9 errores que fomentan los celos en tus hijos

Si no cuidas tus acciones y palabras provocarás celos innecesarios. Te damos algunos consejos para evitarlo.
9 errores que fomentan los celos en tus hijos
María José Roldán

Escrito y verificado por la psicopedagoga María José Roldán.

Última actualización: 25 diciembre, 2022

Los celos es una reacción bastante común en los niños que se sienten inseguros o que tienen miedo de que les dejen de querer. Lo más habitual es que existan celos entre hermanos, aunque también puede haber celos de un progenitor, de la nueva pareja de mamá o de papá, de un vecino, de un  amigo… los celos pueden venir de cualquier parte, pero en ocasiones son simples errores los que pueden hacer que los hijos sientan celos de forma innecesaria.

Por eso, te invitamos a estar atentos a ciertas conductas que los padres pueden evitar para que estos no se desarrollen con tanta facilidad. ¡Toma nota!

¿Cuáles son los errores que fomentan los celos en tus hijos?

Según los pediatras Recuero Gonzalo y Bonet de Luna (2005), los celos son emociones complejas formadas por miedo, tristeza, rabia y autocrítica que los niños pueden sentir cuando nace otro hermano.

Es necesario que los padres sean conscientes de ellos para poder sanar esos comportamientos y que, además, se establezcan nuevas dinámicas en la familia o en la relación entres padres e hijos para evitar que estos sentimientos tan negativos perjudiquen a los niños.

Los celos son sinónimo de rivalidad, por lo que generarán mucho estrés y demasiada ansiedad en los niños pequeños. Para evitarlo, los padres deben ser conscientes de algunos errores que se suelen cometer, para así, evitarlos.



1. Los comparas con otras personas

Puedes compararlos con sus hermanos, con el vecino o con un niño que saca mejores notas en la clase. En ocasiones los padres comparan a sus hijos con otros, mostrando así su baja autoestima, la falta de control e incluso, su propia inseguridad. Es posible que a esos padres que comparan a sus hijos sufrieron la comparación cuando eran pequeños, y están proyectando sus experiencias y frustraciones pasadas en sus hijos.

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Comparar a los hijos con otros es una forma de manipulación, es un esfuerzo por controlar que solo hará que el niño se sienta celoso. Cuando los padres juegan a hablar mejor de otro o a compararle con otra persona, parece que de este modo prefieran a la persona con la que lo están comparando en lugar de a su propio hijo. Los niños son sensibles y perceptivos, por lo que notarán estos matices en cuanto empieces a compararlos.

2. Muestras favoritismo por otra persona

Otro error que potencia los celos de los hijos hacia hermanos, primos o hacia otras personas es cuando los padres muestran su afecto o su amor hacia otros antes que hacia los hijos.

Los niños pueden detectar el favoritismo y el rechazo de inmediato. Si durante un tiempo empiezas a mostrar más afecto a uno que a otro, además de fomentar los celos en tus hijos estarás perjudicando seriamente el desarrollo del hijo que no recibe tanto afecto.

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Los niños necesitan sentir que son igual de queridos que sus hermanos y que ellos tienen prioridad ante cualquier otra persona que no forma parte de la familia. El amor incondicional es una necesidad para que los niños puedan desarrollarse emocionalmente estables.

3. Organizar competencias no es una buena idea

Una consecuencia del favoritismo que no buscabas, pero probablemente llegue, ocurra tras la organización de alguna competencia, de velocidad, de fuerza, de puntería, etc. Ten en cuenta que el niño mayor puede llevar ventaja, y haga que el pequeño se esfuerce por encima de sus propias capacidades en vano.

No permitas que compitan de igual a igual. Sencillamente organiza momentos para que se ejerciten o demuestren sus habilidades y destrezas sin medirlas en forma de competencia o reto con hermanos, primos o amigos.

Es por las razones expuestas que en las escuelas deportivas se cuidan de que los niños se midan entre sí en el mismo rango de edad y nivel de competencia alcanzado. Los padres a veces en medio de la alegría de una tarde de verano, olvidamos eso y lo que era un simple juego arruina sentimientos y personalidades.

4. Cuando los convocas a todos, no olvides hacerlo a cada uno

El reconocimiento se practica atendiendo a cada quien en particular. Aunque todos estén convocados para realizar una tarea, cada uno la hará de un modo específico, con su talento y experiencia propia.

Te llevará más tiempo dar instrucciones, aupar o felicitar a uno por uno, mas no dejes de hacerlo. Cierto que hay instrucciones generales, solo que a la hora de ejecutar una parte, ese actor, se trate de un hijo mayor o bien del menor, requerirá una orientación directa y personalizada.

Cuida además, que las tareas estén equilibradas; claro está, ajustadas a sus capacidades. El pequeño o el mayor deben sentir que están aportando lo mismo, en igualdad de condiciones. Los padres han de manejar las diferencias con tacto y no poca sabiduría.

Herir susceptibilidades es muy fácil si no estamos conscientes de lo que hacemos y decimos.

5. Evita el papel de juez, podría formentar celos en tus hijos

Los padres no podemos estar en todo y cuando los hermanos chocan no conoceremos las circunstancias sino por las versiones interesadas que ellos mismos ofrecen. ¿A quién creele?

No siempre vamos a poder desplegar la sabiduría de Salomón y a lo que nos obligan los niños, hermanos y primos que juegan y disputan, es a sopesar. No tomar partido y buscar con independencia esclarecer los hechos, es la mejor opción para no despertar los celos en tus hijos.

La disciplina restaurativa nos exige reconocimiento, reparación y no estigmatización: “no etiquetar a los hijos de forma negativa y enfatizar sus posibilidades para relacionarse de manera respetuosa con los pares”, tal y como sostiene un artículo publicado por la Revista mexicana de investigación educativa.

Por otro lado, en un estudio desarrollado por la Universitat de Barcelona sobre el rol  de los padres en la mediación familiar se enumeran una serie de acciones al respecto, de las que podemos destacar las siguientes:

  • Dejar vías de escape en los conflictos.
  • No hay un ganador ni un perdedor.
  • Las soluciones a los conflictos convienen que sean aceptables para ambos.
  • Tanto las necesidades de uno como del otro deben de ser satisfechas.
  • Hay que respetar los derechos a que los hijos tengan sus propias ideas y a desarrollar sus propios valores, aunque éstos sean diferentes del de los padres.

Escuchar y valorar las intenciones según los intereses, pedirá ecuanimidad y buen criterio. ¡Pongámoslo a prueba!

6. Evitar las etiquetas

Cuando juzgamos, etiquetamos. De alguna manera siempre estamos emitiendo juicios de valor porque es la forma que tenemos de ir apropiándonos de la realidad. Utilizamos conceptos que describen lo que vemos desde nuestros valores y principios.

Es lo que hacemos cuando le decimos a un hijo eres estudioso, tremendo, indisciplinado, perezoso, etc. Son juicios de valor que se van instalando en la psique moldeable de nuestros hijos. Y por lo general, no cuentan con suficientes recursos de autoestima para no dejarse endilgar etiquetas que los menosprecien.

Muchas veces lo hacemos en tono de chanza o sin darle mayor importancia. Pero no estemos tan seguros de que no terminan asentándose en su interior hasta convertirse en marcas que afloren en la adolescencia.



7. No demostrarles nuestro amor

Siguiendo el punto anterior, los niños pueden sentir celos de otras personas o de sus hermanos cuando creen que no se les están brindando el mismo amor. O cuando simplemente sienten que no reciben el amor que merecen de sus padres.

En ocasiones, los padres podemos sentirnos enfadados por alguna situación estresante o porque nos hemos puesto ‘al límite’. Pero hay que seguir demostrando el amor a nuestros hijos por muy enfadados que estemos. Deben saber que siempre estaremos a su lado y que nunca perderán nuestro amor, pase lo que pase.

Es más, si es necesario hay que pedirles perdón (si les hemos gritado en un momento de estrés), para que aprendan que nosotros también somos responsables de nuestras acciones. Incluso si estamos cansados por el trabajo o por cualquier otra situación, siempre hay que encontrar un hueco en el día para poder demostrar nuestro amor sincero e incondicional.

8. Excesiva atención hacia el hermano pequeño

En algunos hogares, el hijo pequeño es el protegido de la familia y, por ello, goza de ciertos privilegios. Por ejemplo, puede ser el que recibe mayor atención y afecto por parte de los padres. Esto provoca que los otros hijos se sientan desplazados y comiencen a tener celos del hermano menor.

9. Aumento del nivel de exigencia hacia el hermano mayor

Con la llegada de un nuevo hermano, muchos padres deciden incrementar el nivel de exigencia hacia el hijo mayor, de manera que este tiene que asumir ciertas responsabilidades que antes no se le pedían.

De pronto, la vida del hermano mayor cambia significativamente, y este, puede llegar a echarle la culpa a su hermano pequeño y sentir unos celos desmesurados hacia él.

Ten en cuenta los errores que pueden provocar los celos de los más pequeños para evitarlos a tiempo

Estos son errores muy importantes que se deben tener en cuenta para dejar de cometerlos y que los niños dejen de sentir celos de forma innecesaria. Como padres, es nuestro deber conseguir que se forje una buena relación entre hermanos, aunque sean diferentes. 


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