5 cm, puede ser necesario recurrir al cierre quirúrgico. Algunos especialistas recomiendan esperar hasta pasados los 4 años, para dar la posibilidad al cierre espontáneo.

La hernioplastia umbilical: ¿en qué consiste?

Se trata de la intervención quirúrgica que se realiza para cerrar el anillo herniario y es un procedimiento bastante sencillo. Sin embargo, requiere de anestesia general, razón por la cual se suele realizar solo cuando es estrictamente necesario.

El procedimiento consiste en realizar dos pequeños cortes por encima y por debajo del ombligo para reubicar las vísceras en su lugar. Luego, el cirujano procede a cerrar el orificio con unos puntos de sutura que unen los músculos y la piel de la zona. A veces se puede recurrir a la laparoscopia, que es una técnica más sencilla y menos invasiva que la tradicional.

Cuando la cirugía se realiza en el contexto de una urgencia (como el estrangulamiento de los intestinos), el procedimiento puede sufrir variaciones e incluso, puede requerir la remoción del asa intestinal afectada. Por este motivo, es fundamental realizar la consulta a tiempo ante la presencia del más mínimo síntoma de sospecha.

En general, la recuperación de la hernioplastia es bastante rápida y sus riesgos son menores. Todo depende de la gravedad del cuadro y de los cuidados posoperatorios.

manos de cirujano operando hernia abdominal

Creencias populares sobre el tratamiento de la hernia umbilical

Existen varios mitos en torno a las hernias umbilicales, los cuales carecen de fundamentos científicos. Por ejemplo, la utilización de botones, monedas, garbanzos y otros objetos ajustados en el ombligo para eliminar este defecto anatómico.

Además de ser medidas ineficaces, son potencialmente perjudiciales para el bebé, pues la delicada piel de la zona podría lastimarse y dar lugar a infecciones cutáneas graves. Así mismo, podría ocurrir una ingesta accidental de dichos elementos y acabar por generar una obstrucción de las vías respiratorias.

En líneas generales, la hernia umbilical de los bebés no es una condición de salud grave y en la mayoría de los casos ni siquiera produce síntomas. Por este motivo, lo mejor es conocer de qué se trata y vigilar su evolución a lo largo del tiempo en los controles con el pediatra.


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