Comparte calma y no te unas al caos ante grandes emociones de los pequeños

Los niños no son los más expertos en controlar las emociones... ¡y ahí es cuando debes actuar! Aprende a ser un mal de calma en medio del caos que puede surgir en el día a día.
Comparte calma y no te unas al caos ante grandes emociones de los pequeños
María Alejandra Castro Arbeláez

Revisado y aprobado por la psicóloga María Alejandra Castro Arbeláez.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 29 julio, 2021

El desafío de todo padre es lidiar con las grandes emociones de los pequeños. Se trata de aquellos momentos en que reina la desesperación y, por qué no, la frustración. Pero lo importante en aquellas circunstancias es simplemente conservar y compartir la calma.

De este modo, tomamos distancia del caos y no nos montamos en la cólera del niño. La clave del éxito reside en afinar la paciencia y, con total tranquilidad, intentar contener a ese menor desbordado. Aquí la comunicación cobrará un rol más que importante.

Mantiene durante el diálogo un tono de voz suave y calmo. Y lo más importante, permanece siempre a la altura de tu hijo a fin de poder mirar siempre a sus ojos. El establecimiento del contacto visual es realmente importante en estos casos.

Ahora bien, ¿basta solo con estos tips para controlar la situación donde el pequeño se monta en ira? ¿Cómo actuar con templanza para evitar apelar a gritos, insultos o castigos de todo tipo? Descubre en este artículo de Eres Mamá la forma de detener del mejor modo pataletas y berrinches.

Pataletas y berrinches: las grandes emociones de los pequeños

Las pataletas, el llanto y los berrinches son solo algunas de las maneras más comunes en las que nuestros hijos manifiestan aquello que les sucede. No tienen otra manera de manifestar emociones y sentimientos que no pueden poner en palabras, ni gestionar.

Entonces, ahí es donde el rol de los padres es fundamental. Su trabajo es actuar de manera positiva, asertivamente y con suma empatía. La idea no es más que comprender lo que sucede al chico, descifrar el motivo que suscitó tamaña reacción.

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Así, lejos de juzgar, etiquetar, castigar o perder la calma hasta ponerse furioso, predicamos con el ejemplo. Sobre todo, educamos al niño en materia de inteligencia emocional. Se dota al menor de aquellas herramientas necesarias para comenzar a desarrollar su capacidad comunicacional.

Esto resulta imperioso porque solo de esta manera se torna posible forjar un mejor futuro para los niños. Asegura de este modo un buen desarrollo físico y emocional para tu hijo. Ello le garantizará una crianza -y una vida en general- tan plena como feliz.

La inteligencia emocional comienza a desarrollarse en los primeros años. Todos los intercambios que los niños tienen con sus padres, los maestros y con los demás llevan mensajes emocionales.

-Daniel Goleman-

Asertividad y empatía, la clave para evitar la crisis

La empatía es lo primero que necesitaremos, además de lo que anteriormente se mencionó, para poder ayudar a controlar aquellas grandes emociones de los pequeños. Percibir aquello que el otro siente, ponerse en su piel. Atrévete a conectar con tu hijo para participar afectivamente de sus sentimientos.

Comprende qué le sucede, por qué motivos está tan molesto. Contagia tu calma. Pregunta qué le sucede. Explica cuál es la manera correcta de reaccionar y expresarse. Sobre todo, aclara el panorama respecto a ello que tanto le angustia y, de ser posible, bríndale opciones.

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Allí entra en juego nada más ni nada menos que la asertividad. Nosotros manifestamos al niño cómo deseamos que se porte, y las consecuencias de su comportamiento indeseado. Sin entrar en pánico ni crisis. Simplemente se trata de interrogar y negociar con paciencia.

De esta manera, lo que también estás transmitiendo es la habilidad de expresarse de modo amable, franco, abierto, directo y adecuado. Controlar todo lo que tiene adentro para exteriorizar correctamente aquello que siente. Algún día, por este camino, llegarás a la meta: el chico dirá lo que quiera sin generar un conflicto innecesario.

En sus zapatos, siempre

Cuando las grandes emociones de los pequeños invaden, un secreto de gran ayuda puede ser ponerse en sus zapatos. Quiere decirse que implica un esfuerzo de la memoria. Recordar que fuimos niños, y cómo éramos. Remembrar lo que sentíamos, cómo pensábamos y cómo actuábamos.

Volver el tiempo hacia atrás. Someter al niño a una profunda mirada, pero ya no adulta, sino a una visión infantil. Entender que lo que tenemos en frente, en plena pataleta o berrinche, es un ser pequeño. Tal y como fuimos nosotros mismos algún día.

Vuelve al presente, a este aquí y ahora que se muestra caótico. Tu ya recorriste un largo camino que te dotó de un sinfín de herramientas para gestionar emociones y comunicarte de la mejor manera. Él, a través de esto que lógicamente te molesta, lo comienza a caminar. Tan solo ponte un segundo en sus zapatos y no fallarás.


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