Andador, ¿enemigo de los primeros pasos del bebé?

Los pediatras ya no recomiendan el uso del andador para aprender a caminar. Sin embargo, muchos aprendimos así a dar nuestros primeros pasos. Conoce cada postura acerca del uso del andador y por qué no es bueno para los bebés.
Andador, ¿enemigo de los primeros pasos del bebé?

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 22 noviembre, 2017

Muchos de nosotros nos desarrollamos con la ayuda del andador. Por ello nuestras madres o suegras (hoy devenidas en abuelas) insisten en que debemos usar este artículo infantil para ayudarlo a caminar.

Sin embargo, el pediatra te recomendó no utilizar el andador y, sin lugar a dudas, las abuelas de tus hijos no comprenden y aceptan su postura, por lo que siguen dando consejos que lejos están de las indicaciones médicas recientes e insisten en su utilización. Pero, ¿por qué este aparato no es bueno para los bebés?

El andador no solo es inútil a la hora de enseñar a caminar al bebé, sino que también altera el desarrollo neurológico y motor natural del niño, además de representar un peligro inminente para el niño en el hogar, según los estudios que se vienen realizando durante los últimos años.

Desde la neurología señalan aspectos evolutivos

El andador es cuestionado por neurólogos y especialistas en psicología evolutiva puesto que evita la actividad del gateo, fundamental para el desarrollo evolutivo de todo niño dado que conecta los hemisferios cerebrales y crea rutas de información cruciales para la maduración de las diferentes funciones cognitivas.

Según los expertos, el gateo permite intercalar movimientos opuestos recreando el patrón cruzado, función neurológica que posibilita un desplazamiento corporal en equilibrio.

Cuando el bebé alterna la pierna izquierda con la derecha y el brazo derecho con el izquierdo, fomenta un estado cerebral integrado.

Además, el movimiento del gateo -obviado por el uso del andador- tonifica los músculos que luego le permitirán al niño mantener la columna recta, ejercitando además el enfoque de los ojos, ya que al mirar el suelo para distinguir dónde apoyará la mano o la rodilla, el pequeño mira fijo un punto a corta distancia.

Asimismo, cuando el bebé se apoya en las palmas de las manos y soporta la tensión en las articulaciones de hombros y muñecas, percibe la gravedad y aprende a manejarse con ella, lo que le ayuda a medir el mundo y a una “lateralización” del cerebro, donde uno de los hemisferios domina y el otro sirve.

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El andador en la mira de los traumatólogos

De acuerdo a los especialistas en esta materia, el andador altera el desarrollo natural tanto de piernas como de espalda ya que fuerza a tener posturas y movimientos. Este artículo no solo obliga a aprender a caminar con las piernas separadas, sino que también suponen anomalías en rodillas y pies.

Además, al arquear las piernas afecta indefectiblemente el desarrollo de la espalda puesto que no está preparada para mantener al niño erguido cuando aún no tiene fuerza para estar de pie. En simultáneo, los traumatólogos aseguran que deforma los arcos de las piernas.

Este artículo también obliga al niño a permanecer sobre las puntas de los pies, posición anómala que suele mantenerse durante un tiempo, lo cual da cuenta que los bebés no están preparados a nivel motricidad para manejar cuestiones de equilibrio, altura y cálculo de distancias mediante el uso del andador.

El andador NO enseña a caminar

Tal como señalan los especialistas, los bebés aprenden primero a sentarse, luego a arrastrarse, después algunos gatean y más tarde comienzan a ponerse de pie y caminar. Todo este proceso está ligado a un desarrollo mental que no se debe forzar, pues cada niño tiene su propio ritmo.

Por ello, colocar al bebé en un andador cuando aún no sabe caminar anula su mente frente al movimiento: lo que hacen sus piernas no concuerda con su desarrollo mental, así como no incorpora nociones espaciales de su propio cuerpo respecto al entorno: el niño no ve sus pies en movimiento.

Es así que, considerando todos estos aspectos, varios estudios científicos, entre los que se encuentra el publicado en la Bristish Medical Journal, concluyen que, lejos de enseñar a caminar, el andador retrasa el inicio de la marcha así como perjudica la motricidad y desarrollo cognitivo del niño.

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¿Y qué decir de los accidentes en andador?

Los especialistas contraindican el uso del andador dado que aumentan cuatro veces el número de accidentes graves. Según cifras aportadas por la Sociedad Argentina de Pediatría, alrededor del 45% de los chicos que se desplazan con andador, sufre un accidente durante su uso.

Es un hecho: las ruedas y el poco control que tienen los bebés puede provocar accidentes de todo tipo. Los niños que usan andador corren doble riesgo de sufrir un golpe en la cabeza que quienes no lo utilizan y dos veces más posibilidades de sufrir fracturas en brazos y piernas.

Estas probabilidades también aumentan a cuatro cuando se trata de caídas por las escaleras, mayor exposición a quemaduras, heridas con objetos punzantes, asfixia e incluso se han registrado casos que terminaron de manera fatal debido al andador.

¿Qué tan grave puede ser?

Si bien en algunos países como Brasil o Canadá el uso del andador está totalmente prohibido, en otros sitios se siguen vendiendo y utilizando. No obstante, los pediatras y especialistas en el ámbito de la salud lo desaconsejan por las múltiples desventajas que conlleva este artículo.

Probablemente muchos consideran exagerado todo lo que la ciencia ha demostrado, más aún si al día de hoy continúan utilizándolo o si aprecian que varias generaciones crecieron arriba de esas sillas con ruedas. Aquí aparecen frases del tipo “a mi le encanta”, “nunca le pasó nada al niño” y “aprendió a caminar rápido”.

Por supuesto que, si el andador se emplea con moderación, y con cuidado, pueden prevenirse accidentes, mas no algunos problemas que hacen a la salud, bienestar y desarrollo. Recordemos que se trata de un artilugio perfectamente prescindible. La decisión está en los padres, ¿andador sí o andador no?.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.