Comer emocional en niños y adolescentes

Todos, en algún momento de nuestra vida, manifestamos comer emocional. Sin embargo, se desarrolla en la infancia y adolescencia a causa de múltiples factores como el entorno y las conductas alimentarias. Así que, es clave detectarlo y acudir a un profesional para gestionarlo.
Comer emocional en niños y adolescentes
Silvia Zaragoza

Escrito y verificado por la nutricionista Silvia Zaragoza.

Última actualización: 05 diciembre, 2019

A lo largo de este artículo vamos a descubrir cómo gestionar el comer emocional y los factores que lo desencadenan. Pero antes, vamos a definir qué significa.

¿Qué es el comer emocional?

Primero de todo, es un concepto que hace referencia a consumir determinados alimentos para gestionar las emociones. Normalmente, alimentos palatables y densamente calóricos, como dulces o snacks salados (patatas fritas, frutos secos, queso, etc.). Por tanto, se considera una vía de escape para conseguir un alivio momentáneo frente a la ansiedad, la tristeza, etc.

Lo de momentáneo es porque, tras haber recurrido a la comida, continuas sintiéndote igual o pueden aparecer sentimiento de culpa. Generalmente, las investigaciones lo consideran como la reacción ante sentimientos negativos, incluso a ingerir una mayor cantidad de comida. A pesar de todo, se atribuye también a la felicidad e incluso a restringir la ingesta.

Su aparición depende del momento en el que nos encontremos y nuestro estado de ánimo, aunque mayoritariamente se manifiesta en la adolescencia o a partir de los 40-50 años. Además, suele presentarse, en mayor medida, en mujeres debido a la imagen de perfección o superwoman inculcada por la sociedad en la que vivimos. Sin embargo, no quiere decir que los hombres no lo presenten.

Asimismo, nos gustaría remarcar que dependiendo del caso y frecuencia, puede considerarse como un trastorno de la conducta alimentaria.

Desarrollo del comer emocional

Aunque algunos autores afirmen que el componente genético contribuye en su aparición, realmente es una conducta aprendida. Por lo tanto, las causas principales son el entorno familiar y social. Por eso, deducimos que la niñez es la etapa en la que el aprendizaje a la hora de comer y gestionar las emociones es fundamental.

Mujer comiendo helado y dulces en la cama debido al comer emocional.

Piensa que es una edad en la que esta asimilación se consigue por imitación y observación. Al principio, por los padres y familiares con los que conviven, y más adelante por sus amigos y profesores del colegio o de las actividades extraescolares.

Así que, hay que vigilar el comportamiento que mostramos en la mesa frente a la comida o en torno al físico. Incluso cómo nos expresamos y solucionamos los conflictos. Entre los factores de riesgo destacan:

  • Perfeccionismo y la frustración ante los errores.
  • Crítica negativa a alguna parte de nuestro cuerpo o de otra persona. 
  • Obsesión por el peso o cómo nos queda la ropa.
  • Restricción o prohibición de alimentos, ya sea con el objetivo de adelgazar o la atribución negativa. En resumen: hacer dieta. Esto genera deseo por comer.
  • Celebración de todos los logros con comida. Puntualmente, no supondría problema alguno, dado que es parte de la cultura propia.
  • Uso de la comida como premio o para obligar a terminarse algo que odiamos. O bien incentivar el consumo con un premio material. 
  • Necesidad de comer dulces o picotear cuando estamos cansados, tristes o hemos discutido con alguien.

A continuación, vamos a ver la influencia de los medios de comunicación acerca de los mensajes relacionados con este tema.

Publicidad y emociones

A lo largo de la historia, los cánones de belleza han evolucionado. Desde la década de los 90, la delgadez se ha convertido en un fin, especialmente para las niñas y las mujeres. Y aquí es donde las revistas, publicistas y agencias de modelos han aprovechado la oportunidad para difundir patrones de conducta y físicos estrictos o consejos para adelgazar o qué comer para quemar grasa.

Incluso, se promocionan alimentos bajos en grasa y calorías cuyo consumo fomenta el riesgo de que se manifieste una alteración de la conducta alimentaria.

Además, los anuncios están enfocados al placer que genera la comida. Por esta razón, usan las emociones como estrategia de ventas. Algunos ejemplos muy claros son el de los huevos de chocolate en el que una niña pregunta a su padre de dónde viene la alegría; las barritas de chocolate u otros productos similares que afirman que fomenta la imaginación y la diversión; o el de las pizzas.

En éste último caso, hay varias versiones, como la niña a la que le ha dejado el novio y el padre le ofrece una pizza para consolarla, o la madre que, tras hacer la mudanza, las propone para cenar y, así, contentar a sus hijas.

También se ve en las películas, especialmente las americanas. ¿Acaso no recordáis esa escena en el sofá o la cocina de madrugada de una chica zampando helado o rodeada de patatas fritas y galletas? La gran mayoría de veces no somos conscientes, por lo que asumimos que es algo normal.

Estrés, tristeza y ansiedad o depresión

Como hemos mencionado anteriormente, la ingesta puede ser por exceso o defecto. ¿Qué hace que te decantes por uno u otro? El estado de ánimo, la situación, el entorno, las experiencias anteriores, los niveles hormonales o de neurotransmisores.

Por un lado, el estrés es muy común por la situación económica y el interés de las empresas y empresarios por aumentar la productividad en tiempo récord y, en consecuencia, obtener mayores beneficios. Pero la realidad es que no somos máquinas y es imposible cumplir con todo.

Por otro lado, depositamos altas expectativas ante todo y los demás, generando ansiedad o depresión al no poder cumplirlas. Lo mejor que puedes hacer es aceptar tus límites bajando el listón y aprender de cada momento, ya sea bueno o malo, y de los errores.

Además, cabría mencionar la exposición masiva a la información y las nuevas tecnologías, destacando las redes sociales. Como consecuencia, aparecen sentimientos de tristeza o frustración que es necesario saber gestionar adecuadamente.

Mujer comienzo pizza en pijama con una copa de vino debido al comer emocional.

Consejos prácticos para tratar o prevenir el comer emocional

  1. En primer lugar, obsérvate y valora cómo te sientes, tanto frente a la comida como de salud física y mental. Puedes comentarlo con alguien de confianza. Todo seguido, plantéate modificar tu manera de verlo y actuar. Si te resulta complicado, pide ayuda a un psicólogo para que te proporcione las herramientas para gestionarlo y tomar conciencia. Nunca es tarde para acudir a terapia, aunque sea como prevención.
  2. Come en un entorno agradable, a poder ser sin discusiones e imposiciones ni distracciones. ¿Por qué? En primer lugar, evitas tensiones y, en segundo lugar, practicas el comer consciente guiándote por tu apetito y disfrutando de la comida para nutrirte.
  3. Procura dedicar, al menos, 15-20 minutos a comer. ¿Cómo hacerlo? Dejando el tenedor en la mesa entre cada bocado y masticando lentamente.
  4. Valórate a ti y los demás por los logros y mejoras. Evita las alusiones negativas sobre el físico. Así, fomentas la autoestima y confianza en uno mismo.
  5. Si tu objetivo es adelgazar o mejorar tu composición corporal, realiza cambios progresivos. De esta manera, será más fácil adherirte y mantenerlos a largo plazo.
  6. Intenta comer saludable y variado la mayor parte del tiempo. De vez en cuando, date el gusto de comer algo que te apetezca, como un trozo de tarta o pizza.
  7. Olvídate de prohibiciones o listado de alimentos buenos y malos para algo en concreto.
  8. Expresa tus emociones con alguien de confianza. En niños, ayúdalos a reconocerlas usando libros o películas, como Del revés (Inside out).
  9. Si aparece la ansiedad, intenta respirar profundamente para relajarte. Al principio cuesta, pero es cuestión de práctica.
  10. Si has tenido un mal día o muy estresante y te apetece un alimento concreto, intenta buscar una distracción como el ejercicio, pasear, llamar a una amiga o hablar con alguien, etc.

Finalmente, recuerda enseñar a tus hijos que la alimentación es una necesidad básica para vivir que genera placer, y que expresar las emociones es imprescindible. Y, sobretodo, ten en cuenta la labor conjunta entre un psicólogo y un dietista-nutricionista o técnico superior en dietética para resolver el comer emocional.


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