Fábulas y fantasías infantiles, ¿señal de alarma?

Fábulas y fantasías infantiles, ¿señal de alarma?
María Alejandra Castro Arbeláez

Revisado y aprobado por la psicóloga María Alejandra Castro Arbeláez.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 23 febrero, 2021

Los niños entre 3 y 5 años suelen crear en su cabeza un mundo y, cuando lo exteriorizan y manifiestan, los padres tienden a preocuparse, muchas veces sin razón alguna. Ahora bien, en caso de que se hagan presentes las tan mentadas fantasías infantiles, ¿debemos considerarlas una señal de alarma?

Probablemente te hayas preguntado si es normal que tu hijo hable solo, imagine personajes, cree historias y situaciones que nunca ocurrieron. Despreocúpate porque las fantasías infantiles son absolutamente normales en esta etapa de desarrollo.

La aparición de estas fábulas y fantasías infantiles obedece a que, en este estadío, los chicos tienen una imaginación desbordante al punto tal que realidad y ficción se funden y confunden. Por eso se denomina este período como “la  edad del pensamiento mágico”.

Por supuesto, debes estar atenta y saber diferenciar las fantasías de las mentiras, lo cual constituye una tarea compleja. No obstante, antes de juzgar al menor debes considerar la edad, madurez, personalidad y la intencionalidad de lo narrado por tu hijo.

¿Acaso no es justo que el niño cree sus propias aventuras?. Es menester que tengas en cuenta aquí que él ya eligió creer en las invenciones de los mayores, como el Ratón Pérez, los duendes y las hadas, entre tantos seres ficticios e inanimados capaces de cobrar vida.

¿Fantasías infantiles o mentiras?

Lo niños menores de tres años nunca mienten, aún diciendo cosas que no tengan correlato en la realidad, puesto que para ellos son ciertas y con ello les basta. Pues en la edad del pensamiento mágico hay una preponderancia de lo subjetivo sobre lo objetivo, además de no existir límites claros entre realidad y fantasía.

Un niño de 5 o 6 años continúa teniendo fantasías pero ya no las comparte dado que las distingue de la realidad. A partir de los 7 años, si culpa a su hermano de haber destrozado un objeto que él rompió o asegura haber olvidado su boletín ante una mala nota en el colegio, estamos ante una mentira.

En tales casos, este tipo de actuaciones son calificadas desde la psicología como “mentiras de defensa”, las cuales pueden ser empleadas en beneficio propio o por el bien del otro. Otras veces puede que el niño alardee adjudicándose actos que siquiera ha hecho “para quedar bien”.

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Estas mentiras aisladas carecen de importancia, mas se debe evitar que el chico comience a mentir sistemáticamente, negando hasta lo evidente e irrefutable, tornándose así en un desvergonzado mentiroso capaz de convertirse en un fabulador e, incluso, en un mitómano que pierde el sentido de la realidad.

Claves para diferenciar las fantasías infantiles de las mentiras

  • La edad del niño. No se puede hablar de mentiras con voluntad de engaño antes de los 7 años dado que el menor no puede diferenciar su mundo interior del exterior, entre sus deseos y la realidad. Por eso, en niños de entre 3 y 4 años se afirma que el niño no miente, sino fantasea. Recién a los 8 años aparecen las mentiras con intención de, por ejemplo, llamar la atención, quedar bien, parecer gracioso, salir de situaciones molestas, es decir, evitar responsabilidades y castigos.
  • La madurez. Cada niño es un mundo y, por ende, tiene sus propios tiempos de maduración, los cuales responden de diferentes maneras de acuerdo a múltiples factores (genéticos, sociales, familiares o culturales). Por eso no solo reviste importancia la edad cronológica sino también la edad mental o madurativa del pequeño.
  • La personalidad. Este es un aspecto fundamental que debemos considerar dado que la personalidad del niño proporciona información relevante y fidedigna sobre la posibilidad de estar lidiando con una vil mentira o bien un relato fruto de su fantasía desbordante. Es que no faltan niños que superan los 7 años y, sin embargo, son tan imaginativos que pueden continuar fantaseando.
  • La intencionalidad. Vale aclarar que la intencionalidad en el caso de las fantasías infantiles es netamente exploratoria, en pos de conseguir la diversión pero nunca persiguiendo engañar a fin de evitar posibles regaños. Contrariamente, cuando se trata de una mentira, el niño deforma un hecho real afirmando o negando algo con intención de engañar con el objetivo último de evitar consecuencias no favorables o buscando la aprobación de su entorno.

Benefícios de las fantasías de niños

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La imaginación sirve a los pequeños para interpretar y recrear el mundo que lo rodea de manera tal que las fantasías infantiles se constituyen en un instrumento capaz de facilitar la comprensión y aceptación de ciertas reglas y límites, además de ayudarlo a crear un entorno íntimo lleno de magia al que solo él tiene acceso.

De este modo, la imaginación supone la base de la creatividad del niño, y por lo tanto, debe ser siempre libre y respetada, así como también valorada. Pues cuando la criatura imagina y fantasea, también se divierte y exterioriza problemas e inquietudes en un mundo que le pertenece.

Al crearse en su propia mente ese universo, las reglas y las decisiones pertenecen solo a él, por lo que se siente capaz de controlar todo y a todos: puede inventar amigos, hermanos, pares, etc. Incluso tiende a mezclar el sueño con la realidad.

Según expertos, otras ventajas que suponen las fantasías infantiles en el desarrollo pleno de tus hijos son:

  • Favorecen su creatividad, imaginación y sensibilidad. Déjate sorprender por sus razonamientos y remates curiosos, seguramente te dejará reflexionando o riendo por un buen rato.
  • Facilita su capacidad de entretenerse ahuyentando el aburrimiento. No hace falta ningún elemento tecnológico para inventar los mil y un juegos más divertidos solo con el simple uso de su imaginación y creatividad.
  • Desarrolla su inteligencia, en tanto que se trata de un ejercicio intelectual útil y fundamental en esta etapa.

 


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