23 poemas cortos para niños

La estética y sonoridad que caracteriza a los poemas ha logrado cautivar, durante siglos, a personas de todas las edades, sobre todo, a los niños.
23 poemas cortos para niños
María Alejandra Castro Arbeláez

Revisado y aprobado por la psicóloga María Alejandra Castro Arbeláez.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 26 marzo, 2024

Los poemas cortos para niños nos brindan recursos expresivos para mirar el mundo con ojos sensibles. Pueden disfrutarlos tanto como una adivinanza o un chiste, pues son una forma de contacto con la expresión oral en el que predominan el goce y el placer estético.

Una forma de acercar a los pequeños a la poesía es mediante la declamación, habilidad con la que se entrena la memoria, se expresan las emociones y se modulan los sentimientos. Los poemas recitados dan rienda suelta a la imaginación y al divertimento, te presentamos una selección para disfrutar en familia.

«Es importante que los niños lean poesía, y es más que importante, es necesario».

—Poeta Gloria Fuertes—

Selección de poemas para niños

El legado de reconocidos poetas nos ha dejado una amplia variedad de temas para todos los gustos y edades. No olvidemos que en la poesía infantil lo esencial es la música, por eso, decía el escritor español Juan Ramón Jiménez que no importa que en el poema el niño no entienda todo; bastará que se llene del sonido y el sentido.

1. Mi cara, de Gloria Fuertes

En mi cara redondita/ tengo ojos y nariz,/ y también una boquita/ para hablar y para reír./ Con mis ojos veo todo,/ con la nariz hago hachís,/ con mi boca como como/ palomitas de maíz. 

2. La plaza tiene una torre, por Antonio Machado

La plaza tiene una torre, la torre tiene un balcón, el balcón tiene una dama, la dama una blanca flor./ Ha pasado un caballero / —¡quién sabe por qué pasó!— / y se ha llevado la plaza, con su torre y su balcón, / con su balcón y su dama, / su dama y su blanca flor.

3. Abril, de Juan Ramón Jiménez

El chamariz en el chopo. -¿Y qué más?/ El chopo en el cielo azul. – ¿Y qué más?/ El cielo azul en el agua. – ¿Y qué más?/ El agua en la hojita nueva. – ¿Y qué más?/ La hojita nueva en la rosa. – ¿Y qué más?/ La rosa en mi corazón. – ¿Y qué más? ¡Mi corazón en el tuyo!

4. La Tarara, de Federico García Lorca

La tarara sí, la tarara no;/ la tarara, niña, que la he visto yo./ Lleva mi Tarara un vestido verde;/ lleno de volantes y de cascabeles./ La tarara sí, la tarara no;/ la tarara, niña, que la he visto yo./ Luce mi Tarara su cola de seda, sobre las retamas y la hierbabuena./ ¡Ay! Tarara loca, mueve la cintura, para los muchachos de las aceitunas.

5. Agua, ¿dónde vas?, de Federico García Lorca

Agua, ¿dónde vas?,/ Riendo voy por el río a las orillas del mar./ Mar, ¿adónde vas? Río arriba voy,/ buscando fuente donde descansar./ Chopo, y tú ¿qué harás?/ No quiero decirte nada./ Yo… ¡temblar!/ ¿Qué deseo, qué no deseo,/ por el río y por la mar?/ Cuatro pájaros sin rumbo/ en el alto chopo están.

6. La mariposa del aire, de Federico García Lorca

Mariposa del aire,/ qué hermosa eres,/ mariposa del aire,/ dorada y verde./ Luz de candil,/ mariposa del aire,/ ¡quédate ahí, ahí, ahí!/ No te quieres parar,/ pararte no quieres/ Mariposa del aire,/ dorada y verde./ Luz de candil,/ mariposa del aire,/ ¡quédate ahí, ahí, ahí!/ ¡ Quédate ahí!/ Mariposa, ¿estás ahí?

7. Los ratones, de Lope de Vega

Juntáronse los ratones/ para librarse del gato;/ y después de largo rato/ de disputas y opiniones,/ dijeron que acertarían/ en ponerle un cascabel,/ que andando el gato con él,/ librarse mejor podrían./ Salió un ratón barbicano,/ colilargo, hociquirromo,/ y encrespando el grueso lomo,/ dijo al senado romano,/ después de haber culto un rato:/ ¿Quién de todos ha de ser/ el que se atreva a poner/ ese cascabel al gato?

8. Todo es ronda, de Gabriela Mistral

Los astros son rondas de niños,/ jugando a la tierra espiar.../ Los trigos son talles de niñas/ j ugando a ondular…, ondular…/ Los ríos son rondas de niños/ jugando a encontrarse en el mar…/ Las olas son rondas de niñas/ jugando la tierra a abrazar.

9. Mi caballero, de José Martí

Por las mañanas/ mi pequeñuelo,/ me despertaba,/ con un gran beso./ Puesto a horcajadas/ sobre mi pecho,/ brindas forjaba/ con mis cabellos./ Ebrio él de gozo,/ de gozo yo ebrio,/ me espoleaba/ mi caballero:/ ¡Qué suave espuela/ sus dos pies frescos!/ ¡Cómo reía/ mi jinetuelo! Y yo besaba/ sus pies pequeños. ¡Dos pies que caben/ en solo un beso!

10. El barquito de papel, de Amado Nervo

Con la mitad de un periódico/ hice un barco de papel,/ en la fuente de mi casa/ le hice navegar muy bien./ Mi hermana con su abanico/ sopla, y sopla sobre él./ ¡Buen viaje, muy buen viaje,/ barquichuelo de papel!

11. La tortuguita, de Manuel Felipe Rugeles

¡La tortuguita/ sale del río/ a buscar el sol/ llena de frío!/ ¡La tortuguita/ no tiene pena/ y se ha dormido/ sola en la arena!/ ¡La tortuguita/ pierde el sentido,/ ya no se acuerda/ dónde ha nacido!/ ¡Se la trajeron/ de San Fernando,/ y ella no sabe/ cómo ni cuándo!/ ¡Y en un acuario/ de algas y flores,/ ya la han pintado/ de mil colores.

Poemas para niños y adultos

Leer poemas a los niños supone algo que no parece tan obvio: que los padres también los leen. Este hábito desafía la tendencia general a abandonar la lectura literaria y poética, en particular por otras más urgentes. Y lo que es aún más importante, la lectura de poesía promueve que nuestros niños se conviertan en auténticos y creativos seres humanos.

12. El elefante, de Adriano del Valle

El elefante lloraba/ porque no quería dormir./ Duerme elefantito mío/ que la luna te va a oír./ Papá elefante está cerca/ se oye en el Manglar su mugir./ Duerme elefantito mío/ que la luna te va a oír./ El elefante lloraba/ (¡con un aire de infeliz!)/ Y alzaba su trompa al viento…/ Parecía que en la luna/ Se limpiaba la nariz.

13. Me tuviste, de Gabriela Mistral

Duérmete, mi niño,/ duérmete sonriendo,/ que es la ronda de astros/ quien te va meciendo./ Gozaste la luz y fuiste feliz./ Todo bien tuviste al tenerme a mí./ Duérmete, mi niño,/ duérmete sonriendo,/ qué es la tierra amante/ quien te va meciendo./ Miraste la ardiente/ rosa carmesí./ Estrechaste al mundo:/ Me estrechaste a mí./ Duérmete, mi niño,/ duérmete sonriendo,/ que es Dios en la sombra/ el que va meciendo.

14. Para cazar un panadero, de Elsa Bonermann


Tibia pelusita/ que pasas flotando…/ Blanca coronita…/ ¡Te estoy alcanzando!/ Tu pan enanito/ busco, panadero./ Blando capullito…/ Dame lo que quiero!/ ¿Que no? Aunque me canse/ serás mío, creo./ En cuanto te alcance/ te pido un deseo./ ¡Ya está! ¡Ya te tengo,/ blanco molinero!/ Grito, voy y vengo:/ ¡Cacé un panadero…!

15. Todo está en su sitio, de Gloria Fuertes

Los lobos en el monte,/ los pollitos en el corral,/ los peces en el agua,/ los barcos en el mar./ Ya todo está en su sitio,/ ya todo en su lugar./ Los niños en la escuela/ y los patos a volar.



16. Poema del No, de Gloria Fuertes

No a la tristeza./ No al dolor./ No a la pereza./ No a la usura./ No a la envidia./ No a la incultura./ No a la violencia./ No a la injusticia. / No a la guerra. / Sí a la paz./ Sí a la alegría./ Sí a la amistad.

17. Las gaviotas, de Julián Alonso

Mira las gaviotas volando en el puerto./ Con sus alas blancas/ abiertas al viento/ p arecen cometas,/ p arecen pañuelos,/ son sábanas blancas que van por el cielo.

18. En el país de Nomeacuerdo, de María Elena Walsh

En el país de Nomeacuerdo doy tres pasitos y me pierdo./ Un pasito para aquí, no recuerdo si lo di./ Un pasito por allá, ¡hay que miedo que me da!/ Un pasito para atrás, y no doy ninguno más./ Porque ya ya me olvidé donde puse el otro pie. 



Haiku, un género perfecto para hacer poemas cortos con los niños

Esta forma poética japonesa es un clásico de la brevedad y la sorpresa. Permite mirar y descubrir en la cotidianidad, lo asombroso. Trabajarlo con niños puede ser una muy grata experiencia.

Animales domésticos, estaciones, árboles, flores, miradas pensativas y hasta la propia infancia hacen parte de su infinito repertorio, como leemos en el artículo «Educando la sensibilidad», de la Universidad de Vigo.

«Cuando el universo se convierte en niño, la poesía triunfa».

—Anabel Sáiz Ripoll—

19. Peces voladores

Al golpe del oro solar/ estalla en astillas el vidrio del mar.

20. Los gansos

Por nada los gansos/ tocan alarma/ en sus trompetas de barro.

21. Hojas secas

El jardín está lleno de hojas secas;/ nunca vi tantas hojas en sus árboles/ verdes, en primavera…

22. Un mono

El pequeño mono me mira…/ ¡ Quisiera decirme/ algo que se le olvida!

23. Finalmente, uno del maestro Matsuo Bashō

Se extingue el día/ pero no el canto/ de la alondra.

¿Por qué leer y hacer poemas con los niños?

Una publicación de Frontiers in Psychology descubrió que los niños que participaron en pruebas de lectura poética mostraron mayor fluidez y flexibilidad al leer metáforas abiertas y no convencionales, y que una exposición frecuente a la poesía aumenta la creatividad. Los beneficios son muchos y se encuentran al alcance de la mano. Veamos de qué se trata.

1. Fomentan el desarrollo del lenguaje

Existen muchas razones para que los niños conozcan la poesía y, en general, la literatura infantil estimula y mejora la comunicación, fomenta la expresividad, la imaginación y la curiosidad. Así lo refiere un trabajo titulado «Educando la sensibilidad: introducción a la poesía infantil».

Por otro lado, la lectura en voz alta, la recitación y la declamación son formas de llegar a la entonación, el ritmo y la música de la palabra poética. Algo que los niños disfrutan, siempre y cuando vaya más allá de la simple memorización y se practique de manera regular, no solo en celebraciones o fechas históricas.

2. Contribuyen al desarrollo cognitivo

A través de los versos, los niños consiguen crear imágenes de todo tipo: bellas, cómicas, trágicas, alegres, tristes y más. Por ende, aprenderán que existen alternativas para pintar sentimientos y paisajes del alma. Descubrirán los giros que permiten construir la realidad desde una perspectiva única y, sobre todo, personal.

Además de fomentar el lenguaje, la poesía es excelente para el desarrollo cognitivo. Cuando leemos poemas a los niños, estos empiezan a entender la potencia polisémica de las palabras, esto es, la capacidad de que una palabra exprese distintos significados.

3. Alimentan las relaciones interpersonales

Al leer con nuestros hijos fortalecemos la relación afectiva. Es tiempo de calidad dedicado a la exposición emotiva con las palabras que componen el idioma materno y los mundos imaginarios que adultos y niños comparten.

Los poemas para niños son un caleidoscopio

El género poético, desde los breves haikus hasta los grandes poemas épicos, son formas de conocer diferentes puntos de vista, culturas y creencias.

A mil millones de kilómetros de aquí,

hay niños y niñas que juegan en los patios

y se tiran la pelota

y se esconden y se asustan

y se ríen.

Exactamente como aquí.

—Poema de un niño de Nepal, tomado del libro Arroz, agua y maíz, de Berta Piñán—

En una dimensión ética, los poemas contribuyen a distinguir lo que es correcto e incorrecto, a sentir empatía, y sobre todo, a desarrollar el gusto por la literatura.

Así que, en definitiva, leer y hacer con los niños poemas cortos y sencillos los hará crecer despiertos y vivaces. Educarlos para que conozcan y amen la poesía les beneficiará no solo en el colegio, también se reflejará en sus carreras, relaciones personales y en su día a día.


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