¿Cómo afecta el sufrimiento al cerebro del niño?

El sufrimiento durante la infancia afecta al desarrollo cerebral, dando origen a anomalías y desórdenes psicológicos que pueden presentarse en el niño.
¿Cómo afecta el sufrimiento al cerebro del niño?
Elena Sanz Martín

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz Martín.

Última actualización: 27 julio, 2022

Erróneamente, tendemos a creer que los niños son flexibles, adaptables y capaces de salir indemnes de las adversidades. Pensamos que en unos años no recordarán lo sucedido. Incluso, en ocasiones, los sometemos a actos que nunca cometeríamos con un adulto con el fin de “educarlos”. Si fuésemos consciente de cómo afecta el sufrimiento al cerebro del niño, lo pensaríamos dos veces.

Si tu pareja tiene miedo o se siente insegura por algo, ¿la encerrarías en una habitación a oscuras hasta que dejase de reclamar ayuda? No, ¿verdad? Por el contrario, lo abrazarías y permanecerías a su lado, asegurándole que todo está bien. Entonces, ¿por qué dejamos a los bebés cada noche en la oscuridad, a solas, con su temor?

Si tu amigo o tu jefe comete un error o se comporta de una forma que no te gusta, ¿respondes insultándolo,  golpeándolo o gritándolo?. Entonces, ¿por qué lo hacemos con los pequeños? En nuestro afán por impartir disciplina nos olvidamos de mostrar empatía, respeto y amor por esos pequeños seres en desarrollo, sin darnos cuenta de cómo estamos afectando su crecimiento.

¿Cómo afecta el sufrimiento al cerebro del niño?

El sufrimiento puede presentarse en la vida de un niño de diversas maneras. Puede ser víctima de abuso físico, sexual o psicológico. Pero también puede sufrir por abandono, rechazo o negligencia de los padres. Incluso, aquellos progenitores con una buena intención pueden dañar al niño si actúan de forma inconsciente.

Las secuelas dependerán de la intensidad de ese sufrimiento, así como de otras variables. No obstante, se han realizado hallazgos que prueban que el daño en la infancia repercute seriamente en un cerebro en formación.

Niño sentado en un columpio.

Ansiedad e hipervigilancia

Se llevó a cabo un estudio con el fin de determinar las reacciones cerebrales de niños procedentes de entornos agresivos. Para ello, se les mostraron rostros con gestos amenazadores (de enfado), tristes o neutros. Mientras, con escáneres cerebrales se registraban las respuestas a estos estímulos.

La investigación confirmó que los niños que provenían de hogares violentos reaccionaban mucho más intensamente a los rostros enfadados. Al ser expuestos a estas imágenes, la amígdala y la ínsula anterior cerebral se activaban de manera súbita. Estas dos regiones del cerebro son las encargadas de detectar peligros y amenazas y poner en marcha los mecanismos de lucha o huida para garantizar la supervivencia.

De esto se infiere que el cerebro de estos niños se mantiene en constante alerta, activo y expectante, buscando peligros y amenazas. El continuo sufrimiento al que están expuestos ha llevado a su cerebro a volverse hipervigilante.

Esto hace que los pequeños sufran un enorme desgaste emocional y padezcan una elevada ansiedad a la que no saben cómo hacer frente. Adicionalmente, es muy probable que dicha ansiedad e hipervigilancia se mantenga durante la edad adulta.

Personalidad antisocial

Otro estudio llevado a cabo en personas diagnosticadas con trastorno antisocial de la personalidad ha revelado informaciones interesantes. Al examinar sus cerebros a través de resonancias magnéticas, se ha encontrado que muestran una maduración acelerada en algunas áreas. Y que esto ha ocurrido ha consecuencia de un intenso sufrimiento emocional durante la infancia.

Niño asustado pensando en cómo afecta el sufrimiento al cerebro de los niños.

La dura situación llevó a su cerebro a una hipermaduración temprana a fin de ayudar al niño a hacerse inmune al sufrimiento. Esto se observa en un exceso de mielinización, una sustancia gris adelgazada y demasiada sustancia blanca.

Sin embargo, la consecuencia de todo ello es que este pequeño termina convirtiéndose en un adulto carente de empatía, de remordimientos y de escrúpulos. Una persona con un mayor riesgo de delinquir y de utilizar a las demás personas a su antojo.

El sufrimiento da forma al cerebro del niño

Hemos de tener en cuenta que la infancia es una etapa crítica en nuestro desarrollo. Todo lo que aprendamos y absorbamos en estos años moldeará nuestras conexiones cerebrales y, por tanto, nuestra personalidad. El sufrimiento durante la niñez tiene un fuerte impacto en el desarrollo psíquico de una persona, llegando a condicionar, incluso, su vida adulta.

Numerosos trastornos y desórdenes mentales se relacionan y tienen su origen en sucesos acontecidos durante la infancia. Por ello, lo mejor que puedes hacer por tus hijos es regalarle unos primeros años de vida impregnados de respeto, de escucha, de comprensión y de amor. Recuerda que estás dando forma a su futuro.


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