8 cosas que enseñan a tus hijos a ser buenos padres

Los padres pueden llegar a tener algunas actitudes contraproducentes para el adecuado crecimiento de los niños. Aprende aquí a detectar algunas de estas conductas y cómo afrontarlas.
8 cosas que enseñan a tus hijos a ser buenos padres
María Alejandra Castro Arbeláez

Revisado y aprobado por la psicóloga María Alejandra Castro Arbeláez.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 03 diciembre, 2022

Ser buenos padres conlleva una transformación de hábitos y de espíritu. ¿Cómo le pedirás a tus hijos que sean buenos si tú no lo eres?, ¿cómo enseñarles a no mentir si nos ven haciéndolo?, ¿cómo pedirles respeto si los irrespetamos, si los violentamos? Se enseña con el ejemplo. Ver tu conducta le servirá más que 1.000 sermones.

Las palabras mueven, pero el ejemplo arrastra

Reflexión popular

Ser buenos padres no es tarea fácil

Nos preguntamos, ¿qué hacer para que nuestros hijos sean buenos padres? Incluso nos inquieta ¿cómo ser buenos padres? Pero primero debemos esforzarnos por ser mejores, por trabajar nuestra personalidad. Los seres humanos somos un proyecto en construcción, siempre podemos cultivarnos.

Enseñamos con el ejemplo, mira el hecho de ser padre como un apostolado, te será útil. Aquí te dejo algunos consejos extraídos de La Crianza Feliz de Rosa Jove.



1. Evita el adultocentrismo

El adultocentrismo consiste en esa forma de pensar y de actuar de algunos adultos que se creen superiores a los niños y consideran que tienen más derechos que ellos.

Es una manera de educar basada en la obediencia ciega y en la idea de que las normas se imponen de arriba abajo, es decir, de padres a hijos.

Un concepto por el cual el padre no se equivoca nunca; si lo hace, se intenta ocultar; y, si es muy evidente, se excusa. Todo con tal de no pedir perdón.

Muchos padres creen todavía que ellos son los únicos que están en posesión de la verdad y no escuchan las magníficas ideas que les dan sus hijos. En una familia no se debería atacar ni defender, sino hablar y comprender.

Intenta hacer un ejercicio de humildad de cuántas veces te pasan estas cosas y procura solucionarlas para conseguir una crianza feliz y también para hacer de tu hijo una persona humilde.

2. Compréndelo

De 2 a 4 años debemos dejar muy claro a nuestros hijos que les comprendemos (aunque a veces no aceptemos sus actos).

Es la época en la que se inicia la independencia (a su manera, claro) y es un momento en que pretenden hacerlo todo ellos solos y llevando la contraria.

Debemos comprender eso antes de corregir sus actos, puesto que, aunque sean contrarios a nuestros principios, ellos no los hacen para «fastidiar» sino para probar cosas nuevas y experimentar con el entorno.

  Dejarlo experimentar y comprenderlo lo ayudará a ser seguro e independiente.

3. Comparte hábitos y rutinas

Aprender a bañarse, hacer la comida, ordenar la habitación es importante. Lo mejor es estar motivados y hacer las cosas porque nos gustan, no como un hábito.

La psicóloga Rosa Jove recomienda que solamente deben instaurarse los hábitos cuando es imprescindible hacer algo y es imposible enseñarlo de forma agradable y motivadora.

También explica que el papel del padre en las tareas domésticas es importante para dar un buen ejemplo a sus hijos y es un puntal básico en la conciliación de la vida laboral y familiar de la pareja.

Ese consejo me hace recordar una imagen que ha rodado en las redes sociales. La fotografía muestra a niños varones jugando con muñecas, dándole de comer, cargando bebés. Y advierte: lo único que lograrás dejando jugar a tus hijos con bebés es que sean buenos padres.  

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4. Ejerce la autoridad horizontal

Hay dos clases de autoridad. Una se ejerce desde la fuerza y se impone desde arriba a los que están abajo. Es la autoridad vertical, basada en el convencimiento del adulto de que «yo no me equivoco y el niño sí». Es una autoridad que censurará un hecho negligente y buscará anularlo mediante una conducta impuesta o un castigo.

La otra se gana y se trabaja con el niño codo a codo: es la autoridad horizontal. Esta reconoce los derechos del niño y su protagonismo, pero mantiene la presencia del adulto en su rol de modelo, líder e inspirador del niño.

Si bien no es un modelo de crianza adulto-céntrica, no abandona la responsabilidad de educar o establecer límites en beneficio del niño, de su integridad y adecuado desarrollo. En tal sentido sostiene que, ante una conducta negligente, hay que aprovechar lo bueno que ha realizado el niño (siempre hay algo positivo, búscalo) y orientarlo en cómo mejorar su actuación.

Si nuestro hijo observa que ante cualquier eventualidad se busca orientarlo, valorando lo que de bueno hay en su conducta, el modificará conscientemente su comportamiento.

Un comportamiento tiránico para con los niños crea tiranos. La indiferencia hacia el llanto del niño creará adultos indiferentes no solo al dolor, sino a la simple existencia del otro.

-F. GRAU CODINA-

5. Respeta para que te respeten

Un adulto no puede faltarle nunca el respeto a un niño. Si toleramos que un adulto no respete, también tendríamos que tolerar que un niño no lo haga; sin embargo, nadie tiene derecho a faltar el respeto a otro.

Pase lo que pase somos padres, educamos con los mejores valores. Si queremos transmitir respeto no podemos perderlo nosotros cuando nos convenga, porque será lo que ellos hagan.

A partir de aquí, puede que ellos nos imiten siempre o a veces no. En cualquier caso, hay que educar y no perder el respeto. Hay que explicarles qué se espera de ellos en un momento particular cuando nuestros valores están siendo exigidos y ponernos a nosotros como ejemplo («yo también estoy enfadado u ofendido, pero debo calmarme, reflexionar y no actuar impulsivamente»).

Debe establecerse , dice Jové, «una relación basada en el respeto mutuo y la empatía, así como en el ejercicio de la autoridad horizontal». Es así como se logra una convivencia tolerante y respetuosa.



6. Sé amable y empático

Enséñale a tu hijo a ser amable consigo mismo y de manera natural lo hará con los demás, esto les permitirá ser buenos padres en el futuro. Además, todo lo que haga para sí mismo o para los demás le surja de forma sencilla y desde el corazón.

7. Comunícate y escucha a tus hijos

Muéstrale interés a tu hijo porque ellos necesitan sentirse importantes para sus padres. Escucha qué tienen que decir, sus vivencias y preocupaciones. Asimismo, comparte tus pensamientos y emociones de manera que generes un espacio de confianza y que propicie un vínculo más estrecho. De esta forma le enseñaras con el ejemplo que hablar y escuchar a los hijos es una parte central de ser buenos padres.

8. Demuestra afecto

Darle afecto y cariño con a los hijos mejora sus niveles de felicidad y autoestima. Manifestar afecto por tus hijos de forma directa es algo esencial que no debes dejar pasar, sobre todo si quieres enseñarles a ser buenos padres. Haz que tus hijos sientan aceptados y amados.

La crianza a largo plazo

La crianza vista como un proceso a largo plazo, hace que los adultos se serenen comprendiendo que, si bien deben actuar hoy, han de hacerlo considerando c on detenimiento los efectos y resultados futuros de sus acciones .

Que tu hijo sea amable y servicial, reflexivo y cortés, que tome decisiones correctas, que sea honesto, pacífico, que se preocupe por ti y sea un padre amoroso, son objetivos que toman tiempo, muchos años en lograrse, y son la esencia de la crianza.

Como dice Jové, cuando el niño rechaza hoy las verduras que tú sabes que le harán bien, él no ve si es una mejora en su futuro; «solo percibe un incordio en el presente. Con el tiempo aprenderá a ver el tiempo futuro y a anticipar lo que se espera de él y a ver qué acciones le van a favorecer más en el futuro».

Dale hoy los ejemplos que necesita para forjar su mañana. Con toda seguridad estarás presente en sus recuerdos y actuará en consecuencia, según el amor recibido.


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