El delicado momento del posparto

El delicado momento del posparto
María Alejandra Castro Arbeláez

Revisado y aprobado por la psicóloga María Alejandra Castro Arbeláez.

Escrito por Raquel Aldana

Última actualización: 12 noviembre, 2020

El cuarto trimestre, el del posparto, es uno de los momentos de mayor vulnerabilidad materna a todos los niveles. Durante esta etapa el bebé y la madre siguen siendo una unidad física sin serlo a fin de que el niño o la niña vayan siendo cada vez más independientes.

Como consecuencia natural de esto, la vida de la madre está tan condicionada como complementada, lo que puede llegar a frustrar la rutina o estabilidad a las que el adulto aspira.

Así, este es un momento de sobresaltos, de preocupaciones, de inquietudes, de placer y de conexión que desemboca en una cantidad de sentimientos encontrados que pueden llegar a desbordarnos.

¿Por qué ocurre esto? Porque los tres primeros meses después del parto constituyen un período de enormes cambios físicos, emocionales y psicológicos. Veamos a continuación algunas de las incomodidades o problemas que pueden surgir:

El reajuste corporal

Por ejemplo, el cuerpo suda mucho y se tienen sofocos, lo cual aunque no sea muy conocido es totalmente normal.  También es frecuente que se caiga el pelo por los cambios hormonales, aunque vuelve a crecer de forma natural.

De la misma forma, la mujer puede estar sangrando unas cuatro o seis semanas, tiempo que el útero tarda en sanar el lugar en el que estuvo la placenta. Esto es muy incómodo y a algunas mujeres puede resultarles difícil de sobrellevar.

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La sexualidad en el posparto

Otro problema corriente al que se enfrentan las mujeres que acaban de dar a luz es al dolor durante el acto sexual, sobre todo a las que se les ha practicado la episiotomía (una incisión que va de la vulva al ano y que facilita la expulsión de la criatura).

 

No obstante, al margen de que pueda darse esta condición especial, los cambios hormonales que se producen durante la lactancia y el cansancio de las noches en vela pueden dar lugar a cierta sequedad vaginal.

 

En estos momentos de éxtasis emocional, puede resultar complicado comprender la razón por la que no se disfruta o no apetece el acto sexual. Así, puede darnos la impresión de que la maternidad y la sexualidad están reñidas cuando en realidad no es así. Simplemente ambas actividades necesitan de unas condiciones de descanso y dedicación que no siempre sabemos encajar.

La depresión posparto

Es un tema tabú, pero la depresión posparto afecta más de un 80% de mujeres durante las dos semanas posteriores a dar a luz. De este 80%, alrededor de un 15% seguirán sufriendo algún tipo de trastorno anímico más adelante, ya sea depresión o ansiedad.

Nos supone un gran esfuerzo aceptar que en momentos de luz una madre pueda llegar a sentir tantísima oscuridad. Sin embargo, si atendemos y valoramos la oleada de cambios en la que se ven inmersas de repente, comprenderemos la incomprensión y la súplica de su cuerpo y de su mente.

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Los especialistas recomiendan tomar cantidades adecuadas de omega-3, mantener el nivel adecuado de azúcar en sangre (el bajo nivel de azúcar exacerba la depresión posparto) y llevar una vida saludable en cuanto a alimentación y hábitos.

Todo esto contribuirá a restablecer el equilibrio hormonal, lo cual apoyará la estabilidad emocional.

El nacimiento abre una ventana emocional

Desde la concepción la mujer se encuentra inmersa en una vorágine de emociones, sentimientos, conocimientos y comportamientos que resulta verdaderamente complicado manejar.

De hecho, en el posparto el mundo puede llegar a parecernos tremendamente duro; esto es porque sentimos nuestra piel mucho más delgada, más frágil y más traslúcida. Como consecuencia, cualquier emoción se amplifica al máximo, da igual si es positiva o negativa, probablemente su expresión se agrandará.

En definitiva, lo único que parece eterno y natural en la maternidad es la ambivalencia, especialmente en el momento del posparto. Sin embargo, eso no nos debe asustar, pues es lo más normal cuando atendemos a nuestras percepciones y no tanto a las expectativas.

Por eso, una mujer debe comprender que un bebé supone un enorme cambio en su vida y que tanto su cuerpo como su mente tienen que prepararse para afrontar ese período tan importante.


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